Actividades Académicas

viernes, 29 de julio de 2016

El deporte y la política si están relacionados. La sanción a los deportistas rusos.



La opción de Rusia de reasumir su papel como potencia mundial garante de la paz, la estabilidad y el equilibrio en el planeta vino a trastocar los planes imperiales hegemónicos. Después que en 2011, su pasividad diera rienda suelta a la furia occidental contra Libia, permitiendo la destrucción del país y la vanagloria estadounidense por el asesinato de Muamar Gadafi, Rusia entendió que no podía dejar en manos de otras potencias la posibilidad de contraer decisiones unilaterales en el planeta. Por esto, ha tomado una irrestricta posición de apoyo a la soberanía siria en contra del terrorismo financiado y apoyado por las monarquías suníes, Turquía y la OTAN, así mismo ha respondido con firmeza a las acciones encaminadas a la expansión de la OTAN hacia el este, incluso llegando a fomentar y concretar un golpe de Estado en Ucrania para instalar un gobierno proclive a sus intereses, el cual a cambio, aceptó asimilarse a las acciones guerreristas y agresivas de la OTAN.

La respuesta no se hizo esperar, se puso en marcha una gran campaña mediática encaminada a demonizar a Rusia, unida a sanciones económicas que intentan aislar al gigante euro asiático y que por supuesto, además de afectar a este país, tienen efectos en Europa, no en Estados Unidos. Sin embargo, tales prácticas fracasaron. Las acciones mediáticas occidentales tienen un defecto, sus diatribas se basan en falsedades fácilmente desmontables, mientras que Occidente no ha podido desarmar los argumentos que emiten los medios de comunicación rusos y sus voceros, los cuales, de manera expedita pueden ser comprobables por la opinión pública. De allí los grandes recursos financieros que las economías occidentales tienen presupuestados para contrarrestar la información que Moscú da a conocer a fin de hacer llegar sus puntos de vista a los más recónditos lugares del planeta.

La economía rusa, efectivamente ha sido golpeada, pero ya en este año 2016 ha quedado claro que fue capaz de resistir el golpe, sus autoridades han informado que en 2017 se va a estabilizar y en 2018 va a volver a crecer. Recientemente, el influyente diario londinense Financial Times afirmó que el Presidente Putin ha logrado “un juego de defensa sorprendentemente tranquilo y eficaz” en el manejo de la economía. En un artículo escrito en este periódico, Ruchir Sharma, alto ejecutivo del banco Morgan Stanley, recuerda que la economía rusa tuvo una fuerte caída en 2014 por la abrupta baja de los precios del petróleo, lo cual provocó una disminución considerable del PIB entre 2013 y 2016. Sin embargo, las oportunas medidas tomadas por el gobierno han hecho que la economía comience a reaccionar positivamente, esperando una inflación del 6% para este año después trepó hasta 15% en 2015, todo esto sin afectar el empleo, garantizando la estabilidad económica del país, según la opinión de Sharma.

Pues bien, agotados estos expedientes y ante el indudable fracaso de su política, ahora Occidente y en particular Estados Unidos acudieron, -en el umbral de una nueva Olimpiada- a la infundada acusación de que todos los deportistas rusos recurren a artimañas anti deportivas para obtener sus logros. De todos es sabido que el deporte, hace algunos años, dejó de ser aquello que soñó el inspirador de los juegos olímpicos Pierre de Coubertin, quien pensó que bajo el influjo de la unión y la hermandad, el deporte sin ánimo de lucro y sólo por el deseo de conseguir la gloria, serviría como instrumento para la paz y la amistad entre los pueblos.

Hoy, el deporte es un negocio más, en el que el fraude, la corrupción, el blanqueo de dinero y la obligación de ganar hacen que dirigentes y deportistas, piensen más en obtener la victoria en la competencia por cualquier vía y lucro de las formas más avezadas y contrarias a la ley, que mantener el espíritu que forjó el Barón de Coubertin.

Estados Unidos se dio a la tarea de encontrar puntos débiles al interior del aparato deportivo ruso para montar un entramado que pone en entredicho al conjunto de deportistas de ese país, como si no se supiera que en todos o en casi todos los países y competencias hay personas que, –al igual que en la vida misma- pretenden burlar la ley y, en este caso, violentar los nobles objetivos de competir. Pero, de ahí, a acusar a todos los deportistas de un país y al país mismo, de planear un método que lo lleve a obtener victorias de manera ilegal, sólo puede provenir de mentes enfermas o, tener un claro objetivo político en el contexto que se ha referido con anterioridad.

