Actividades Académicas

sábado, 8 de diciembre de 2018

El mundo en conflicto: presiones, prisiones y amenazas


"Esperábamos que después de la Guerra Fría, un orden mundial más cooperativo fuera posible y se construyera de verdad. Hoy tengo que admitir que el nuevo orden mundial no se ha hecho realidad nunca y lo peor es que existe la amenaza de que la ley de la jungla reemplace a la supremacía del derecho”. Esta frase pronunciada el pasado lunes 3 de diciembre por la alta representante de la Unión Europea para Asuntos Exteriores y Política de Seguridad, Federica Mogherini, en un discurso en el Centro Belfer de Ciencia y Asuntos Internacionales de la Escuela Kennedy de la Universidad Harvard (Estados Unidos), es la incuestionable aceptación del fracaso del capitalismo, del neoliberalismo y de la tesis de que la historia había terminado tras la desaparición de la Unión Soviética. 

La admisión de que el planeta está amenazado por la “ley de la jungla” no hace más que confirmar lo que ha estado ocurriendo durante los últimos años en un mundo cada vez más peligroso, más desigual y más violento. 

Sin embargo, no todo está dicho si se mira de manera distinta a la de Mogherini, todavía la humanidad tiene reservas y manifiesta resistencias contra aquellas fuerzas que intentan que se perpetúe la inequidad y se imponga el imperio de las armas, poniendo en segundo plano la necesidad de mantener el equilibrio ecológico cuyo quiebre podría traer el fin de la especie humana en la tierra. 

sábado, 1 de diciembre de 2018

Algunas reflexiones en torno a la Cumbre del G2+1+17 en Argentina


La semana pasada comentaba que nunca antes en la historia las elecciones de medio término en Estados Unidos, habían despertado tal grado de interés en la opinión pública no sólo de ese país, sino que en todo el planeta. Otro tanto pareciera estar ocurriendo en los prolegómenos de la Cumbre del G-20 que ha comenzado al mismo tiempo que escribo estas líneas. Resulta complicado escribir sobre un evento sin esperar las conclusiones del mismo, por eso solo me atreveré a mencionar algunos elementos de contexto. 



Esta reunión se realiza en un país estremecido por una crisis económica profunda solo sorteada por el monumental endeudamiento adquirido por el gobierno con el FMI, por la incapacidad de la oposición peronista sumida en una colosal división de la que no parece poder salir en el corto plazo y por el consenso de la clase política, de las poderosas dirigencias sindicales y de la propia sociedad en el sentido de rechazar la posibilidad de una salida violenta a la terrible coyuntura que atraviesa el país austral. La incapacidad de gobernar y el desprestigio del gobierno se ha manifestado recientemente por la incredulidad de la ciudadanía en la explicación que el gobierno ha dado sobre la situación del hundido submarino “ARA San Juan” y la incapacidad de la administración Macri para garantizar la seguridad pública en el partido de fútbol que concluiría con el campeón del la Copa Libertadores, el más importante torneo de clubes de la región, cuando la ministra de seguridad Patricia Bullrich había asegurado que tal misión no encaraba mayor complejidad. 

domingo, 25 de noviembre de 2018

¿Ha surgido una fuerza de izquierda en Estados Unidos?


Sergio Rodríguez Gelfenstein 

El reciente proceso comicial llamado de término medio en Estados Unidos por realizarse exactamente en la fecha intermedia entre una y otra elección presidencial, marcó un punto de interés jamás visto en el planeta, dado que sus resultados podrían haber impactado de forma trascendente en la dinámica del sistema internacional, sin embargo resulta dudoso suponer que la mitad de la población electoral del país que es la que generalmente participa - aunque en esta ocasión hubo una cantidad superior de votantes- decidiera su opción motivada en hechos acaecidos o que pudieran ocurrir fuera de las fronteras. Eso sí, esta vez – posiblemente más que nunca antes en la historia- el evento eleccionario fue considerado un referéndum a la gestión del presidente. 

Los resultados han respondido a lo que se avizoraba previamente: los demócratas recuperaron el control de la Cámara de Representantes y algunos gobiernos estadales, al mismo tiempo que los republicanos confirmaron su favoritismo para retener su mayoría en el Senado. 

