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miércoles, 1 de febrero de 2023

En conmemoración del 80 aniversario de la Batalla de Stalingrado



Hoy 2 de febrero se conmemoran 80 años de la victoria de la Unión Soviética (URSS) en la Batalla de Stalingrado. Esta gesta marcó el inicio del fin del intento alemán de construir el III Reich y el punto de partida para la derrota definitiva del nazismo durante la segunda guerra mundial (Gran Guerra Patria para la Unión Soviética). Ha sido la batalla más importante en la historia de la humanidad. No quise dejar pasar esta fecha sin recordarla y honrar a los cientos de miles de ciudadanos rusos y de otras nacionalidades que dieron su vida por liberar a la humanidad del cáncer del fascismo.

Durante los meses finales de 1942 ya se había evidenciado que la “Operación Barbarroja” que Hitler había lanzado contra la Unión Soviética en junio del año anterior comenzaba a debilitarse y el ejército alemán -más temprano que tarde- tendría que pasar a la defensa estratégica después de más de un año de ofensiva ininterrumpida.

Avance alemán hacia Stalingrado. 1942

La colosal resistencia en Stalingrado, Moscú y Leningrado, ciudades que las tropas nazis nunca pudieron ocupar, presagiaba el colapso de los intentos nazis de derrotar a la Unión Soviética. No obstante, ese fin todavía se visualizaba muy lejano a mediados de 1942. Stalingrado era el eje fundamental de la región del Cáucaso, ubicada en la zona sudoccidental de Rusia, era ambicionada por Hitler por la gran producción de petróleo que las fuerzas armadas alemanas necesitaban para movilizar su gigantesca máquina de guerra. Así mismo, poseía una gran industria de armamento y era un cruce ferroviario de importancia estratégica toda vez que comunicaba a Moscú con el mar Negro y el Cáucaso, de igual manera era una vía fluvial de primer orden para la navegación por el río Volga. La heroica resistencia de la ciudad paralizó al ejército alemán e hizo imposible cumplir sus planes operativos. Si no hubiera así, la guerra habría tenido otro curso y la historia sería distinta.

Por esta razón, el alto mando alemán se vio obligado a readecuar sus planes, prepararse para la defensa e intentar lograr una victoria definitiva en 1943. Los objetivos estratégicos trazados por Hitler para ocupar y derrotar a la Unión Soviética habían quedado en el intento. Según el Mariscal Gueorgui Zhúkov, el más destacado jefe militar soviético de la época, Alemania carecía de reservas estratégicas y su estado moral era bajo.

Según Zhúkov en noviembre de 1942, los alemanes “tenían en el frente soviético-germano 266 divisiones con efectivos de 6.200.000 hombres, cerca de 51.700 cañones y morteros, 5.080 tanques y cañones de asalto, 3.500 aviones de combate y 194 buques de guerra. Por aquel tiempo, las tropas en campaña de la Unión Soviética contaban con 6.600.000 hombres, 77.800 cañones y morteros, 7.350 tanques, 4.544 aviones de combate”. Así mismo la URSS poseía grandes reservas estratégicas. En términos absolutos la correlación de fuerzas y medios comenzaba a tener un cambio a su favor. La industria militar había logrado reinstalarse más hacia el oriente y ya se encontraba en plena producción. Vistas estas cifras, el conflicto actual en Ucrania pareciera ser solo una escaramuza.

Por otro lado, se había despejado la incógnita sobre las intenciones de Japón (que ocupaban la Manchuria china desde 1931) y ya se sabía que no atacaría a la Unión Soviética, lo cual había permitido trasladar grandes contingentes militares desde el Lejano Oriente a Occidente donde se desarrollaba la parte más sustancial de la guerra. A esto habría que sumarle el gran trabajo de inteligencia, contra inteligencia y desinformación que el alto mando soviético empezó a utilizar con gran éxito en el desarrollo de la contienda.

