Actividades Académicas

jueves, 29 de abril de 2021

El conflicto estratégico del siglo XXI (II).

 


La semana pasada analizamos todos los elementos que permiten afirmar desde el punto de vista conceptual que Estados Unidos se está preparando para trasladar el conflicto estratégico de los próximos años al Asia-Pacífico transformando a China en su enemigo estratégico. Para ello haremos una revisión cronológica de los hechos desde que Joe Biden llegó a la presidencia. Al final cada quien podrá sacar sus propias conclusiones

23 de enero

El portaaviones estadounidense Theodore Roosevelt, acompañado por tres navíos de guerra, entró en las aguas del mar de la China Meridional.

25 de enero

El Ministerio de Asuntos Exteriores de China acusó a Estados Unidos de provocar inestabilidad en Asia al desplegar barcos de guerra en la proximidad de su territorio. “Esto no favorece la paz y la estabilidad en la región", dijo a la prensa el portavoz de la Cancillería china, Zhao Lijian.

29 de enero

El portavoz del Ministerio de Defensa chino, Wu Qian, reiteró que Taiwán es una parte de China y afirmó que la independencia de la isla “significará una guerra”, agregando que: “aquellos que jueguen con fuego se quemarán”,

jueves, 22 de abril de 2021

El conflicto estratégico del siglo XXI (I)

 


Es habitual que todos los presidentes estadounidenses hagan patente su vocación imperialista, agresiva e intervencionista. El objetivo es dual: por un lado, demostrar al mundo que Estados Unidos es la principal potencia y que tiene el poder de hacer lo que les venga en gana en cualquier lugar del planeta y, al mismo tiempo, demostrar a la estupidizada opinión pública del país que el matonaje fuera de las fronteras es lo que les garantiza su estilo de vida: de lucro para unos, de consumo para otros y de derroche para terceros.

Sin embargo, hay que decir que Joe Biden lanzó esa señal mucho más pronto que ninguno. El 25 de febrero a tan solo 31 días de haber asumido la más alta magistratura de su país ordenó un bombardeo a Siria. El argumento fue el “ojo por ojo, diente por diente”. Es como si Japón en 1945 hubiera lanzado bombas atómicas en Seattle y San Francisco como respuesta a Hiroshima y Nagasaki. Ese es el lenguaje imperial y el que espera buena parte del establishment bipartidista de Estados Unidos, siempre ávido de abultar sus ingresos provenientes de la venta de armas y de drogas, sin importar cuánta sangre sea derramada para lograr los objetivos.

La actuación de Biden sorprendió a inocentes e ignorantes que suponían que el presidente demócrata era diferente y que su llegada al poder iba significar un alivio para la convulsionada humanidad que se bate contra la pandemia de Covid-19. Contrario a esas espurias esperanzas, ya antes de tomar posesión, Biden comenzó los juegos de guerra que auguran un futuro inmediato de extrema tensión en el planeta. En este contexto, el escenario principal de conflicto es el Mar de la China Meridional y la República Popular China el principal enemigo para los afanes hegemónicos de Estados Unidos

jueves, 15 de abril de 2021

¿Habrá guerras por el agua?



De acuerdo a un informe de la Unión de Trabajadores de la Tierra (UTT) de Argentina citado por el portal “Resumen Latinoamericano”, según el Censo Nacional 2010 en ese país “5.3 millones de personas no tienen acceso al agua potable dentro de su vivienda y cerca de 1 millón no la tiene en el perímetro de su terreno”, lo cual significa que el 13% de los habitantes están imposibilitados de contar con agua en sus hogares.

El mismo informe señala que las causas de dicha situación hay que encontrarlas en el Cambio Climático, las modificaciones en los usos del suelo y el aumento del extractivismo, todo lo cual influye negativamente en la vida de los ciudadanos en general y de los trabajadores que necesitan el agua para realizar sus labores. Los habitantes de algunas zonas rurales deben pagar ocho veces más que los de las urbanas y a veces incluso caminar muchas horas para obtener el agua necesaria a fin de solventar las necesidades mínimas para la vida.

En Chile, recientemente se ha denunciado que Fuad Chahín, candidato a la Convención Constitucional y presidente del derechista Partido Demócrata Cristiano -que fue el principal promotor del golpe de Estado contra el presidente Allende, propagandista de la dictadura en sus primeros años y usufructuario protagónico de la pos dictadura- ha utilizado sus conexiones dentro del poder para salvaguardar intereses familiares, promoviendo leyes para que sus allegados tuvieran acceso privilegiado al agua, violando la ley que supuestamente juró defender. En su época de parlamentario, Chahín votó en temas vinculados a intereses propios o de su clan, si se considera que algunos de sus familiares directos, además de ser dueños de gran cantidad de derechos de agua en la comuna de Curacautín en la Región de la Araucanía al sur de Chile, poseen superlativos intereses en la generación hidroeléctrica de la región.

