Hay múltiples interpretaciones de lo ocurrido, pero
la mayoría evidencian la idea de que si bien
las transformaciones eran imprescindibles para seguir sosteniendo el
modelo y que el resultado de las mismas eran de difícil pronóstico, existían
posibilidades para proyectar a la Unión Soviética en el tiempo a partir de un
nuevo tratado entre las repúblicas que la componían, aun considerando que algunas de ellas no
tenían el más mínimo interés en seguir perteneciendo a la Unión. Este propósito se sostiene en las cifras del
referéndum hecho el 17 de marzo de 1991, en el que se consultó a los ciudadanos
si querían preservar la Unión Soviética como una renovada federación con
iguales derechos en los que estuvieran aseguradas las libertades de los
individuos independientemente de la nacionalidad a la que pertenecieran.
En la consulta participaron nueve de las quince repúblicas, Letonia, Lituania, Estonia, Armenia, Georgia
y Moldavia que poseían alrededor del 20% de la federación se negaron a
concurrir al evento comicial. El restante 80% votó en un 76,4% a favor del mantenimiento de la Unión
Soviética.
Sin embargo, el curso de los acontecimientos desde
marzo se aceleró. Boris Yeltsin se transformó en el dirigente anticomunista que
Estados Unidos necesitaba. Su carácter ambicioso y su gran olfato político, lo
transformaron en el líder que logró el protagonismo, superando a otros
dirigentes y relegando al dubitativo y pusilánime Gorbachov a jugar un papel
secundario en los acontecimientos que ocurrían.
La heredera natural de la Unión Soviética fue Rusia,
que poseía alrededor del 77% de su superficie y 51% de la población. En esa
condición asumió su puesto como miembro permanente del Consejo de Seguridad de
la Organización de Naciones Unidas, acreditándose como el único país (de la ex
URSS) autorizado a poseer armamento nuclear, lo que suponía un problema porque
el arsenal atómico de la Unión Soviética se encontraba desplegado en varias
repúblicas.
El 12 de junio, Yeltsin había sido elegido
presidente de Rusia. En esa condición le tocaba conducir su política exterior. Durante
su mandato, se produjo la caída abrupta
de la economía que tuvo un descenso de su PIB de un 37% entre 1991 y 1999 y, una
baja en la expectativa de vida de 67,8 años en 1992 a 65,3 en 2000. Estos datos
fueron, –entre otros- expresión de un país estancado que a pesar de su poderío
militar no podía tener el más mínimo protagonismo en el escenario
internacional.
En esas condiciones Yeltsin consideró que vincularse
a Occidente y su modelo político-económico le iba a granjear las simpatías de
sus antiguos enemigos. Ello no ocurrió. Así mismo, se vio obligado a producir una importante
reducción de sus arsenales nucleares, mientras Estados Unidos aceleraba la
expansión de la OTAN hacia el este, todo lo cual generó resistencia en el
parlamento y rechazo en la población. En este mismo ámbito, su intento de
“europeizar” Rusia fue un total fracaso.
Rusia comenzó a perder significación como potencia
mundial. Sus ex aliados se rindieron a Occidente, su anterior zona de influencia
se tornó insegura y la nula capacidad de actuar en su entorno quedó
expresamente demostrada durante la intervención de la OTAN en Yugoslavia,
cuando Estados Unidos y Europa operaron con total impunidad imponiendo un nuevo
orden mundial a la fuerza, en una de las primeras manifestaciones de la
unipolaridad naciente
Esta situación se mantuvo durante casi todo el
gobierno de Yeltsin, al final de ese período se pudieron observar algunos
cambios que, sin embargo, no modificaron
la situación de debilidad de la anterior potencia bipolar en el sistema
internacional. La llegada de Vladimir Putin al poder comenzó a transformar esa realidad. La aspiración de
los rusos se manifestó en un artículo periodístico
de la época en el que se señala que “Putin debe restaurar lo que Yeltsin
destruyó: el orgullo de sentirse parte
de una gran potencia. Los rusos quieren respeto, no compasión” En ese marco, Putin anunció lo que sería su
modelo de política exterior:
modernización económica, estabilidad política
y mejora de la seguridad.
