Actividades Académicas

sábado, 30 de marzo de 2019

El inevitable declive estratégico de Estados Unidos II


En la introducción de su libro “Auge y caída de las grandes potencias”, el historiador británico Paul Kennedy expone que su investigación refiere a la interacción entre economía y estrategia en la medida que las potencias luchan por aumentar su riqueza y poder para “llegar a ser (o por seguir siendo) ricos y fuertes”. Kennedy explica que en los últimos cinco siglos, la victoria y el éxito de cualquier poder planetario o el desplome de otro, ha sido consecuencia de largas luchas en el terreno militar, pero de la misma manera, en el desarrollo de estos fenómenos contradictorios ha ejercido gran influencia el uso más o menos eficaz de los recursos económicos y productivos del Estado en el momento de la contienda bélica de una parte, y de otra, la forma en que la economía de ese Estado había optimizado o declinado en relación con la de otras potencias que también han ejercido liderazgo en el período precedente. 

En el marco de las relaciones internacionales, los especialistas no se han puesto de acuerdo en cuanto a la periodización posterior al fin de la guerra fría y el mundo bipolar. Como he dicho en otras ocasiones, después de la desaparición de la Unión Soviética, el mundo vivió durante los últimos años del siglo pasado una década de caos en que pugnaron la intención de Estados Unidos de imponer un mundo unipolar y el interés de la mayoría de la humanidad de avanzar hacia un sistema multipolar de cooperación y paz. Esta contradicción solo pudo resolverse a favor de la potencia norteamericana tras las acciones terroristas del 11 de septiembre de 2001, que permitieron a Estados Unidos forzar la unipolaridad. Todo comenzó a marchar acorde los compases de la orquesta que se dirigía desde Washington hasta que la crisis económica y financiera que estalló en 2008 paralizó esa historia que según Fukuyama había llegado a su fin. 

domingo, 24 de marzo de 2019

El inevitable declive estratégico de Estados Unidos


Hace unos días me preguntaba si la extrema agresividad de Estados Unidos que mantiene en vilo la estabilidad del sistema internacional era expresión de fortaleza o de debilidad de la potencia imperial. Al respecto afirmaba que la respuesta a tal pregunta arrojaría luces respecto de los escenarios de futuro que es posible esperar. 

La historia enseña que el proceso de decadencia y caída de los grandes imperios que han existido a través de la historia guardan ciertas similitudes independientemente de la época que han ocurrido, la fase del desarrollo de la humanidad en que se produjeron y los grados de avance tecnológico existentes en el momento histórico de su transcurso hacia el declive definitivo después de vivir largos períodos de auge que hacían suponer su eternidad hegemónica. 

En la modernidad, tal desenvolvimiento se ve magnificado por la acción de los poderosos medios de transmisión de noticias que son capaces de fabricar circunstancias, contextos y situaciones que entrañan realidades emanadas de la ficción, a tal punto que la Academia Española de la Lengua ha aceptado como válida una nueva palabra para describirlo: “posverdad” definida como una distorsión preconcebida de la realidad, con el objetivo de implantar y modelar la opinión pública a fin de ejercer influencia en las decisiones que la ciudadanía tome en materia política y social, en condiciones tales que los hechos objetivos pierden predominio, toda vez que las emociones y creencias personales pueden ser configuradas mediáticamente. 


sábado, 16 de marzo de 2019

Algunas reflexiones emanadas de la situación de Venezuela


1. Quiero insistir en el tema que más me preocupa hoy: el verdadero peligro que está corriendo la humanidad es el que implica el avasallamiento del derecho internacional por parte de Estados Unidos y el correlato que comienza a manifestarse en todo el mundo ante la impunidad que promueven las decisiones de Trump contra un orden internacional que en lo sustantivo es aceptado y respetado por todos los actores. 

2. La auto designación de Juan Guaidó como presidente encargado (figura que no existe en la ley venezolana), no solo violenta todo tipo de institucionalidad vigente en Venezuela, sino que hace un mentís profundo a algunos de los fundamentos centenariamente esgrimidos por la derecha conservadora como pilares de la democracia representativa: 1. Las elecciones como expresión de la soberanía popular, a su vez admitida universalmente como soporte principal del poder político supremo de un Estado independiente. 2. La división de poderes como principio político que genera autonomía en la realización de las funciones del Estado y 3. El respeto a la Constitución Nacional como documento rector y ley fundamental de la república. 


3. Vale entonces recordar que el Artículo 228 de la Constitución Nacional (CN) de Venezuela establece que la elección del presidente o presidenta se hará por votación universal, directa, y secreta. En ninguna parte dice que el presidente se puede auto designar, mucho menos que puede ser elegido por otro país, aunque sea una potencia. Tampoco la CN acepta que una misma persona pueda ostentar simultáneamente las máximas representaciones del poder ejecutivo y legislativo, fue lo que hizo Pinochet tras el derrocamiento del presidente Allende por la fuerza y con el apoyo de Estados Unidos. Es lo que han intentado hacer sin éxito en Venezuela. Vale recordar que desde ese momento y hasta ahora Chile “funciona” sin una constitución democrática. Pero, volviendo a Venezuela, lo cierto es que al auto nombrado se le olvidó el conocido “discursito” de la división de poderes. 

lunes, 11 de marzo de 2019

Venezuela en el epicentro del conflicto global.


En mayo de 2017, Donald Trump visitó Arabia Saudita para firmar un contrato por venta de armas que alcanzó los 110 mil millones de dólares, el mayor en la historia de Estados Unidos, En el plano civil, Riad además suscribió acuerdos comerciales con dos decenas de empresas norteamericanas, como Boeing o Citibank, para que estas por primera vez pudieran controlar el 100% del capital de su inversión en el país árabe. La compañía General Electric anunció que cerró contratos por importe de 15.000 millones de dólares en el marco del programa saudí de diversificación de su economía, predominantemente dependiente del petróleo. Trump esperaba sumar unos 270.000 millones de dólares en contratos comerciales en Arabia Saudí. 

Posteriormente fue a Bruselas y obligó a los miembros de la Organización del Tratado del Atlántico Norte (OTAN), a destinar el 2 % de su PIB al gasto militar, estableciendo el compromiso de llevarlo al 4% para 2024. 

Más recientemente el presidente estadounidense informó que había suspendido dos ejercicios militares conjuntos con Corea del Sur, según dijo: "La causa por la cual no quiero más ejercicios militares con Corea del Sur es el ahorro de centenares de millones de dólares…”.