A nadie se le ocurrió afirmar que en el mundial de futbol de 1994, cuando Diego Armando Maradona fue sancionado por el uso de sustancias prohibidas, todos los futbolistas argentinos y toda Argentina habían incurrido en esa práctica. Tampoco podría decirse lo mismo al observar las sanciones contra quien fuera considerado el mejor ciclista de la historia, el estadounidense Lance Armstrong, despojado de todos sus títulos por uso continuo de sustancias estupefacientes. Eso no involucró ni podía involucrar a todos los extraordinarios deportistas de ese país, ni siquiera a sus más destacados ciclistas como  George Hincapie, Greg LeMond, Christopher Horner, Christian Vandevelde o el activo Tejay Van Garderen, tampoco a los miembros del equipo Discovery Channel por el que competía Armstrong. ¿Puede alguien decir acaso que todos los jugadores de beisbol de las Grandes Ligas de Estados Unidos cometen fraude porque algunos de ellos utilizan estas sustancias prohibidas? ¿Se podría acusar a la organización de este deporte o a todos los practicantes del mismo en Estados Unidos por el continuado uso por una minoría de ellos, de componentes no permitidos que año con año se siguen descubriendo? ¿A alguien se le ha ocurrido que la sanción aplicada a María Sharapova pueda ser extendida a todas las tenistas rusas? La respuesta en todos los casos es No. 

En el caso que nos compete se trata de hechos aislados, no hay ninguna prueba que demuestre que haya habido premeditación de parte de las autoridades rusas para cometer fraude. Ninguno de sus mejores atletas están involucrados en las acusaciones que hace la Asociación Internacional de Federaciones de Atletismo (IAAF, por sus siglas en inglés), ¿por qué entonces, acusarlos a todos?¿ por qué si la decisión de la IAAF (que incluye también a Kenia) no es política, los grandes medios de comunicación ni siquiera hacen mención de este último país?.

En el trasfondo de la decisión que si es política está el presidente de la IAAF, el británico Sebastian Coe que además de haber sido un brillante atleta, doble campeón olímpico, fue miembro del parlamento de su país en representación del derechista Partido Conservador, el mismo de Margaret Thatcher y David Cameron, los mejores socios de Estados Unidos en todas sus tropelías por el mundo. Pero, no sólo eso, Coe ha sido durante 38 años Embajador de la transnacional estadounidense Nike, de la que recibe un salario anual de 142.000 euros, por lo cual fue acusado de conflicto de intereses y se vio obligado a rendir declaraciones ante el parlamento británico, sobre todo después de la concesión del Mundial de Atletismo de 2021, a la ciudad estadounidense de Oregon, sede principal de Nike. Se desconoce si Coe renunció a “ese trabajo” para dedicarse plenamente a la IAAF.

Lo peor no es eso, según una nota de la agencia de noticias Associated Press (AP), fechada el 23 de enero de este año, el gobierno británico ordenó a sus embajadores en todo el mundo presionar a los líderes del atletismo para que votaran por Coe en la elección presidencial de la IAAF. Si el deporte está ajeno a la política como dicen algunos, ¿qué intereses podría tener el poderoso servicio exterior británico en hacer presión para que uno de los suyos, que además es un político conservador, fuera elegido para la más alta autoridad del atletismo mundial? El descaro y la hipocresía de estas instituciones queda patente cuando la AP también informa que la propia IAAF, manifestó que “estaba encantada de que el gobierno británico ayudara a Coe”. El ministro de deportes de la oposición laborista Clive Efford, dijo al respecto que el gobierno de Cameron no debió ejercer presión a favor de Coe y describió la acción como "estúpida y grosera". Por su parte, el ex ministro de deportes, Hugh Robertson, quien trabajó en la campaña de Coe para la presidencia de la IAAF, hizo uso de toda su influencia para intervenir en la elección. En un correo electrónico en el que se quejaba por la lentitud del servicio diplomático británico ante la tarea encomendada y con un tono de suma desesperación advirtió: "Dejaremos caer a Seb".