A partir de estos resultados, se ha conjeturado mucho respecto del impacto que los mismos van a tener en el futuro inmediato del país, sobre todo en la capacidad que ha adquirido el partido demócrata para, desde el nuevo espacio conquistado, “torpedear” la administración de Donald Trump a fin de crearle contratiempos que impidan su reelección en 2020. 

sábado, 17 de noviembre de 2018

“Judas enarbolando dientes de calavera”. La traición como política.



Sergio Rodríguez Gelfenstein 

En 1990 o 1991, no recuerdo ahora la fecha con precisión, se estaba discutiendo en el novedoso parlamento chileno que emergía de la dictadura, la posibilidad de restablecer las relaciones con Cuba. Contra todo pronóstico las resistencias más acérrimas a la normalización de los vínculos diplomáticos entre los dos países, que habían sido rotos por el dictador Augusto Pinochet, provinieron del partido socialista y otros grupos afines, muchos de los cuales vivieron en Cuba, usufructuaron de la revolución y se vanagloriaron de ser amigos del proceso político que se desarrollaba en la isla caribeña bajo liderazgo del Comandante Fidel Castro. 

Precisamente, en preparación de ese probable acontecimiento el programa “Informe Especial” de Televisión Nacional de Chile (TVN), el servicio de televisión público de ese país fue a La Habana a realizar un programa que le diera a conocer Cuba a los televidentes después de 17 años de oscurantismo fascista. En ese marco, el reportero que si no tengo mala memoria era Santiago Pavlovic realizó una entrevista al presidente cubano. Entre el cúmulo de preguntas que le hiciera, recuerdo nítidamente una, por la impresión que me causó la respuesta, tanto que hasta hoy es un referente que utilizo para evaluar el comportamiento político de los dirigentes. 

viernes, 9 de noviembre de 2018

Trump avivó el debate socialismo vs capitalismo.


Aunque usted no lo crea, en pleno siglo XXI, más de 25 años después de la desaparición de la Unión Soviética y cuando en todas partes se ha anunciado que la entronización de Trump en Estados Unidos y de Bolsonaro en Brasil, significaban algo parecido al “fin de la historia” al concretarse la hipótesis formulada por Francis Fukuyama en la penúltima década del siglo pasado, el debate entre socialismo y capitalismo se ha vuelto a poner de relieve y lo ha hecho en escenarios inusitados: con epicentros en el Gran Palacio del Pueblo, en Beijing, capital de China, el 18 de octubre de 2017 y respuesta en la Casa Blanca de Washington a comienzos de este mes de noviembre de 2018. 

Por supuesto el contexto viene dado por la necesidad que tiene hoy Estados Unidos de darle marco ideológico a la guerra comercial que ha emprendido contra China y que algunos catalogan como un retorno a la guerra fría. En el fondo, lo que trasluce es la decadencia de Estados Unidos como primera potencia económica mundial y la emergencia de China que pronto se ubicará en ese pináculo. Así mismo, se pondrá en el tapete de la discusión la posibilidad de ejercer un liderazgo mundial distinto del que se ha aplicado a través de la historia, es decir uno que no esté basado en la hegemonía militar, ni en la imposición, tampoco en la amenaza, el chantaje o el fantasma de la invasión. 

domingo, 21 de octubre de 2018

¡Si el presente es de lucha, el futuro es nuestro!


Una somera revisión de la prensa internacional transmite espeluznantes acontecimientos que precisamente están orientados a eso: generar un miedo, una ansiedad y una desesperanza que induzcan a pensar que todo está perdido, que no hay posibilidades de reversión de la espiral retrógrada y que, finalmente la tesis de Fukuyama de que la historia había llegado a su fin se está concretando 25 años después. 

