Actividades Académicas

miércoles, 28 de octubre de 2020

Chile, la madre de todas las batallas


Han pasado solo tres días del plebiscito mediante el cual el pueblo chileno le arrancó una convención constitucional a las élites del país. Es verdad que lo deseable hubiera sido una asamblea constituyente originaria que desde las mismas bases de la sociedad redactara una nueva Constitución que sembrara la democracia en el país después de 47 años de dictadura, directa durante los primeros 17 y de administración indirecta de la misma en los 30 posteriores. 

Ríos de tinta han corrido en estas 72 horas. Superada la alegría inicial comprensible en un país cuyo pueblo desde hace muchos años está falto de victorias y donde lo tradicional es celebrar las derrotas, se vuelve a poner los pies en la tierra para entender que (disculpen el lugar común) “se ha ganado una batalla, no la guerra”. 

¿Cómo intentar hablar del tema tratando de ser original y no caer en lo repetitivo? Confieso que dudé en hacerlo, pero me ganó la emoción, porque a pesar de la lejanía, percibo la efusividad de un todo que hizo posible este día. Pero la emoción también se manifiesta como indignación al ver cómo los causantes del desastre que ha vivido Chile en estos 47 años, ahora buscan apoderarse de la victoria intentando desplazar a sus verdaderos protagonistas. 

sábado, 24 de octubre de 2020

“Una lucha simultánea en la misma extensión de este hemisferio”


 
Durante los meses finales del año pasado escribí dos artículos en meses sucesivos bajo los títulos “¡Arde América Latina!” y “Algunas reflexiones sobre los recientes acontecimientos en la región” en los que observaba que comenzaban a soplar tenues vientos de cambio. Al respecto, varios lectores me escribieron con opiniones que iban desde “gracias por transmitir optimismo” hasta “¿es posible ser optimistas?”. 

Uno de esos artículos finalizaba diciendo que la participación popular que los gobiernos progresistas habían generado en la región en los primeros quince años de este siglo permitirían que emergiera un “nuevo liderazgo que llevará la lucha a estadios superiores hasta lograr la independencia y la libertad definitiva”. 

Hoy, un año después, vengo a ratificar que tal mirada fue correcta a la luz de los acontecimientos ocurridos en el continente en días recientes. No se trata de ser optimistas solo por razón de vida, también de la observación de hechos reales sometidos a la lupa de un análisis dialéctico que estudia acontecimientos que van negando los anteriores y que van produciendo cambios cuantitativos que transforman la calidad de la lucha. 

lunes, 19 de octubre de 2020

Democracia. ¿Cuál democracia?



A veces, da la impresión de que en ciertos sectores se asume la defensa de la democracia representativa como si esta fuera un inmaculado sistema de protección de los derechos de las mayorías. Se llega incluso a la sacralización de sus postulados en el mismo momento que la burguesía que la creó, la torpedea para hacerla inviable cuando sus afanes de lucro y poder se ven afectados por la crisis del capitalismo que la pandemia de Covid-19 ha puesto en evidencia. 

En ocasiones olvidamos que los sectores conservadores la han destruido recurriendo a las dictaduras y a formas de imposición autoritaria cuando su poder está en juego o se ha debilitado. Nadie cuestiona que el presidente Roosevelt haya sido reelegido tres veces cuando Estados Unidos pasaba por la crisis económica iniciada en el año 1929, seguida por el estallido de la segunda guerra mundial. Ahí se les olvidó el “discursito” de la alternancia.

Ni que hablar de la separación de poderes, cuando es ostensible que los poderes judiciales o legislativos actúan a instancias del ejecutivo. Si no, vean lo que pasa en Chile, Colombia o Brasil.

Tampoco vale eso de que “la democracia es el gobierno de la mayoría”, puede ser de la minoría como en Estados Unidos donde el actual presidente obtuvo 3 millones menos de votos que su contendiente en las últimas elecciones.

Por si eso fuera poco, la utilización de la supuesta democracia para avasallar las Constituciones de los países, amparados en la fuerza y el poder se va haciendo normal siguiendo el “ejemplo que Washington dio”. En la Cumbre virtual de la Internacional Progresista, realizada en septiembre pasado Noam Chomsky afirmó que el mundo está bajo amenaza de una guerra nuclear, una catástrofe medioambiental y el deterioro de la democracia, asegurando que esta última es la única que podría dar una esperanza para escapar de las dos amenazas de extinción, pero se necesita que sea una “democracia vibrante en la que ciudadanos preocupados e informados participen plenamente en la deliberación, la formación de políticas y la acción directa”.