En este contexto, el Gran Cuartel General (GCG) soviético, con el mayor sigilo comenzó a planificar la esperada contraofensiva estratégica que debía llevar a la liberación del territorio soviético y a la derrota de Alemania. La inteligencia del ejército nazi nunca pudo descubrir los planes soviéticos que incluyeron trasladar a Stalingrado un enorme contingente de tropas, armamento y equipos “en sus propias narices”.

Al comenzar la contraofensiva del ejército rojo, la correlación de fuerzas entre los contendientes era muy pareja con una leve superioridad soviética en tanques. La exhaustiva preparación de las acciones se realizaron desde el GCG, pasando por el Estado Mayor General, los Frentes, ejércitos, cuerpos de ejércitos, divisiones y regimientos hasta las pequeñas unidades de combate y aseguramiento logístico y combativo. La idea de las acciones se proponía establecer un doble cerco (exterior e interior) para aislar y aniquilar a las tropas alemanas en el bolsón creado.

En el desarrollo de las acciones, el papel decisivo le correspondió a soldados, oficiales y generales “con sus audaces ataques, certero fuego, intrepidez, valor y pericia [quienes] se batieron a muerte con el enemigo” según lo relata el mariscal Zhúkov en sus memorias.

El plan establecía que durante la primera etapa de la contraofensiva el papel principal lo debía jugar el Frente del Suroeste al mando del general Nikolái F. Vatutin quien tendría que atacar en dirección sureste hacia la margen derecha del río Don. Mientras tanto, el Frente de Stalingrado al mando del general Andréi Eriómenko, compuesto por los ejércitos 51, 57, 62 y 64, con el apoyo del 8vo. Ejército Aéreo al mando del mayor general de aviación Timofei Jriukin, desarrollaría sus acciones en dirección oeste-noroeste desde la ciudad para unirse con el Frente del Suroeste a fin de concretar el cerco del contingente mayor del ejército alemán.

El 62do. Ejército del general Vasili Chuikov que se encontraba en el interior de Stalingrado debía desarrollar el combate defensivo para impedir las acciones de las tropas del enemigo que operaban directamente contra la ciudad y estar listo para pasar a la ofensiva. El 57mo. Ejército del general Fiódor Tolbujin y el 64to. Ejército del general Mijaíl Shumílov tendrían que pasar a la ofensiva en dirección oeste y noroeste con el fin de copar la agrupación enemiga por el sur para asegurar la ofensiva de las tropas de la agrupación de choque del Frente de Stalingrado desde el noreste. Para crear el frente exterior del cerco en esta dirección se utilizaría el 51er. Ejército que también debía atacar hacia el noroeste.

Un papel fundamental en el éxito tuvieron los medios de transporte de tropas, armamento y equipos. Trabajaron 27.000 camiones simultáneamente con los ferrocarriles que entregaban diariamente 1.300 vagones de cargamentos en condiciones de extrema dificultad cuando el río Volga se encontraba congelado. Del 1° al 20 de noviembre cruzaron el río más de 111.000 hombres, 427 tanques, 556 cañones, 14.000 automóviles y cerca de 7.000 toneladas de municiones, lo cual fue decisivo en el desarrollo de la batalla.

La planificación de los combates, la preparación de los aseguramientos y el trabajo político fueron garantizando el éxito de la operación antes que comenzara. En total silencio las unidades se fueron concentrando en los lugares previstos con anterioridad. Se realizaron simulacros de las probables acciones combativas poniendo el énfasis en la cooperación entre armas, tropas de aseguramiento y tipos de fuerzas armadas, todo lo cual estuvo listo para el 15 de noviembre.


El contra ataque soviético en Stalingrado. Noviembre-diciembre 1942.

