España es un país de origen multicultural establecido en una región en la que a través de la historia se ubicaron diversos pueblos provenientes del norte de África y el oeste de Europa. Sufrieron diversas ocupaciones hasta que los romanos se asentaron en su territorio e impusieron por primera vez una autoridad política única hacia el siglo I a.C.
La
península ibérica fue ocupada por los visigodos entre los siglo V y mediados
del VIII d.C. Posteriormente los árabes invadieron el territorio y se
mantuvieron por 7 siglos. Los descendientes de los visigodos concentrados en el
norte de la península fueron organizando reinos (Castilla, Aragón, Cataluña,
Navarra y León entre otros) y comenzaron el proceso de unificación por oposición
a los árabes.
Este
proceso tuvo su punto cúlmine a través del matrimonio de Isabel de Castilla y
Fernando de Aragón, cuyo nieto Carlos V llegó a ser Emperador del Sacro Imperio
Romano Germánico que abarcaba la mayor parte de Europa. En 1492, estos monarcas
expulsaron de España a los árabes y a los judíos paralizando el desarrollo del
país y sumiéndolo en un atraso del que sólo pudieron reponerse bien avanzada la
segunda mitad del siglo XX. Por esa “obra”, el Vaticano les otorgó el título de
Reyes Católicos.
La
monarquía de los Borbón, actualmente reinante en España, se estableció en el
país al comenzar el siglo XVIII. A pesar de las gigantescas riquezas que
expoliaron de sus colonias en América, su incapacidad administrativa y las
repercusiones de la Revolución Francesa de 1789 ocasionaron una profunda crisis
en el Estado. Al inicio del siglo XIX se empezaron a revelar expresiones de esa
crisis cuando se produjeron diversas conjuras y manifestaciones populares en
contra de la realeza. En estas condiciones Fernando VII asumió el trono para tratar
de salvar a la monarquía e impedir que estas ideas libertarias llegaran al otro
lado del Atlántico, donde vientos de libertad e independencia agitaban sus
colonias en el continente americano.
Los
movimientos independentistas de finales del siglo XVIII y comienzos del XIX en
Sudamérica, tuvieron su concreción en 1810 en Caracas cuando el 19 de abril se
declaró la independencia de Venezuela, otras colonias tomaron el mismo camino
durante ese año y los posteriores. La respuesta de la metrópoli no se hizo
esperar, momentáneamente la contrarevolución se impuso y los patriotas se
vieron obligados a desatar la guerra por la Independencia.
En
España, el 19 de marzo de 1812 en una reunión extraordinaria de las Cortes en
Cádiz fue promulgada la primera constitución del país, un instrumento jurídico
bastante avanzado para su época. Su articulado considerado muy liberal para ese
momento contenía un articulado que consagraba entre otros aspectos la soberanía
en la Nación (ya no del rey), la monarquía constitucional, la separación de
poderes y la limitación de los del rey.
Esta
constitución estuvo vigente durante dos años hasta que en mayo de 1814 fue
derogada tras el regreso de Fernando VII a España. El monarca ordenó la
detención de los diputados liberales e inició la más brutal persecución contra
ellos. Los enunciados que significaban la pérdida de poder político y económico
de la monarquía en favor de los ciudadanos provocaron una respuesta sanguinaria
y atroz del Estado que nuevamente se refugiaba en el absolutismo más férreo
para conservar la autoridad.