La IAAF que no es una institución que pueda mostrar un pasado de limpieza y pulcritud gerencial ha guardado silencio ante estos escándalos. La pregunta de rigor sería, si en este contexto, la acusación contra los deportistas rusos, además de tener un claro objetivo político, no es en realidad una cortina de humo para ocultar la corrupción que envuelve la elección y el desempeño de su autoridad máxima y la búsqueda con esta acción, del apoyo necesario de los poderosos para salvar su investidura y su muy dudosa reputación.

A todas estas, el gobierno de Rusia en nombre de su Ministro de Deportes ha manifestado claramente que su país apoya totalmente al Comité Olímpico Internacional (COI) “Rusia es y será socio del movimiento olímpico internacional. Estamos únicamente por el deporte limpio, por la protección a los atletas que se ganan sus resultados con un trabajo honesto". El COI abrió las puertas a la participación de atletas rusos que no hayan dado positivo en las pruebas anti dopaje, tal como se hace con cualquier federación y país del mundo y aceptando el error que puedan haber cometido algunos atletas manifestó con precisión que “"Nosotros, como un país que ha sido culpado de algunas cosas, no nos vamos a hacer los ofendidos". Aunque no haya tenido tanta reseña en los medios de comunicación, vale decir que similar declaración ha hecho el presidente de la federación keniata de atletismo, Jackson Tuwei, al referirse a la posibilidad de que los extraordinarios corredores de medio fondo, fondo y maratón de su país puedan ser excluidos de la cita de Río de Janeiro.

viernes, 22 de julio de 2016

Uribe o una compulsiva obsesión de oponerse a la paz.



El pasado 18 de julio, la Corte Constitucional de Colombia aprobó la celebración de un plebiscito como mecanismo de refrendación de la paz acordada entre el gobierno y las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia-Ejército del Pueblo (FARC-EP) en la mesa de diálogo de La Habana.

Después de casi ocho horas de debate, la ponencia del magistrado Luis Ernesto Vargas a favor de la validación de la consulta consiguió el aval de la mayoría de los miembros del alto tribunal. La presidenta de la Corte, María Victoria Calle se dirigió al país y a la opinión pública para dejar patente que declaraba “ajustado a la Constitución el título del proyecto (de ley examinado) con la condición de que se interprete que el acuerdo final es una decisión política y la refrendación a la cual alude (…) no implica por sí misma una incorporación de lo acordado en el articulado de la Constitución y el ordenamiento jurídico colombiano”. 

De esta manera, luego del acuerdo final entre las partes, serán los ciudadanos colombianos quienes legitimen o no todo lo consensuado en la capital cubana, previo a la fase de implementación. Posteriormente a la firma del Acuerdo, el presidente Santos deberá informar al Congreso su intención de convocar al plebiscito. Simultáneamente, deberá dar a conocer el contenido final del mismo. A continuación, el Congreso tendrá un mes como máximo para pronunciarse. Si el Senado y la Cámara de Representantes lo rechaza por mayoría de los asistentes, el Presidente podrá convocar al plebiscito.

La votación debe realizarse en un lapso comprendido entre uno y cuatro meses a partir de la fecha en que el Congreso reciba el informe del Presidente. En él, podrán participar también los colombianos residentes en el exterior, a través de los consulados. Para que los acuerdos de paz sean aprobados, los votos por el Sí deben superar el umbral del 13% del censo electoral (una cifra que ronda los 4 millones 300 mil votos) y ganarle al No.

El plebiscito no podrá coincidir con otra elección y en la campaña que se haga a favor de una u otra opción no se puede incorporar contenidos que promuevan a un partido o movimiento político, un grupo significativo de ciudadanos, o que se relacionen con la promoción de candidaturas de elección popular.

La decisión aprobada a través del plebiscito será de obligatorio cumplimiento. Si la votación es favorable, el Presidente está impelido a implementar los Acuerdos de Paz. Si la votación no es favorable, está obligado a no implementarlos. Sin embargo, este resultado es solo vinculante para el Presidente, lo cual significa que otros poderes como el Congreso podrían idear mecanismos para implementar los acuerdos. Así mismo, debe dejarse en claro que, incluso si hubiera una votación mayoritaria a favor del No, esto no significa que el pueblo colombiano refuta la paz, sino que lo que se estaría rechazando es el contenido de los acuerdos, por lo que se vería afectada su implementación.