Estos son solo dos ejemplos recientes que expresan la paulatina conflictividad surgida de la imposibilidad de que importantes sectores de la población tengan acceso al agua. Tal vez, esto es lo que llevó a que la vicepresidenta de Estados Unidos Kamala Harris el pasado 7 de febrero haya manifestado en tono amenazante que: “Durante años las guerras se han peleado por el petróleo, [pero que] en poco tiempo serán por el agua”.

Aunque se estaba refiriendo a una problemática local de su país en la que reconocía “desigualdades en el acceso”, se debe considerar lo que el significado de la palabra “guerra” tiene, cuando es mencionada por la segunda figura de la administración del país más poderoso, agresivo y belicista del mundo.


Hay que recordar que el agua dulce solo representa el 2,5% de los 1.386 millones de kilómetros cúbicos de reservas de agua que hay en el mundo, sin embargo el 70% de ese total corresponde a polos y glaciares, al mismo tiempo que otra cantidad significativa se encuentra en ríos no potabilizados.

Los pueblos de todas las latitudes y longitudes del planeta conocen ampliamente lo que ocurre cuando Estados Unidos tiene falencias en sus reservas de algún recurso o, cuando se producen insuficiencias internas que no permiten garantizar el consumo cotidiano. De la misma manera, se sabe mucho acerca de las formas y métodos que utiliza para obtenerlos. Si la presión, el chantaje, las amenazas, las sanciones, los bloqueos y los asesinatos de líderes no funcionan, recurren a la guerra, esta vez anunciada de antemano por la vicepresidenta Harris.

Aunque parezca increíble que la carencia de agua sea causa de conflicto y guerra, ello es casi tan antiguo como la propia sociedad. Michael Klare en su obra “Guerras por los recursos. El futuro escenario del conflicto global” nos recuerda que ya en el Antiguo Testamento se señala que ante la incapacidad de los israelitas para entrar en los fértiles valles del Rio Jordán sin antes expulsar a sus habitantes, Dios les instruyó que entraran a esa tierra toda vez que él se encargaría de expulsar a los pueblos autóctonos que la poblaban. Posteriormente, le ordenó a Josué -sucesor de Moisés- que cruzara el Jordán y exterminara a “los habitantes de Jericó y otros asentamientos de la zona”.

Son innumerables a través de la historia los hechos de guerra vinculados al agua. En fechas recientes, se ha estado agudizando un conflicto de dimensiones insospechadas entre tres países (Egipto, Sudán y Etiopía) de los 11 que se encuentran en la cuenca del río Nilo, el mayor del mundo.

El río Nilo tiene dos fuentes principales: el Nilo Blanco que aporta el 20% y el Nilo Azul que representa el 80% de sus aguas. Este último tiene su nacimiento en el Lago Tana en Etiopía y fluye hacia el norte en dirección a Sudán y posteriormente a Egipto para luego desembocar en el mar Mediterráneo.



En 2011 Etiopía inició la construcción en el Nilo Azul de la “Gran Presa del Renacimiento Etíope” -la más grande de África- sin que previamente se llegara a un acuerdo con los dos otros países que aguas abajo también son subsidiarios del río. No obstante, en el año 2015 se firmó un acuerdo entre los tres por el que Etiopía se comprometía a no afectar la disponibilidad de agua de Sudán y Egipto. Pero, en fechas recientes, variadas desavenencias entre las partes aumentaron la tensión amenazando con echar por la borda la colosal obra.

El vínculo de Egipto con el Nilo es histórico y fundamental ya que el río fue el sustento principal para erigir una gran civilización en la antigüedad, lo cual ha signado parte importante de la vida del país y de su diplomacia en el último siglo.