El problema es que la epidemia no solo afecta a aquellos que hacen loas al capitalismo, hoy la humanidad está en verdadero peligro. Como señaló el presidente de Cuba Miguel Díaz Canel en su discurso ante la Asamblea General de Naciones Unidas, el capitalismo ha hecho posible que “…el 0,7% más rico de la población pueda apropiarse del 46% de toda la riqueza, mientras el 70% más pobre solo accede al 2,7% de la misma; 3.460 millones de seres humanos sobreviven en la pobreza; 821 millones padecen hambre; 758 millones son analfabetos y 844 millones carecen de servicios básicos de agua potable”. Todo esto ocurre en un mundo en el que existen recursos suficientes para que no suceda. El gasto militar del año 2017 fue de 1.73 billones de dólares según el Instituto Internacional de Estocolmo para la Investigación de la Paz (SIPRI, por sus siglas en inglés), mientras que el Foro Económico Mundial (FEM) calculó que las necesidades para acabar con la pobreza en el planeta ascienden a 1.5 billones de dólares, o lo que es lo mismo, el 1% del PIB global. Es difícil esgrimir estas cifras para propagandizar el éxito de un modelo. Claro, esto es, si suponemos que la riqueza debe servir para garantizar una vida digna para todos los seres humanos, lo cual es evidente que el capitalismo no se propone. La ganancia desigual, la acumulación de riqueza y el lucro, son los objetivos y la explotación, la expoliación y la guerra los instrumentos para lograrlo en este mundo de “éxitos”. 

sábado, 22 de septiembre de 2018

En el bicentenario de la controversia entre el Libertador Simón Bolívar y el diplomático estadounidense Juan Bautista Irvine.



Durante estos días se debería estar conmemorando el bicentenario del intercambio epistolar entre el Libertador Simón Bolívar y el diplomático estadounidense Juan Bautista Irvine. Además del anecdotario vinculado al hecho histórico y a la coyuntura en la que se produjo el intercambio, me parece que lo más resaltante es el manejo que Bolívar le da al debate, haciendo gala de gran erudición, profundo conocimiento del derecho internacional, la historia, la economía, la política y las artes militares. Es notorio que a través del tiempo se ha resaltado el papel del Libertador como jefe militar, estratega, y conductor de batallas que sellaron la independencia de Sudamérica del colonialismo español, pero poco conocemos de su capacidad de liderazgo político, de estadista y mucho menos su extraordinaria capacidad para lidiar con los hechos internacionales, su manejo de la administración del gobierno en esta área y las decisiones que tuvo que tomar en materia de política exterior. Es de mi opinión que algunos de los asuntos que están ocurriendo en la actualidad son explicables a la luz de las decisiones que Bolívar tomó en esos meses, por lo que creo que este intercambio de misivas con Irvine es fundacional de la política exterior de Venezuela. 

sábado, 15 de septiembre de 2018

¿Qué tan universales son los derechos humanos?



Un diputado chileno de origen croata, pero cuyo apellido en inglés es el nombre de un ácido que se usa como antiséptico hizo una declaración que pone de relieve su amargo carácter reflejo de su acidez, aunque su punto de vista no alude a la condición antiséptica que le permitiría evitar la infección; al contrario, extendiendo la putrefacción que le caracteriza cuando a temas internacionales se refiere y haciendo gala de la ignorancia que pasea con aires de grandeza, el tal parlamentario puso sobre el tapete la discusión la universalidad de los derechos humanos. 

De verdad es un tema interesante y complejo, porque en si mismo niega el carácter multicultural, multiétnico y diverso de la humanidad. Vale preguntarse si es posible lograr la universalidad de algo, por una forma distinta a la imposición y sin que medie la utilización de la fuerza por los más poderosos. En años recientes, el poderío militar, financiero y cultural avasallante del que hacen gala los omnipotentes señoríos del planeta han pretendido por vía mediática (con bastante éxito), universalizar hábitos alimenticios, uso de vestuarios, costumbres y comportamientos. Así el Big Mac se ha convertido en comida universal, así como la coca cola en bebida consumida en todas las latitudes y longitudes del planeta, los “blue jeans” y las “chemises” en la ropa de “todos” y la celebración de Halloween en algo ineludible para las clases medias de buena parte de la tierra. Ha sido tal el impacto que han causado estas prácticas que el lema central del XVIII Congreso del Partido Comunista de China celebrado en octubre de 2012 fue “Hacia la seguridad cultural”, lo cual conllevó un esfuerzo superior del país a fin de salvaguardar sus costumbres, su cultura y sus hábitos de vida. Por cierto, China lo puede hacer por la fortaleza de su civilización milenaria y porque puede oponer su poder económico al poder económico universalizador. 

domingo, 9 de septiembre de 2018

Las damas trogloditas de Trump

 