Es decir la democracia además de representativa, debe ser participativa, consultiva y garantizar el protagonismo popular, lo cual en Venezuela tiene valor constitucional. De no ser así no cumple su objetivo y no debemos defenderla, sino cuestionarla, transformarla y fortalecerla hasta que responda realmente a la definición intrínseca que conlleva: gobierno del pueblo.

Durante siglos nos vendieron que la democracia era sinónimo de elecciones. Cuando aprendimos a ganar, entonces dijeron que eran fraudulentas, recurrieron a llevar a prisión a los candidatos o a impedirle participar, hasta llegar al absurdo de sabotearlas como en el caso de Venezuela. La OEA, cuya sigla podrían entenderse como (Organizando Elecciones Amañadas) fue la artífice del golpe de Estado en Bolivia, de la imposición del narcotraficante Juan Orlando Hernández en Honduras, del intento de desconocer los resultados de Guyana y de la confirmación del alevoso fraude que permitió mantener al uribismo controlando los destinos de Colombia.

Pero ahora, cuando se comete todo tipo de aberraciones “democráticas” en Estados Unidos, los defensores a ultranza de este sistema guardan cómplice silencio. En reciente artículo, el periodista italiano Roberto Savio ha dicho que: ”El sistema electoral americano es poco conocido, pero desastroso. También es el más antidemocrático que podamos imaginar”. ¿Dónde están Almagro, Bachelet y el grupo de Lima para investigar la veracidad de esta afirmación de tan prestigiado comunicador social?

jueves, 15 de octubre de 2020

En las antípodas del planeta, dos llamados a la salvación de la humanidad

 


La semana pasada por vías diferentes hablaron los dos mayores líderes mundiales. Por una parte Xi Jinping, máximo dirigente de 1.396 millones de ciudadanos de su país y Francisco I, guía espiritual de 1.313 millones de católicos en todo el mundo. Ubicados en las antípodas del planeta, en los opuestos ideológicos y en antagónicas posiciones filosóficas, el primero, chino, comunista y marxista, el otro, argentino, cristiano e idealista, coincidieron en la necesidad de que el mundo retome un camino que lo dirija a la paz y a una concordia que permita superar los graves problemas que aquejan a la humanidad. 

Al participar en la 75ta. Asamblea General de la Organización de Naciones Unidas, Xi fue claro al rechazar que un país pretenda sacar provecho del sufrimiento de los otros y quedarse “de brazos cruzados” ante las desgracias ajenas”. Apeló a la aceptación de que vivimos en un mundo interdependiente, en el que no caben los juegos suma cero haciendo un llamado a “superar la trampa del choque de civilizaciones y respetar mutuamente el camino y la modalidad de desarrollo escogidos soberanamente por cada país”. 

El presidente chino apeló a comprender que la diversidad del planeta es una poderosa fuerza que puede conducir a los ciudadanos al progreso siempre que se preserve la condición humana de todas las civilizaciones. En cuanto al papel de China de cara al futuro, Xi fue enfático: “… nunca pretendemos la hegemonía ni la expansión, y nunca procuramos las supuestas esferas de influencia. No tenemos la menor intención de entrar ni en la guerra fría ni en la guerra caliente con ningún país. Al contrario, siempre persistimos en solventar las diferencias mediante diálogos y solucionar las disputas a través de negociaciones. La supremacía no es nuestro objeto, y tú pierdes y yo gano no es nuestra lógica”. 

De la misma manera, en su nueva Encíclica “Fratelli tutti” (Hermanos todos), Francisco convoca al mundo a “rehabilitar la política” para hacer frente a la pandemia y “hacer posible el desarrollo de una comunidad mundial” afirmando que “el mercado solo no resuelve todo”, al contrario cree que la especulación financiera genera “estragos” en el mundo. 

El Papa se pregunta “Qué significan hoy algunas expresiones como democracia, libertad, justicia, unidad?. Han sido manoseadas y desfiguradas para utilizarlas como instrumento de dominación, como títulos vacíos de contenido que pueden servir para justificar cualquier acción”. 