Al comenzar su mandato, el nuevo presidente
consideró que las condiciones de debilidad de su país lo obligaban a hacer concesiones
a Occidente. No tuvo reparos en ello, pero paulatinamente esa opción se fue
modificando ante la invariabilidad de la respuesta de Estados Unidos que no
alteró un ápice su política pretendiendo arrodillar al gigante euroasiático. La
agresión occidental contra Irak en el año 2003, fue el punto de inflexión de la
política exterior rusa que nuevamente comenzó a asumir posiciones de fuerza en
su papel de miembro permanente del Consejo de Seguridad de la ONU. Rusia había
vuelto al escenario mundial después de casi 15 años dando lástima. Un elemento
significativo de esta nueva orientación fue el acercamiento del Presidente ruso
hacia China, concluyendo los problemas limítrofes, incrementando el comercio
bilateral y creando en 2001 la Organización de Cooperación de Shanghái que se transformó en una contraparte de poder a
Estados Unidos en Asia.
Esta política que se ha seguido desarrollando y
fortaleciendo en la medida del crecimiento económico y la estabilidad interna es
la que permite hoy al presidente Putin enfrentar desde otra perspectiva la
nueva crisis en las relaciones bilaterales, motivadas en el asilo temporal que
el gobierno ruso ha concedido al ex agente de la NSA, Edward Snowden.
Estados Unidos canceló unilateralmente la reunión cumbre
bilateral que debía realizarse en Moscú a principios de septiembre. Obama se
quejó diciendo que la "retórica"
del presidente ruso se asemeja a "los viejos estereotipos de la Guerra
Fría". Citó el asilo a Snowden como una anécdota en las tensiones
existentes y se burló del presidente ruso, al afirmar que tiene "una mirada vaga, como del chico
aburrido que se sienta al final de la clase".
Aunque en 2009 parecía iniciarse una nueva era de
amistad en las relaciones bilaterales que llevó
a que ambos países cooperaran en Afganistán y a que el gobierno de
Estados Unidos haya desmantelado el plan para construir un escudo anti-misiles
en República Checa y Polonia mientras Rusia apoyaba las sanciones del Consejo
de Seguridad de la ONU contra Irán, las relaciones se han deteriorado por el
bombardeo de Libia con el que Rusia no estaba de acuerdo o la negativa de Putin
a presionar al presidente Assad en Siria.
La
decisión de Obama ha recibido el
apoyo de republicanos y demócratas. Así mismo, en una rara ocasión, los
editoriales de The New York Times y el The Wall Street Journal han coincidido
esta semana en alabar el anuncio, dando unanimidad política y mediática a tal
decisión como es habitual en los temas estratégicos de política exterior de
Estados Unidos
Por su
parte, Rusia ha manifestado su decepción por tal anuncio. Yuri Ushakov , asesor
del presidente ruso declaró que “Estamos decepcionados por la decisión de la
administración norteamericana de anular la visita que el presidente Obama
planeaba cumplir a comienzos de septiembre a Moscú” y agregó que “es evidente
que esta decisión está relacionada con la situación -no creada por nosotros- en
torno al ex funcionario de los servicios especiales Snowden”. El asesor
presidencial terminó lamentando que esta situación sea una demostración que
Estados Unidos al igual que antes, no
tiene disposición para construir relaciones sobre el principio de equidad.
El vice titular
de Relaciones Internacionales del Consejo de la Federación Rusa, Andrei Klimov
fue más allá al afirmar que Obama “es un rehén de la situación política interna de su país".
Klimov agregó que se suponía que el presidente estadounidense respetaba
los principios de igualdad mutua y de no intervención en los asuntos internos
de Rusia, pero que en realidad "Estados Unidos se comporta como si fuera el centro del
Universo" concluyendo tajante al expresar la seguridad de que “la vida va a obligar a Obama a negociar y a
colaborar con Rusia, lo quiera o no”.
Los tiempos han cambiado. Rusia ha vuelto a
ser un actor internacional protagónico, lo nuevo es que la retórica ha superado
a la confrontación. Ese será el signo de los nuevos tiempos y en esta
dinámica, –al igual que China-Rusia
tiene algo que decir.
No hay comentarios:
Publicar un comentario