El
símbolo más reconocido de la Constitución de Cádiz fue el general Rafael del
Riego. Con el grado de Teniente Coronel, este valeroso militar asturiano juró
la Constitución en 1812. A través de su participación en la masonería
estableció contacto con los patriotas iberoamericanos y conspiró junto a otros
liberales durante los 6 años de la restauración absolutista, hasta el
establecimiento del llamado Trienio Liberal que volvió a darle vigencia a la
Constitución Liberal de 1812, desde 1820 hasta 1823
El
1° de enero de 1820, en las Cabezas de San Juan (Andalucía), el Comandante
Rafael del Riego proclamó la Constitución de Cádiz, restableció las autoridades
constitucionales y con ello evitó el traslado a América, del Ejército con el
que Fernando VII buscaba someter a los patriotas que luchaban por la
Independencia. En su arenga a las tropas Riego expuso su rechazo a "…las
órdenes de un rey ingrato que asfixiaba a su pueblo con onerosos impuestos”,
explicaba que la monarquía “… intentaba además llevar a miles de jóvenes a una
guerra estéril, sumiendo en la miseria y en el luto a sus familias”. Finalmente
el honorable oficial informó a sus subordinados que “Ante esta situación he
resuelto negar obediencia a esa inicua orden y declarar la constitución de 1812
como válida para salvar la Patria y para apaciguar a nuestros hermanos de
América y hacer felices a nuestros compatriotas”, finalizaba airoso exclamando
“¡Viva la Constitución!"
A
partir de aquel 1° de enero de 1820 ningún soldado español sería enviado a restablecer
el absolutismo en ninguna parte de América. Esta decisión del general del Riego
y de los liberales españoles y su determinada oposición a que se trasladara un
nuevo ejército español a América tuvo una influencia decisiva en la Batalla de
Carabobo y en los posteriores combates que llevaron a la Independencia
definitiva en Ayacucho en 1824.
En
ese contexto el propio Simón Bolívar en carta dirigida a Melchor Aymerich,
último gobernador español de Quito, fechada el 18 de febrero de 1822 en Popayán
en el que le insta a evitar mayor derramamiento de sangre ante la virtual
debilidad de las tropas españolas frente a la ofensiva patriota, le informa de
la rebelión de Riego como argumento para que Aymerich tome una decisión a favor
del fin del conflicto. Expone el Libertador: “Tenga V.E. entendido que el
gobierno español está reducido a una espantosa anarquía; que el señor General
Riego, con otros muchos ilustres jefes, están a la cabeza de un partido
republicano que en este momento debe haber derrocado al trono de Fernando VII.
Yo podría convencer a V.E. con documentos oficiales, si me atreviese a
exponerlos a los azares de la guerra, en un territorio que ha estado siempre
cubierto de bandidos. Estos documentos existen y yo celebraré infinito
mostrarlos a quien V.E. destine”
La
revolución liberal en España en 1820 propició otras en Nápoles, Sicilia,
Portugal, Piamonte y Francia. La respuesta de las potencias de la Santa Alianza
del Altar y el Trono (Francia, Austria y Rusia) fue invadir España y derrocar
el gobierno liberal en 1823. El 7 de noviembre de 1823 el general Riego fue
ahorcado en Madrid por orden de Fernando VII, y todos los liberales cruelmente
reprimidos en España. En abril de 1931 el Gobierno de la República española
adoptó como Himno Nacional “la Marcha de Riego”, sustituido desde la dictadura
fascista de Francisco Franco (1939-1977) por la denominada “Marcha Real”.
Riego
es el máximo exponente de los defensores de las libertades civiles en España, y
es considerado el mártir por excelencia de la represión política contra el
liberalismo. Actualmente su retrato se puede ver en las Cortes Generales junto
a otros cuadros como la Jura de la Constitución de 1812.
Doscientos años después, y con motivo del Bicentenario de la Constitución de Cádiz, se ha convocado para el 16 y 17 de noviembre en esa ciudad andaluza a la XXII Reunión Cumbre de Jefes de Estado y Gobierno de Iberoamérica. Sería éste, un buen momento para que los representantes gubernamentales de las naciones que fueran colonizadas por España, rindieran un merecido homenaje al general Riego y a los liberales españoles que con su acción y el sacrificio de sus propias vidas jugaron un papel decisivo en la lucha por la Independencia de nuestras naciones.
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