Concluye con una fuerte crítica al mercado, que se ofrece como solución mágica de todos los problemas, “aunque otra vez nos quieran hacer creer este dogma de fe neoliberal”, y afirma que esta propuesta no es más que “un pensamiento pobre, repetitivo, que propone siempre las mismas recetas frente a cualquier desafío que se presente”.

miércoles, 7 de octubre de 2020

Nada ni nadie podrá romper la eterna amistad entre Argentina y Venezuela

 


“Poco sabemos de las opiniones que prevalecen en Buenos Aires, Chile, y el Perú. Juzgando por lo que se trasluce, y por las apariencias en Buenos Aires habrá un Gobierno Central en que los militares se lleven la primacía por consecuencia de sus divisiones intestinas y guerras externas. Esta Constitución degenera necesariamente en una oligarquía o una monocracia con más o menos restricciones, y cuya denominación nadie puede adivinar. Seria doloroso que tal cosa sucediese, porque aquellos habitantes son acreedores a las más espléndidas glorias” 

Simón Bolívar. Carta de Jamaica. 6 de septiembre de 1815. 

“Reciba pues V.E sus votos eficaces por la gloria y el acierto, sírvase admitir igualmente mi reconocimiento a ínterin llega la ocasión favorable de reiterar a V.E mis respetos y espero que la unidad de la causa que anima a ambos ángulos de la América contribuirá a franquear la hospitalidad y acogida que reclamen en el territorio de V.E los ciudadanos pertenecientes a las Provincias Unidas de Sud América, cuya suprema dirección me está encargada, como me honraré en dispensarla deliberadamente a los súbditos de V.E”. 

Juan Martín de Pueyrredón. Carta a Bolívar. 19 de noviembre de 1816 

“Llegará el día en que coronado de laureles, vayan a unirse nuestras armas triunfantes llevando los extremos del continente austral al centro oscuro donde mora en sus últimas trincheras el despotismo agonizante, la paz, la fraternidad y la libertad: objetos adorados de tantos anhelos y de tantos trabajos” 

Proclama de Pueyrredón a “los generosos habitantes de tierra firme en Sud América” 19 de noviembre de 1816. 

jueves, 1 de octubre de 2020

Estados Unidos y Colombia. Con estas democracias, no se necesita de dictaduras

 

Para nadie es un secreto que Estados Unidos y Colombia configuran el dúo dinámico fundamental a través del cual gira la ejecución de la política intervencionista contra Venezuela. Más allá que ambos países son administrados por gobiernos de la ultra derecha extremista que con características propias, en lo interno, desarrollan políticas de apoyo de los sectores minoritarios que se encuentran en el pináculo de la sociedad, y en lo externo son rey y peón en la agresión a otros países. Algunos analistas se preguntan si lo que acontece, no es más bien, expresión de las propias crisis internas que atraviesan a su sociedad y su Estado. 

En este sentido, el fin de semana pasado con pasmosa coincidencia fueron publicados dos artículos que muestran sin cortapisas las complicadas situaciones que se desprenden de la crisis institucional y el déficit democrático de dos naciones que se venden como ejemplos a seguir en esas materias. 

El primero, un artículo titulado “Estados Unidos. Receta para el caos: las elecciones de 2020 amenazan con romper a un país ya llevado al límite”, escrito el pasado sábado 26 de septiembre por David Smith corresponsal del periódico británico The Guardian en Washington, hace un largo análisis respecto de la ostensible carencia de garantías electorales de cara a las próximas elecciones en el país norteamericano. El periodista alerta que estas elecciones “podrían quebrar a Estados Unidos”, un dilema que supera la definición de quien ocupará la Casa Banca por los próximos cuatro años. 

Smith opina que: “Existe una sensación generalizada de que el destino de la democracia constitucional más antigua del mundo está en juego”. Cree, que a los efectos de la pandemia de coronavirus, el colapso económico y el remezón producido por el rechazo al racismo, se le suma ahora la posibilidad de una elección que no ofrece garantías democráticas, todo lo cual reúne “una receta para el caos”. 

En todo esto, el elemento más perturbador es la actitud del presidente Trump que ha estado creando condiciones para justificar lo que él llama “la elección más manipulada de la historia”, ante la cual se ha negado a confirmar si en caso de perder, permitirá una transferencia pacifica del poder. En esta situación, el país podría ser conducido a una crisis constitucional de inéditas consecuencias, que podría significar incluso el enfrentamiento armado si las huestes de Trump salen a la calle a manifestarse a favor de su “engañado” líder. 
Los instrumentos de Trump para generar desconfianza respecto del voto por correo que se supone será mayoritario a favor de los demócratas, ha pasado por el nombramiento de Louis DeJoy, un donante republicano como nuevo director general de correos. DeJoy se apresuró a tomar medidas para hacer que el voto por correo sea más difícil, incluyendo “la eliminación de los buzones de correo de las calles y la codificación de las máquinas clasificadoras”. 