Al intentar resucitar la doctrina Monroe como instrumento para desarrollar su política exterior hacia América Latina, el gobierno de Donald Trump pretende retrotraer la historia para colocarla en el mismo lugar que estaba en 1823 cuando dicho paradigma fue enunciado por el presidente estadounidense James Monroe, bajo la premisa de que América era para los americanos. Aunque el mundo ha cambiado y ya hoy no es Gran Bretaña el enemigo que amenaza la hegemonía estadounidense en la región, el gobierno de Estados Unidos sigue visualizando adversarios que le ponen obstáculos para controlar sin corta pisas la única región del mundo en la que aún conserva amplios espacios de dominio, sobre todo a partir de los últimos tres años. 

El ex secretario de Estado Rex Tillerson puso el tema sobre el tapete al “denunciar” la creciente presencia de China y Rusia, bajo el argumento de que solo Estados Unidos es amigo natural de los países latinoamericanos y caribeños. En el discurso que hiciera el 1° de febrero en la Universidad de Texas en Austin, fue de la opinión que la Doctrina Monroe era “tan relevante hoy como lo fue el día de su escritura”, agregando más adelante, -al mencionar a China y Rusia- que “América Latina no necesita nuevos poderes imperiales”. 

sábado, 1 de septiembre de 2018

Salvar la salud. Una nueva operación encubierta del Pentágono en Colombia.



La semana pasada escribí sobre la instalación del barco hospital USNS Comfort de la marina de guerra de Estados Unidos en Colombia, utilizado el trasnochado subterfugio de ayuda humanitaria, en este caso a Venezuela como instrumento para justificar una intervención militar, que ha sido tradicional en la política exterior de Estados Unidos. 

Posteriormente, me quedé pensando si la misión del barco no persigue además objetivos ocultos y disimulados a fin de “echar una mano” a la atribulada sociedad colombiana, precisamente en uno de los aspectos que está más afectada: el de la salud, toda vez que se ha transformado en práctica que los gobiernos destinen mayor cantidad de recursos a la guerra que a las necesidades de la ciudadanía. 

En esa medida, la visita del Comfort podría ser muy beneficioso para Colombia habida cuenta que el propio ministro de salud del gobierno anterior, Alejandro Gaviria ya en 2016 había diagnosticado que el país vivía una crisis de la salud, motivada en un déficit que él cuantificaba entre 350 y 650 millones de dólares aproximadamente. Las Empresas Prestadoras de Salud (EPS) instituciones privadas que “brindan” servicios de esa índole, presentaban a la fecha un déficit de 1.7 mil millones de dólares, mientras que el presupuesto aprobado para el año 2017 en esa materia, fue apenas de 260 millones de dólares. Así, el ministro se vanagloriaba de que, a pesar de la incertidumbre, el sector se seguía expandiendo, pues la demanda de servicios y las prestaciones crecían permanentemente. Claro, cuando él hablaba del sector, estaba refiriéndose a estas empresas privadas que lucran con la salud del pueblo, con el favor del gobierno. 

sábado, 25 de agosto de 2018

USNS Comfort, instrumento de guerra de la armada de Estados Unidos.


La guerra es un fenómeno sumamente complejo en el que en sus aspectos estratégicos, tiene estrecha vinculación con la política y la economía, es a partir de estas que se puede explicar el origen, desarrollo y las consecuencias que se derivan de los resultados obtenidos. Pero, las complicaciones que la misma entraña, también vienen dadas por sus aspectos operativos y tácticos que se revelan en el mismo proceso del combate, o dicho de otra manera en la manifestación bélica del conflicto armado.

Se suele suponer que las tropas que participan directamente en las hostilidades, juegan el papel principal en el desarrollo de las mismas, y tal vez esa aseveración sea indiscutible, pero no es menos cierto que sin los aseguramientos que permiten la realización exitosa de los combates, la victoria difícilmente será conseguida.

Existen aseguramientos de dos tipos: por una parte los de carácter combativo, que van a facilitar la toma de la decisión del jefe y la ejecución del mando durante las operaciones, aunque existe una variedad, los más importantes son la información y la inteligencia además de las comunicaciones y la ingeniería. En el otro plano, a veces muy subestimadas, porque en muchas ocasiones se realizan alejadas del borde delantero del combate, se encuentran los aseguramientos logísticos: médicos, víveres, vestuarios, combustibles, armamento y otros, sin los cuales tampoco se podría garantizar el éxito en la batalla.