Desde el año 1902, Egipto viene realizando acuerdos internacionales encaminados a apuntalar su posición dominante sobre el Nilo, lo cual no es del agrado de Etiopía ni de Sudán. En un artículo titulado “Las guerras del agua. Egipto, Sudán y Etiopía” publicado en el portal Rebelión por el analista especializado Germán Romano, el autor recuerda que Butros Butros-Ghali, ex Ministro de Relaciones Exteriores de Egipto, en una entrevista con el periódico BBC durante el año 1985 expuso la posición de su país en relación al Nilo: “La próxima guerra en Oriente Medio se librará por el agua, no por política”. Posteriormente, debió modificar su punto de vista al asumir funciones como Secretario General de la ONU entre 1991 y 1996, favoreciendo la cooperación como forma de hacer un aprovechamiento óptimo para todos los involucrados con el gran río. Así, Butros-Ghali antecedió a la actual vicepresidenta de Estados Unidos en su percepción de la conflictividad que la carencia de agua puede generar en el sistema internacional.

En el artículo mencionado, Romano apunta que: “En caso de un conflicto armado entre estos países, las consecuencias recaerán sobre las poblaciones que sufren los efectos de gobiernos que no son elegidos por el pueblo (sic). Asimismo está en riesgo el acceso sin distinción de fronteras para el riego utilizado por agricultoras y agricultores.”

Desde este punto de vista, no debe entenderse como casualidad estrictamente vinculada a la riqueza energética que se hayan producido las intervenciones militares de Estados Unidos y la OTAN en Libia e Irak. En el caso del país africano, bajo su desierto se encuentra uno de los mayores reservorios de agua de todo ese continente. El interés en explotar y distribuir el líquido en amplios sectores de la población, se transformó en la obra estratégica de mayor alcance del gobierno de Muamar Gadafi, que logró hacer una revolución verde en las arenas del Sahara, convirtiendo su país en un gran vergel que posibilitó acceso al agua y alimentos a grandes sectores de la población, llevando al país a ser el de mayor Índice de Desarrollo Humano (IDH) del continente.

En Irak, la confluencia de los ríos Tigris y Éufrates fue el sustento para que se originara la civilización mesopotámica que tanto brillo y tantos avances dio a la humanidad en materia de ciencia y tecnología. Esa riqueza, además de sus grandes reservas petrolíferas y gasíferas constituyó el eje de la ambición imperial que motivó la invasión a ese país en 2003. De manera tal que llega tarde el anuncio de la vicepresidenta Harris. Por si no lo sabe, su país ha sido protagonista de crueles incursiones en países dueños de grandes existencias de agua a las que los tentáculos imperiales también han querido echarle mano. América Latina debe tomar nota de esta nueva amenaza bélica. Poseedora del acuífero guaraní en los confines de Argentina, Brasil y Paraguay y las cuencas del Amazonas, el Río Negro y el Orinoco donde se concentran parte importante de las reservas de agua dulce del planeta, nuestra región es objetivo fundamental del interés imperial en un elemento vital para la vida en el planeta.

domingo, 11 de abril de 2021

Venezuela tiene su estrategia: Escudo Bolivariano

 


A través de la historia (por lo menos desde el fin de la segunda guerra mundial) la impronta intervencionista de Estados Unidos tuvo a la Agencia Central de Inteligencia (CIA) como actor principal. Todo el entramado conspirativo que condujo a invasiones armadas, golpes de estado contra presidentes democráticos, asesinato de líderes, desestabilización de países, entrenamiento de terroristas y oficiales de otras naciones, la aplicación de interrogatorios bajo tortura y la sistematización de métodos de obtención de información violando derechos humanos y todo tipo de acciones ilegales tenían como eje, operaciones encubiertas y de inteligencia de ese servicio fundado en 1947.

La secretividad y el ocultamiento de las operaciones de la CIA marcaban la pauta de la política exterior de Estados Unidos en conflicto permanente con el Departamento de Estado y la Consejería de Seguridad Nacional, en el protagonismo por atribuirse logros en el cumplimiento de los objetivos internacionales imperiales de su país.

Caso paradigmático en este sentido fue el accionar de Estados Unidos contra Chile durante el gobierno del presidente Salvador Allende. En primer lugar, el presidente Nixon intentó impedir por todos los medios que Allende fuera ratificado por el Congreso como lo establecía la ley chilena de la época. Para ello recurrieron incluso al expediente de asesinar al Comandante en Jefe del Ejército, general René Schneider, un militar constitucionalista.

martes, 6 de abril de 2021

Recordando la historia

 


En fecha tan temprana como diciembre de 1979, solo cinco meses después del triunfo de la revolución sandinista, el somocismo derrotado que se había refugiado en los países fronterizos, comenzó las acciones armadas contra Nicaragua en la frontera con Honduras.