En este sentido, Smith cita a Neil Sroka, portavoz del grupo progresista Democracy for America, quien afirmó que: “Donald Trump tiene los dedos en las palancas del poder y claramente las está maniobrando de todas las formas posibles, legales y posiblemente ilegales, para tratar de asegurar una victoria estrecha en noviembre”, agregando que: “La amenaza de supresión de votantes es muy real. Ya estamos viendo llamadas automáticas en lugares como Pensilvania que disuaden a las personas de votar anticipadamente, votar en ausencia o divulgar información errónea”. 

Estas acciones están encaminadas a mostrar en primera instancia a un Trump triunfante en las urnas cuyos resultados son obtenidos el mismo día de las elecciones, de manera que cuando se comiencen a registrar la mayoría de votos demócratas provenientes del correo, ya el presidente haya declarado su victoria generando en la opinión pública la idea de que tal modificación de las cifras son producto de un fraude. 

El periodista británico avizora que este escenario podría también ejercer una tremenda presión sobre los medios de comunicación, que evitarán manifestarse como hicieran la noche de las elecciones de 2000 entre George W. Bush y Al Gore. 

En otro ámbito de este conflictivo escenario se inscribe el reemplazo de la fallecida jueza liberal de la Corte Suprema Ruth Bader Ginsburg, porque si como todo indica va a ser sustituida por la ultra conservadora Amy Coney Barrett romperá el equilibrio en la correlación de fuerzas dentro de la máxima instancia judicial del país que sería el ente encargado de definir una eventual controversia en relación al resultado electoral. 

Smith recuerda que en el año 2000, fue la Corte Suprema la que decidió a favor de Bush y en contra de Gore en una votación 5-4 “siguiendo líneas ideológicas”. Si las elecciones de 2020 se disputan de manera similar, el tribunal podría volver a ser el árbitro final, en una contienda mucho menos reñida si se confirma el nombramiento de Coney Barret que configurará una correlación 6-3 a favor de los republicanos. De ahí la prisa de Trump por nominar a la nueva jueza, lo cual según Smith “ha alimentado un sentido más profundo de déficit democrático, un abismo creciente entre el gobierno de la minoría blanca de derecha y los valores de la mayoría diversa. Trump perdió el voto popular ante Hillary Clinton por casi 3 millones de boletas, y su último nombramiento en la Corte Suprema significará que la mayoría de los jueces fueron nominados por un presidente que inicialmente no ganó el voto popular”. 

Además, la matemática electoral en el sistema político estadounidense expone una falsa mayoría en el Congreso si se parte de la base de que todos los estados eligen dos senadores independientemente de su población. Por ejemplo, Montana con un millón de votos tiene la misma representación que California con cuarenta millones, eso hace que los 53 senadores republicanos representen 15 millones menos de votos que los 47 demócratas. 

Finalmente, el artículo exterioriza el peligro que significa que Trump se niegue a abandonar el cargo ante una probable derrota. El presidente ha dicho que: “La única forma en que vamos a perder esta elección es si está amañada”, lo cual es entendido como que hará uso de todos los instrumentos legales o ilegales para no abandonar el poder. Al respecto, el autor del escrito cita a Rashad Robinson, presidente de Color of Change, una organización de justicia racial quien al referirse a Trump dice que: “Lo que sí tiene de su lado es que controla la infraestructura federal y entonces la pregunta será, ¿usa esa infraestructura federal para hacer trampa? Y lo que sabemos sobre Donald Trump es que no ha hecho nada en su vida sin hacer trampa”. 

Esta situación obliga a los demócratas a una amplia victoria si quieren volver a la Casa Blanca. Es la única manera de anular los instrumentos ilegales que el presidente utilizará para sostenerse en el poder. La incerteza de que se produzca esa dilatada diferencia es lo que está generando incertidumbres, dudas y angustias respecto del futuro inmediato en la que se ha autodenominado la más perfecta democracia del planeta. 

En tono similar pero no referido de manera directa a una dinámica electoral inmediata, el domingo 27 de septiembre el senador colombiano Gustavo Petro escribió un artículo en el portal Cuarto de Hora al que tituló “Un Congreso de la República de pacotilla” en el que advierte respecto al peligroso rumbo que ha tomado su país, sustentando su punto de vista en: “La debilidad manifiesta de Duque, tanto para gobernar como para ganarse el apoyo popular; la debacle política de Uribe y del uribismo que ya no tienen propuestas serias para solventar la crisis que vive la sociedad colombiana, como no sea entregar más y más recursos a las grandes corporaciones privadas del país sin importar la ruina de la economía o del pueblo hambriento”. 