Toda esta reflexión, surge después de conocer la noticia de que el barco hospital de la armada de Estados Unidos USNS Comfort se va a trasladar a Colombia a fines de desarrollar “labores humanitarias” a favor de los emigrantes venezolanos. Hay que ser demasiado inocente o demasiado imbécil para creer esto. Visto lo anteriormente expresado, el Comfort como cualquier barco de la armada de Estados Unidos, cumple misiones en la lógica bélica de garantizar los aseguramientos médicos para las operaciones ofensivas de la Armada de Estados Unidos, cuya función -según sus reglamentos- es: “Mantener, entrenar y equipar para el combate a las fuerzas navales, capaces de conseguir la victoria de la guerra, disuadir agresiones y mantener la libertad en los mares”. Podríamos aceptar las dos primeras, pero la última es una auto atribución que Estados Unidos se ha dado y que debe entenderse como la posibilidad de intervenir militarmente en cualquier rincón del planeta donde por decisión propia, decida que debe hacerlo.

Se habla de “operaciones ofensivas” porque la última vez que la armada de Estados Unidos realizó operaciones defensivas fue en diciembre de 1941, en Pearl Harbor, de manera bastante desastrosa, toda vez que su flota del Pacífico fue neutralizada tras el ataque japonés sin poder dar respuesta, salvo en las películas de Hollywood.

Así, el Comfort es un instrumento de agresión de las Fuerzas Armadas de Estados Unidos, toda vez que su subordinación al Pentágono, -no a la Secretaría de Transporte ni a la de Salud de ese país- ubica su misión en términos militares, siendo su objetivo dar soporte a las acciones bélicas que ese país en su carácter imperialista desata en múltiples latitudes y longitudes del planeta de forma permanente y como parte de su política exterior. En este contexto, es evidente que la decisión tomada por el secretario de Guerra de Estados Unidos James Mattis, acatada con la sumisión tradicional de los gobiernos colombianos, no puede entenderse sino como otro eslabón en la preparación de acciones militares ofensivas contra Venezuela.

En el contexto actual, en que el ex presidente Uribe -quien siente una repulsión enfermiza hacia Venezuela- ha regresado a la supremacía del Estado en Colombia, colocando a su pupilo Duque en el palacio de Nariño, pero controlando a distancia los hilos del poder, existen sobradas razones para temer cualquier acción desde territorio colombiano.

Es sabido que la visita de este barco a otros lugares, aparte de la atención médica que además podría ser provista por cualquier organización civil, hace manifiesto el acoso a la población, el incremento de la prostitución y una ostensible presencia de los marinos en los bares de los puertos que visitan, como se atestiguó en Puerto Rico donde el citado barco hizo presencia en octubre del año pasado.

En el trasfondo, estas operaciones se insertan en la necesidad del entrenamiento regular que deben realizar las fuerzas armadas de cualquier país para la realización de la guerra; los aseguramientos y los servicios médicos como parte de ellos, no están ajenos a este proceso de preparación combativa. 

Ya en diciembre de 1999, tras el desastre natural producido por las enormes inundaciones que se suscitaron en el estado Vargas, las fuerzas armadas de Estados Unidos ofrecieron su “generosa” ayuda a Venezuela. El presidente Chávez no titubeó en rechazar tal propuesta. En ese caso no ocurría la “crisis de refugiados más grande de la historia”, sino “el desastre natural más grande de la historia”, así mismo fue la “intervención cubana más grande de la historia” en Granada en 1983 y la búsqueda del “mayor narcotraficante de la historia” en Panamá en 1989. Como buitres necesitados de carne muerta para saciar su apetito intervencionista, Estados Unidos siempre anda indagando formas que justifiquen su despreciable presencia, el resultado siempre es el mismo: muerte y destrucción.

En 1999, se demostró que las Fuerzas Armadas de Venezuela, el pueblo y el gobierno bastaron para derramar apoyo y solidaridad a fin de salir de la terrible situación por la que pasó el país, sin necesidad de la intervención militar “humanitaria” de las fuerzas armadas imperiales.