Es muy importante esclarecer este último aspecto, porque como en toda votación en los marcos del modelo político imperante, intervienen factores que pudieran influir en la decisión de los ciudadanos a partir del desarrollo de campañas infundadas, ficciones impúdicas, fabricación de falsas verdades y construcción de quimeras, solo teniendo grandes recursos financieros que permitan hacerlo. Estas acciones son parte intrínseca de eso que se llama democracia representativa. Aunque suene extraño, sobre todo para aquellos lectores que no son colombianos, millones de ciudadanos votarán en contra, lo cual podría conducir a pensar que se trata de personas masoquistas, deseosos de continuar la guerra de más de 50 años que ha causado alrededor de 220 mil muertos, casi 6 millones de desplazados y 25 mil desaparecidos.

Nada más falso, sólo significaría que mentes criminales que han usufructuado de la guerra y construido pingües fortunas con ella, necesitan de la misma para mantener el “negocio” por lo que estarían dispuestos a invertir lo que sea necesario para revertir el proceso desarrollado en La Habana y el que se adelanta con similares características con el Ejército de Liberación Nacional (ELN). Al frente de sus huestes, el ex presidente Álvaro Uribe Vélez es el líder de las fuerzas que pretenden detener la historia. Ni siquiera Pinochet, se negó a realizar un referéndum que detuviera la guerra que él mismo librara contra el pueblo chileno.

En su locura irracional de confrontación con el gobierno, el ex presidente, hábil en el arte de manipular la palabra señaló que “La palabra paz queda herida por un gobierno que ha engañado al pueblo y manipulado las normas jurídicas para cambiar la Constitución al antojo del grupo terrorista, que con aprobación oficial somete a las instituciones en lugar de someterse a ellas”. Lo dice el mismo personaje que compró legisladores para cambiar la Constitución, de manera de permitir su reelección. El caso que involucró a la ex parlamentaria Yidis Medina es de público conocimiento en Colombia, por el cual la representante fue juzgada y condenada, significando -según sus mismas palabras- el quiebre de la historia del país. Pero, la inmoralidad de Uribe, el afán de protagonismo y su odio llega a niveles tan inusitados que contradice criterios propios sobre la paz expresados por él en octubre de 2004. Según recuerda la revista Semana de Bogotá en su número 1782, en esa ocasión, siendo presidente, el ahora senador expresó que “Si un acuerdo de paz aprueba que los guerrilleros de las FARC vayan al Congreso, hay que remover el obstáculo constitucional que lo impide, porque hoy el ordenamiento jurídico prohíbe la amnistía y el indulto para los delitos atroces. Entonces, en un acuerdo de paz con las guerrillas, ese cambio habría que llevarlo a efecto constitucional para que puedan ir al Congreso por el bien de la patria”. Esto me recuerda cuando en los juegos infantiles, no se hace lo que desea el niño que es dueño de la pelota y su decisión es llevarse el balón e interrumpir el juego.­­

En una opinión más reciente, al hacer alusión a la decisión del Tribunal Constitucional de Colombia, Uribe manifestó que: “Así la Corte lo haya declarado constitucional, eso es ilegítimo y yo creo que todos estamos de acuerdo en que es ilegítimo”. Durante un programa de radio, el ex presidente consideró que el hecho de “haber bajado el umbral (de participación) del 50 al 13 % es una trampa del Gobierno, pero el Gobierno y el Congreso pueden hacer eso porque infortunadamente la Constitución del 91 no definió el umbral”. Todo lo cual da a entender que el ex presidente cree que si las leyes no se han hecho a su medida, no tienen validez jurídica alguna.

Al sostener su obsesiva y enfermiza opción a favor de perturbar el camino de la paz, el ex mandatario prometió seguir oponiéndose a los acuerdos de paz firmados entre el gobierno y las FARC en La Habana y atacó nuevamente los textos aprobados, bajo el argumento de que otorgan una gran “impunidad” a la guerrilla. A su vez, opinó que los acuerdos significaban un peligro en el futuro próximo toda vez que al ser firmados, las zonas de concentración de las FARC serán “enclaves socialistas”, lo que, según él, afectaría a la economía colombiana.