En general la idea del combate se proponía crear un cerco interior de las tropas enemigas en Stalingrado y un cerco exterior que asegurara el aniquilamiento del enemigo rodeado y acorralado. Se previó que cuando el cerco estuviese a punto de concretarse, el Alto Mando alemán intentaría trasladar sus tropas desde otros sectores, especialmente de una agrupación que se dislocaba al suroeste de Moscú, a unos 1.000 Km. al noroeste de Stalingrado, en un lugar denominado el saliente de Rzhev. Por ello, fue necesario realizar una operación ofensiva contra esta agrupación nazi para fijarla e impedir que pudiera ser trasladada a la ciudad. Esta misión se planificó entre el 20 de noviembre y el 8 de diciembre cuando se dio la orden para el inicio del ataque. Tras fuertes combates que duraron varios días y aunque esta agrupación no logró cumplir plenamente el objetivo planteado, sus acciones impidieron que el mando alemán pudiera trasladar refuerzos considerables desde Rzhev a Stalingrado, mejorando de esa manera y de forma ostensible la correlación de fuerzas en las inmediaciones de la ciudad para la ofensiva que se preparaba.

El 17 de noviembre el 24to. Ejército del Frente del Don había iniciado la ofensiva en Stalingrado atacando a lo largo de la orilla izquierda del río Don, pero esta acción no tuvo éxito dada la debilidad de las fuerzas participantes, lo cual permitió el contrataque alemán. Sin embargo, este movimiento además de hacerse de forma extemporánea no reunió las fuerzas necesarias que pudieran resistir el golpe principal de los frentes del Suroeste y de Stalingrado que ya el 23 de noviembre se encontraron con la 36ta. Brigada Mecanizada al mando del teniente coronel M. Rodiónov, generándose por primera vez la amenaza de cerco contra la agrupación enemiga. Otro cuerpo acorazado y uno mecanizado acudieron al combate cerrando, como estaba previsto, el anillo del cerco de la agrupación enemiga de Stalingrado, en un territorio triangular en las inmediaciones de la casi confluencia de los los ríos Don y Volga.

A partir de entonces, las tropas soviéticas se propusieron la ofensiva “hacia adentro” es decir en dirección este hacia Stalingrado oprimiendo en el cerco interior al enemigo, que comenzó su retirada bajo férrea persecución de las tropas soviéticas con fuerzas de hasta 3 ejércitos reforzados con tanques, con la misión de rechazar a los nazis lo más lejos posible hacia el oeste de la ciudad, sellando y fortificando el anillo exterior para atacar desde dos direcciones para aniquilar al enemigo cercado. Durante los primeros días de diciembre el objetivo fue cumplido creando las condiciones para la derrota total de los alemanes en el cerco. Así se consumó la primera etapa de la contraofensiva en el frente de Stalingrado.

El 28 de noviembre, en el marco del desarrollo de las acciones combativas para concretar el cerco interior de la agrupación alemana, se comenzó a planificar la operación encaminada a aniquilar la agrupación nazi en Stalingrado. Al comienzo, la ofensiva tuvo un lento ritmo de avance, pero el mando alemán empezó a percibir que las tropas soviéticas se aprestaban a concretar una misión que podría devenir en un desastre de dimensiones incalculadas para las tropas del Reich.

Ante esta situación, Hitler tomó la decisión de crear una nueva agrupación denominada Grupo de Ejércitos del Don, para lo cual ordenó el traslado de tropas desde otros sectores del frente soviético y también desde Francia y Alemania a fin de desarrollar la Operación Tormenta de Invierno. El nuevo Grupo de Ejércitos fue puesto bajo el mando de uno de los mejores generales alemanes, el mariscal de campo Erich Von Manstein, quien recibió la misión de salvar las tropas del 6.º Ejército comandado por el mariscal Friedrich Von Paulus, que se encontraba cercado en Stalingrado.

Estos planes no pudieron ser cumplidos. Varios factores incidieron: las fuerzas armadas de Alemania tenían una elevada escasez de reservas, así mismo las tropas se desplazaban con extrema lentitud bajo el acoso constante de las fuerzas guerrilleras que operaban en la retaguardia en Ucrania y Bielorrusia. La desesperación de Hitler iba en aumento por lo que Manstein se vio obligado a iniciar la ofensiva el 12 de diciembre sin haber consumado sus preparativos.