Tan atrevida aseveración se fundamenta en que el país está siendo conducido hacia la extrema derecha que se propone “construir una dictadura violenta” a partir de la “destrucción física de sus oponentes”. 

El senador de la Colombia Humana señala en su artículo que el ministro de defensa Carlos Holmes Trujillo se ha dedicado a proyectar su candidatura presidencial ante el fracaso de Duque y el desprestigio crecente de Uribe. Sin embargo, opina que lo está haciendo “simplemente dejando matar gente por la fuerza pública, que sin estrategia alguna, termina en manos de la corrupción, la violencia y el asesinato” y asevera en forma determinante que: “La campaña política de Holmes Trujillo le ha costado muchos muertos al país”. 

Pero lo que resulta más peligroso es que según Petro la crisis del gobierno y del uribismo se pretende resolver en primer lugar, concentrando todo el poder público y en segundo, a través de un quiebre constitucional que se manifiesta en “la masacre de Bogotá, la muerte de Juliana [Giraldo, por un miembro del ejército], y el desacato repetido del ministro de defensa a la Corte Suprema de Justicia”, señalando que todo esto es producto de la desmoralización de la fuerzas de seguridad a partir de la formación que reciben, enmarcada en una doctrina sustentada en el ensañamiento contra el pueblo a partir de su definición como enemigo, heredada de la guerra fría que aún se mantiene en Colombia. 

Señala que la exaltación de esta doctrina por parte de los políticos conduce a que se militarice la lucha contra el delito y se comience a considerar a los luchadores sociales como criminales. De la misma manera, se necesita revivir enemigos externos para ser usados como “chivos expiatorios” que le permitan sostener su política, entre ellos reseña “al comunismo soviético, a Castro, a Chávez…” 

Considera que la mayor causa de debilidad de la democracia es la desigualdad social que en el caso de Colombia “es la tercera más alta del mundo”, concluyendo que: “La articulación de doctrinas de extrema derecha, enemigo interno, violencia, militarización del narcotráfico, régimen de privilegios, genera el ambiente propicio para la dictadura” que se comienza a expresar como un quiebre constitucional, el cual a su vez se manifiesta como desacato a la justicia, masacres y burla de los asesinados por los gobernantes. 

En otra arista del problema apunta que la prensa renunció a jugar su papel de freno a los desmanes del poder, transformándose en propagandista del mismo, “defensora a ultranza de Uribe, destructora de la independencia judicial y macartizadora de la juventud que se rebela”. 

Finalmente, en lo que parecer ser el aspecto más importante de su desesperado análisis, el Senador le atribuye al Congreso el papel más triste en este contexto al renunciar a ser contrapeso del gobierno. En este aspecto denuncia que el parlamento se sometió a un auto silencio que ha permitido el desacato del ministro de defensa ante la paralización que ha impuesto el máximo ente legislativo para lo cual inventan “cuanta excusa sea posible para evitar que los parlamentarios se reúnan en su sede”. Considera que este silencio “es el símbolo de la dictadura”. 

Denuncia que la alianza entre Duque y el presidente del congreso Arturo Char, ha logrado paralizar ese ente, haciéndolo inexistente e imposibilitándolo de hacer cambios en la situación porque sus mayorías están acostumbradas a “ordeñar” al Estado “a partir de cupos de contratación [y] de la entrega de sectores estatales a sus bolsillos…” 

Petro concluye afirmando que la crisis de Colombia se ve reflejada en la crisis del Congreso que caracteriza como “de pacotilla” y de “hazmerreir permanente” al mantener un silencio cómplice ante lo que ocurre en el país. 

El Senador opositor cree que el presidente del Congreso es cómplice de la muerte de esa instancia parlamentaria y en general de la democracia, instando a su defensa y a la derrota de la dictadura para permitir que Colombia se transforme en “un país pacífico, productivo y libre”. 

Venezuela, un país que como todos, tiene muchos problemas por resolver, debería meditar ante la posibilidad que estos dos países que se han asumido como nuestros principales enemigos, nos quieran imponer a través de la violencia y la fuerza estos modelos de “democracia” que a todas luces adolecen de algunos de los más elementales sustentos que la pueden hacer acreedora de tal condición.