Actividades Académicas

martes, 11 de julio de 2017

El peligro de la irracionalidad como forma de hacer política



En medio del fragor de los combates por intentar detener la ofensiva conservadora en el planeta y en particular en América Latina y el Caribe, se hace necesario tomar un tiempo para sistematizar la experiencia, estudiar los errores cometidos y sacar las enseñanzas de cara al futuro. Las generaciones que tomarán el relevo agradecerán tener los elementos de juicio que emanan del conocimiento de la historia local, regional y global, a fin de aprehender formas y métodos de lucha y entender de manera dialéctica que la batalla por la libertad y la definitiva independencia es un proceso continuo en la historia.

La validez de esta aseveración se constata, tras observar la actitud de la candidata presidencial del Frente Amplio de Chile, Beatriz Sánchez, quien a pesar que su agrupación se auto califica como de izquierda, tomó distancia de la figura de Salvador Allende y en una entrevista para una revista de farándula, asumió la visión de la derecha reaccionaria sobre los alcances que tuvo el gobierno de la Unidad Popular para su pueblo. No se puede ser de izquierda en Chile ni en América Latina al margen de la figura señera del Presidente Allende. Si el objetivo de Sánchez era captar voto, debió saber que ello es imposible de esa manera, por lo menos entre aquellos que fuimos partícipes agradecidos de la época más hermosa de la historia de Chile. Tal vez haya sido esa, una de las causas de no haber cumplido las expectativas de participación en las primarias que hizo su agrupación. Una Bachelet pudiera ser admitida, pero dos, ya es demasiado. Hacer gala de ignorancia no exime de ser portador de ella, por eso es importante dejar constancia de los hechos vividos, de las epopeyas de los pueblos en el camino de su liberación, donde a cada generación le toca jugar un papel acorde las circunstancias de cada momento.


La actual ofensiva reaccionaria global, en la que se recurre a las prácticas terroristas propias del fascismo no es, como muchos piensan, efecto de un poderío superior de las huestes de la derecha mundial, por el contrario es expresión de su debilidad, de su desesperación, de su necesidad de sobrevivencia, de su afán superlativo por mantener su riqueza y sostener sus niveles de vida, incluso al costo de la depauperación, miseria y exterminio de parte importante de la humanidad. 

Al observar los acontecimientos actuales, vemos con preocupación que la política está siendo superada por la irracionalidad, lo cual conduce a que la estabilidad del planeta se encuentre en un momento extremadamente delicado. Los acontecimientos en Siria y el Medio Oriente, en el mar del Sur de China, Ucrania y Venezuela, por poner algunos ejemplos denotan una desembozada actitud injerencista en algunos casos y de apoyo al terrorismo en otros, de parte de Estados Unidos y otros países como Arabia Saudita, Israel, Colombia, México y España por mencionar algunos de los más connotados, los que avalados por la mayor potencia mundial no sienten obstáculos en su afán de brutal represión interna, mientras cumplen el mandato imperial de sostener grupos que pretenden retrotraer la historia. 

La irracionalidad es hoy la norma, una rápida mirada en un buscador de Internet poniendo el apellido del presidente estadounidense y/o de su secretario de estado, junto al nombre de algunos países, arrojó que en referencia a Siria, el mandatario y su asesor se han referido 13 veces a ese país dando opiniones distintas y en la mayoría de las veces contradictorias. Otro tanto ocurrió con Rusia, 8 veces, Irán 5 y Corea 6. Tras estas cifras se esconde una mezcla peligrosa de ignorancia, estupidez, soberbia imperial y desprecio por la humanidad que no da certezas respecto de cuál puede ser la actuación de Estados Unidos frente a uno u otro hecho y que es posible esperar lo peor. 

En un hecho insólito, que da cuenta de la preocupación, incluso de los otros poderes mundiales por el desatino con que el gobierno de Estados Unidos está manejando las relaciones internacionales, en la reunión del Grupo de los 20 (G-20) que se celebra en Hamburgo, Alemania, 19 países (menos Estados Unidos) decidieron prepararon un borrador de declaración final en materia de defensa del clima planetario, que recogerá la opinión contraria de éste, cuyo presidente decidió sacar a su país del Acuerdo de Paris. 

En ese marco de discursos y actuaciones insensatos, en un acto realizado en Miami, el pasado 5 de julio, Día de la Independencia de Venezuela el diputado opositor Juan Requesens, con total desparpajo, afirmó que si se realiza la elección para los miembros de la Asamblea Constituyente el próximo 30 de julio, eso sería el comienzo de una guerra, pero que para llegar a ello en la forma de una intervención extranjera, se debe pasar por la actual etapa de violencia. Me preguntó que podría pasar en Colombia, España, México, Chile o en el propio Estados Unidos si un diputado opositor, hace un claro llamado a la intervención militar extranjera en su país, justificando las acciones violentas de desestabilización como parte del proceso de creación de condiciones para un evento fatídico con esas características, para cualquier país.

Casi simultáneamente, Arabia Saudita después de recibir la visita del presidente Trump, acusó a Catar de practicar el terrorismo, por lo que decidió romper relaciones con ese país, además de imponerle férreas sanciones comerciales y económicas. Como dijera una periodista británica, “…es como si McDonald´s acusara a Burger King de vender comida chatarra, como si Coca-Cola acusara a Pepsi de exceso de azúcar…”. Con la total venia de Occidente, la monarquía wahabita desata una criminal guerra contra Yemen que ha producido miles de víctimas en la población civil y el mayor desastre humanitario de la actualidad, al mismo tiempo que sigue armando financiando y organizando al terrorismo en todo el planeta. Como premio, obtuvo un puesto en el Consejo de derechos Humanos de la ONU.

¿Será que la humanidad no puede ponerse de acuerdo para ponerle coto a estos demenciales actos de destrucción y muerte? O, ¿la voracidad capitalista terminará imponiendo sus códigos de destrucción y avasallamiento? Es evidente que la política en sus formas tradicionales no ha podido frenar los peligros que acechan al planeta. La diatriba entre izquierdas y derechas ha sido superada por amenazas de dimensiones superiores, cuando Estados Unidos sin ambages advierte de la posibilidad de usar armas nucleares en la península coreana, poniendo en riesgo a todo el planeta

La contribución de cada quien, tal vez se circunscriba a su ámbito local, a su entorno más inmediato, a generar condiciones políticas y económicas que impidan el éxito de la barbarie capitalista, impedir la guerra, evitar la intervención, a través de una intensa movilización popular, pero también mediante la organización y la formación de férreas estructuras de carácter social y popular, como forma de contener el desenfreno de un modelo que ha hecho del lucro y el consumo sin control, su razón de ser y su veneno maldito para comprar conciencias y pulverizar voluntades. 

Pero, sigo pensado que a pesar de todo, “…se abrirán las grandes alamedas por donde pase el hombre libre para construir una sociedad mejor” como preconizara el Presidente Allende, en el momento de su paso inmortal a la historia.

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