Los primeros días de ese mes, fui enviado a la región noroccidental en el departamento de Chinandega con una batería de morteros a reforzar a un batallón de infantería que sería desplazado a la frontera para hacer frente a las primeras acciones militares realizadas desde Honduras en connivencia con el gobierno y las fuerzas armadas de ese país y el aval de Estados Unidos.

Recuerdo haber pasado mi primer “Día de la Inmaculada Concepción de María”, “La Purísima” en Nicaragua, la conmemoración religiosa más importante del país el 8 de diciembre al norte de Somotillo, cerca de los poblados de Santo Tomás y Cinco Pinos, en las estribaciones del cerro El Variador, a muy poca distancia del límite fronterizo, y al este de la ciudad de Choluteca en Honduras.

Desde las elevaciones se podía ver la agrupación enemiga que se organizaba en territorio hondureño a “vista y paciencia” del ejército de ese país. Supusimos que concentraban fuerzas para realizar alguna acción militar en el territorio nicaragüense, pero fue tal la demostración de fuerza del ejército sandinista que desistieron de tal intento. Se había evitado la provocación y/o el ataque a la soberanía de Nicaragua.

Gobernaba en Washington el demócrata Jimmy Carter quien solo le había quitado el apoyo a Somoza cuando en junio de ese año, el periodista estadounidense Bill Stewart fue ultimado por la guardia nacional somocista en Managua. Para Carter, 50 mil nicaragüenses asesinados por la dictadura no tenían el mismo valor, pero la muerte de un solo ciudadano de Estados Unidos hizo que su corazón se “enterneciera” y recordara que los humanos tienen derechos, entre ellos, el más importante, el de la vida.

En 1980, ese presidente demócrata que se mostraba como la civilización ante la barbarie que encarnaban sus antecesores republicanos, dio instrucciones para comenzar la agresión imperialista contra Nicaragua. Precisamente en Honduras se estructuraron las fuerzas iniciales de la contra revolución que unía a ex militares del ejército de Somoza, conservadores defraudados por las radicales medidas del gobierno revolucionario, delincuentes, latifundistas, traficantes y diversas especies de la peor laya.

Pronto, ingresaron al territorio nacional donde encontraron carne de cultivo en sectores populares, campesinos e indígenas decepcionados porque la revolución en su novatez no había entendido la dimensión de la frontera y no había dado respuesta inmediata a las necesidades de la población de esas zonas. Recuerdo la preocupación de los oficiales cubanos de alto nivel que habían llegado a asesorar al novel Ejército Popular Sandinista, en el sentido que se diera pronta y contundente respuesta que no permitiera articular esos embriones de fuerza contra revolucionaria. Les asistía su experiencia temprana en el aniquilamiento de las fuerzas apátridas que pretendieron agruparse en el Escambray al centro de la isla y que ya en 1965 habían sido completamente derrotadas gracias a una combinación de trabajo de inteligencia, participación popular y duros golpes propinados por el ejército.

El argumento de los nicaragüenses fue que en su país, ese tipo de “delincuentes” siempre había existido y que no pasaban de ser bandas de cuatreros y ladrones de poca monta que desaparecerían muy rápidamente. No le dieron la importancia debida desde el primer momento y, cuando poco después, encararon la tarea en la medida de la organización de la revolución y la profesionalización de su ejército, debieron enfrentar a un enemigo armado, financiado e instruido por Estados Unidos. Ya sabemos lo que pasó: una larga guerra en que se enfrentaron todo el heroísmo, el sacrificio y el espíritu patriótico de un pueblo contra el poder económico, financiero y militar de la principal potencia del planeta. Al final, en las elecciones de 1990, el pueblo –siempre sandinista- votó en contra de la continuación de la guerra y el FSLN fue desalojado por los votos, del poder que habían obtenido con las armas.

Cuarenta y cinco años después, otro presidente demócrata que también se quiso mostrar como “civilizado ante la barbarie de su antecesor republicano” pretende repetir la fórmula, esta vez desde Colombia contra Venezuela. La respuesta inmediata fue el “Escudo Bolivariano” porque no hay que dejar que ninguna fuerza militar extranjera crezca para convertirse en un factor que pretenda hacer que organizaciones terroristas internas financiadas por Estados Unidos y Europa y apoyadas por la derecha fascista latinoamericana tomen el poder por vía armada al margen de la Constitución Nacional. Hay que exterminar de raíz esa opción comenzando ahora, cuando tratan de implantarse en nuestro territorio. La ecuación es la misma que ya fue exitosa en Cuba: “inteligencia efectiva, participación popular y duros golpes propinados por el ejército”. En esas estamos.