La “mentalidad desordenada” de Uribe se ve reflejada ante las decisiones tomadas por su propio partido, el Centro Democrático, que le llevaron nuevamente a contradecirse ante la avasalladora realidad de la opinión pública nacional e internacional obligándolo a flexibilizar su opinión, pero intentando vender cara su derrota, al intentar imponer condiciones para dar su apoyo al proceso. En una reunión sostenida por esa colectividad, sin aceptar que en términos de la paz, el país va caminando por una ruta distinta a la de él, Uribe manifestó que ““Nosotros queremos desde aquí preguntarles al Gobierno y a las FARC si están dispuestos a reabrir capítulos, como el capítulo de la impunidad, el capítulo de la elegibilidad y a tener en cuenta unas observaciones del Centro Democrático”. Sin embargo, el uribismo, aún no decide si su rechazo a la paz, -ante la inevitable realización del referéndum- se va a manifestar por votar en contra o abstenerse.

jueves, 14 de julio de 2016

Brexit


Es ineludible hablar sobre el Brexit. Posiblemente no ha habido otro hecho de impacto internacional tan trascendente y de tanta controversia como éste en lo que va de siglo, ríos de tinta se han derramado para explicar, conjeturar o emitir predicciones acerca de causas, implicaciones y consecuencias para Gran Bretaña, Europa y el mundo. La verdad, no quisiera ser parte de eso, entre otras cosas porque el hecho resulta tan complejo de analizar que siento temor de formular ideas equivocadas, más llevadas por el sentimiento que por la razón, por lo que en vez de aportar a la comprensión del fenómeno, más bien podrían llevar a profundizar cierta confusión, -que al menos yo tengo- para estudiar un proceso, que solo está comenzando y que me temo, tendrá repercusiones impensables aún, en este momento en que apenas “calienta motores”.

Sin embargo, debo decir que hay dos cosas que me quedan claras: la primera es que la única moneda que no se debilitó, al contrario se fortaleció después de la decisión del pueblo británico el pasado 23 de junio, fue el dólar y lo segundo es que al mismo tiempo que Gran Bretaña decidía su salida de la Unión Europea, se preparaba para fortalecer su membrecía en la OTAN. En este sentido, fuentes vinculadas a la OTAN han dicho que en la próxima reunión cumbre que la organización bélica occidental celebrará durante este mes de julio en Varsovia se reafirmará la “vocación atlantista” del Reino Unido. Ese ha sido el objetivo públicamente manifiesto de Estados Unidos y así lo ha dado a conocer el secretario general de la OTAN Jens Stoltenberg quien ha manifestado que el Reino Unido le ha asegurado “que mantendrá su compromiso con la defensa de la estabilidad occidental y no pondrá en peligro los planes conjuntos de la UE y la OTAN”.

De manera que en términos de control y hegemonía global, el Brexit lejos de debilitar el poder imperial lo ha fortalecido con una moneda más sólida y un componente militar reforzado. Ese es un primer punto de vista. Sin embargo, la confusión (por lo menos la mía) viene dada por la “extraña” similitud de opiniones venidas desde los más disimiles ámbitos del espectro político que parecieran coincidir en “saludar” la decisión de la mayoría de los votantes británicos. 

Veamos. Uno de los candidatos presidenciales de la derecha estadounidense, Donald Trump, al celebrar los resultados del Brexit afirmó: “Dije que esto iba a pasar y es algo grande. Están enfadados por las fronteras, por las personas que llegan al país y se quedan, están enfadados por muchas cosas”. Por otras razones coincidió con él, el candidato liberal en las internas del Partido Demócrata Bernie Sanders: “No está funcionando en Estados Unidos para todos, no está funcionando en Reino Unido para todos”.

Por su parte, la líder de la extrema derecha francesa Marine Le Pen expuso que tal y como ha estado pidiendo desde hace años “ahora es necesario el mismo referéndum en Francia y en los países de la Unión Europea”. Estando de acuerdo con los resultados, el presidente ruso Vladimir Putin lo ve con una óptica diferente: "Se entiende por qué ha pasado esto. Primero, a nadie le gusta alimentar y financiar a las economías más débiles, mantener a otros Estados, a pueblos enteros". De alguna manera, el reconocido analista internacional argentino Atilio Borón, coincide con Sanders cuando expresa que: “Esta Europa de las clases dominantes, burocrática y empresarial es la que recibió un mazazo brutal desde el Reino Unido y no hay razón alguna para lamentarse por ello”.

