En el año 2000, mientras realizaba una investigación sobre el Plan Colombia, bastante desconocido hasta ese momento en Venezuela, descubrí un documento entregado por la para mi desconocida senadora Piedad Córdoba a la Dirección nacional del Partido Liberal. En ese entonces , Piedad era presidenta de la Comisión de Derechos humanos del Senado. En el documento, basándose en el Artículo 341 de la Constitución colombiana, denunciaba la inconstitucionalidad del Plan Colombia.
Me impresionó la valentía, la verticalidad, la profundidad y la rectitud de aquella desconocida parlamentaria colombiana y comencé a seguir su trayectoria. Lejos estaba de saber que muy pronto la conocería y tendría la oportunidad en forma directa de percibir esas cualidades.
Llegué a admirar su integridad y su fortaleza, sus férreas convicciones ajenas a toda superficialidad y a todo interés de coyuntura. Creía en la paz, en los derechos humanos para todos y en la democracia y se volcó en cuerpo y alma a su defensa y a su promoción, de verdad, sin matices, sin cálculos.
Era demasiado para sus enemigos, que eran muchos pero no la pudieron amilanar, no la pudieron destruir, nunca la pudieron vencer, jamás lograron que se arrepintiera. Citando a Silvio Rodríguez diríamos que era una “necia”.
Su partida a la inmortalidad nos deja un vacío que será difícil llenar pero los pueblos en su infinita sabiduría, sabrán parir nuevas Piedad, que continúen su vida y su obra. José Martí dijo: “La Muerte no es verdad cuando se ha cumplido bien la obra de la vida”. Piedad no ha muerto, se multiplicará en cada éxito, en cada victoria del pueblo colombiano, de los pueblos de Nuestra América.
Hasta la Victoria. Siempre!!! querida Piedad, hermana, compañera, amiga.
Sergio Rodríguez Gelfenstein
Caracas, 22 de enero de 2024
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