No obstante a eso, el ejército alemán pudo avanzar hasta 40 Km. de Stalingrado, lo que los llevó equivocadamente a respirar un aire de victoria. El Alto Mando soviético introdujo en combate desde el este al 2do. Ejército reforzado de la Guardia bajo el mando del general Rodión Malinovski quien en una feroz batalla de tanques y con gran apoyo artillero rompió la escalonada defensa alemana y penetró en la profundidad del diezmado ejército, resolviendo definitivamente la suerte de la batalla a favor de las tropas soviéticas. La victoria de Malinovski y el 2do. Ejército de la Guardia selló el destino de los 250 mil soldados alemanes y de otros países atrapados en la bolsa de Stalingrado. Esto permitió que el 16 de diciembre se iniciara la ofensiva de las tropas del Frente del Suroeste que derrotó al enemigo al salir a su retaguardia al oeste de Stalingrado. Manstein se vio obligado a utilizar las últimas fuerzas que le quedaban en un ataque frontal desde el sur poniente, pero el Frente Suroeste que operaba en la zona, le salió al flanco y la retaguardia, decidiendo definitivamente la suerte del 6to. Ejército alemán que ya no podrían salir del cerco.

Las tropas cumplieron brillantemente las tareas planteadas y con la impetuosa victoria ante el enemigo, frustraron el plan de Manstein de desbloquear las tropas de Von Paulus al hacer fracasar todo conato de romper el cerco. Sobrevino la desesperación total en el Alto Mando alemán que desde entonces solo intentaría salvar la mayor cantidad de fuerzas y medios, pretendiendo una retirada ordenada.

Tanto el Alto Mando soviético como el alemán comenzaron a pensar en lo que continuaría a partir de entonces. Hitler pretendió ganar tiempo para detener la contraofensiva soviética que ya se vislumbraba, mientras que Stalin ordenó aniquilar lo más pronto posible la agrupación enemiga cercada e iniciar la persecución de las tropas nazis en retirada hacia el suroeste.

El 31 de enero, a las 5:45 de la mañana, Von Paulus se rindió ante el Ejército Rojo. Aunque algunas fuerzas del ejército nazi continuaron resistiendo, el 2 de febrero se produce la rendición total. Von Paulus fue capturado junto a todo su Alto Mando. El 6.º Ejército fue totalmente destruido.

La Batalla de Stalingrado ha sido la más mortífera y sangrienta en la historia de la humanidad. Según el mariscal Zhúkov hubo “una cifra de muertos estimada en más de un millón, desde el inicio del ataque alemán que parecía irresistible hasta el total aniquilamiento de su punta de lanza, el Sexto Ejército. El balance de la sangrienta batalla habla de un millón de muertos y otro millón de heridos, desaparecidos o capturados de ambos bandos; de 40.000 civiles fallecidos; de 91.000 alemanes hechos prisioneros, de los que solo volvieron a casa (12 años después) 6.000”.

En la Batalla de Stalingrado se produjo una total victoria de la Unión Soviética que significó el comienzo de la derrota definitiva del III Reich. En ella se conjugaron la sabia dirección política y militar de la contienda por parte del GCG y el Alto Mando, de los generales y oficiales, así como el valor y arrojo de los soldados, el acertado abastecimiento combativo y logístico desde la industria militar, el transporte y el avituallamiento de las tropas y sobre todo el honor, la valentía y la gloria de los ciudadanos de la urbe que en total justicia fue declarada Ciudad Héroe.

Hoy, al igual que hace 80 años el ejército ruso está luchando por salvaguardar a la humanidad del fascismo. Hoy, como hace 80 años, Rusia está entregando a sus mejores hijos para impedir que el virus del nazismo enquistado en los países occidentales pueda resurgir para amenazar al mundo con la destrucción, el avasallamiento y la pérdida de los valores por lo que se ha luchado tantos años. Hoy, al igual que hace 80 años, Rusia vencerá y con ella venceremos todos los pueblos dignos del planeta.

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