Vistas así las cosas, quizá valga reconocer que como atestigua el Doctor en Ciencias Políticas de la Universidad de Florencia Umberto Mazzei, esto no es un problema de derechas o izquierdas, porque en el fondo lo que se debatía durante las discusiones sobre el Brexit era referido a “la invasión de inmigrantes, mantenimiento de niveles de bienestar [y] la capacidad de Gran Bretaña para controlar su propia economía”. A este respecto, los votantes sabían que los inmigrantes vienen de zonas de guerra creadas por la OTAN, que a su vez han invadido países a partir de las decisiones de Obama y la señora Clinton. Esto es lo que permite entender porque el líder del partido Laborista Jeremy Corbyn mantuviera una posición ambigua respecto de si valía la pena o no salirse de Europa, con lo cual terminó armonizando con Nigel Farage, dirigente máximo del Partido de la Independencia del Reino Unido (UKIP), el gran ganador del evento comicial del 23 de junio.

Las primeras consecuencias son internas, aparte del ya publicitado desplome de la libra esterlina a sus niveles más bajos desde 1985, la mayor amenaza es política, cuando dos de las tres colonias que conforman junto a Inglaterra el Reino Unido, amenazan con la Independencia. El presidente honorífico del partido republicano norirlandés Sinn Féin, Declan Kearney hizo pública su adhesión a la convocatoria de un referéndum sobre la unidad de Irlanda Así mismo, Sammy Wilson, diputado del Partido Democrático Unionista (DUP) de Irlanda del Norte ha celebrado los resultados del Brexit y ha señalado que los irlandeses no se han dejado intimidar por los políticos ingleses. En Escocia fueron más lejos, después de­­ su apoyo a la permanencia en Europa, la jefa de Gobierno Nicola Sturgeon se apresuró a viajar a Bruselas , para hacer patente la voluntad mayoritaria de los escoceses, quienes antes deberán hacer un nuevo referéndum independentista, para separarse del Reino Unido. Los líderes europeos se reunieron con la mandataria escocesa cuyas opiniones y demandas fueron escuchadas “con atención”, cuando paradójicamente hace un año y medio, en septiembre de 2014, cuando se realizó el anterior referéndum, Bruselas amenazó a Escocia con no admitirle si se separaba del Reino Unido.

Creo que lo que ha habido es una mezcla de opiniones e intenciones, por una parte, el rechazo y repudio de amplios sectores de la población molestos por la pérdida creciente de beneficios sociales, sobre todo en educación y salud que han conllevado a un aumento de la pobreza y el desempleo por la aplicación de políticas de austeridad y reformas fiscales y económicas que solo favorecen a los sectores financieros vinculados al gran capital, para lo cual se ha creado una burocracia eficiente que solo sirve a esos intereses, no a los de los pueblos.

Así mismo, una política exterior dependiente de Estados Unidos, que ha involucrado a Europa en guerras que no le conciernen, llevando a que sean los habitantes del Viejo Continente quienes paguen las consecuencias en forma de respuestas terroristas, que han debilitado la seguridad interna y la confianza de los ciudadanos en los mecanismos creados para salvaguardar su vida. 

Es claro que Estados Unidos ha apostado al debilitamiento de la Unión Europea, de la cual no forma parte y a la que visualiza como un competidor económico, mientras que hace su mayor esfuerzo en el fortalecimiento de la OTAN, de la cual si es integrante y la maneja a su antojo. La salida de Gran Bretaña de la Unión Europea, -tal como dijimos al comienzo- no altera en lo más mínimo el proceso de subordinación de Europa a Estados Unidos, sobre todo en los planes anti rusos de la OTAN en su ambición de extenderse al este.

Pero, por otro lado, también se manifestó un claro interés de culpar de la crisis -generada en 2008 en Estados Unidos, pero que se extendió con fuerza a Europa- a los emigrantes que afloran del desplazamiento que han producido las guerras de la OTAN. En el trasfondo, al igual que al final de la primera guerra mundial, cuando surgió el nazismo y posteriormente, cuando éste llegó al poder en 1933, en medio de la más profunda crisis capitalista que se había conocido en la historia, se imponen fuerzas xenófobas y racistas, tras lo cual de encubre la incapacidad del sistema capitalista para generar un ambiente de paz en el planeta, en el que todos los ciudadanos puedan vivir en armonía con sus pares, con su entorno y con la naturaleza. 

Por rechazo al sistema o por miedo de lo que pueda pasar ante la incapacidad de ese mismo sistema para ofrecer respuestas satisfactorias, se ha consumado el Brexit y se seguirán produciendo conmociones sociales de distinto tipo porque el problema global y en particular el de Europa son coyunturales, ni finalizaron con el 23 de junio, responden a causas profundas que surgen de la inequidad, la injusticia y la exclusión.