Si Estados Unidos tuviera el más mínimo sentimiento humanitario no habría intervenido militarmente al menos 48 veces en América Latina y el Caribe en los dos últimos siglos; ni hubiera apoyado a Stroessner, Pinochet, Videla, Banzer, Trujillo, Batista, Somoza y cuánto sátrapa se haya encumbrado en el poder en los países de nuestra región; no le hubiera robado a México un tercio de su territorio; tampoco hubiera financiado al mercenario William Walker para intentar apoderarse de Centroamérica; no se hubiera apoderado de Puerto Rico ni de Guantánamo en Cuba, ni le hubiera impuesto la Enmienda Platt a este país; tampoco hubiera estimulado la segregación de Panamá de Colombia para apoderarse por casi un siglo de un territorio de ese hermano país reprimiendo a sangre y fuego a los valientes panameños que se opusieron a ello; no hubiera intervenido militarmente en República Dominicana en 1904, 1916 y 1965, en Cuba en 1906, en Panamá en 1908, 1918, 1925 y 1989, en Nicaragua en 1910, 1912 y 1927, en México en 1911 y 1914, en Haití en 1915, en Honduras en 1924, en Guatemala, en 1954 y 1966 ni en Granada en 1983 provocando miles de muertos en esos países, no precisamente de forma humanitaria; no hubiera financiado los escuadrones de la muerte que asesinaron a Monseñor Romero, a los seis sacerdotes jesuitas en la Universidad Centroamericana y a las cuatro monjas maryknoll en El Salvador en 1980, por un partido político al que sigue apoyando hasta hoy; no hubieran apoyado militar, logística y financieramente la guerra de los contras en Nicaragua ni hubiera minado los puertos de ese país a partir de 1981; no hubiera ordenado el asesinato del general Torrijos en Panamá en 1981; tampoco hubiera lanzado el Plan Colombia para asegurar los envíos de cocaína a Estados Unidos mediante vías controladas por la DEA, a fin de hacerse de los multimillonarios ingresos que le produce la droga y que van a parar a su sistema financiero para servir de base importante del funcionamiento de su economía, sin importarle para nada la vida y el futuro de los jóvenes de su propio país; no hubieran organizado los golpes de Estado contra Chávez en 2002 y Correa en 2010 ni la secesión de Bolivia en 2008; tampoco hubieran secuestrado al presidente Jean Bertrand Aristide en Haití en 2004, para posteriormente invadir ese país y permitir que Bill Clinton y su esposa hicieran multimillonarios negocios a costa del sufrimiento de ese pueblo; no hubieran apoyado los golpes de Estado en Honduras, 2009, Paraguay, 2012 y Brasil, 2016; ni los descarados fraudes electorales en Honduras 2017 y Paraguay, 2018. No parece, en definitiva, que Estados Unidos tenga un expediente humanitario que mostrar, sin hablar de los desmanes que ha cometido a través de la historia por todo el mundo, incluyendo las “humanitarias” bombas atómicas que lanzó en Hiroshima y Nagasaki contra la inerme población civil de esas ciudades. 

Muchas de estas acciones fueron realizadas por la marina de Estados Unidos y han contado con apoyo logístico de barcos como el Comfort u otros similares, varias de ellas se han disfrazado de operaciones humanitarias, no hay que ser demasiado inteligente para entender que esta orden emanada de forma directa del ministro de la guerra de Trump y emitida desde Colombia se inscribe en los preparativos de invasión a Venezuela para lo cual han visitado la región -solo durante este año- el vicepresidente Mike Pence dos veces, el ex secretario de Estado Rex Tillerson, le embajadora ante la ONU, Nikki Haley, el actual secretario de Estado Mike Pompeo y el jefe del Comando Sur almirante Kurt Tidd, además del ministro de guerra James Mattis. Entonces, resulta válido o no preguntarse, ¿Cuándo antes en la historia había ocurrido este despliegue? y ¿Para qué lo realizan? Todos, absolutamente todos, han manifestado en declaraciones públicas que sus viajes persiguen el derrocamiento del presidente de Venezuela, por tanto, no hay nada oculto.

El despliegue del USNS Comfort en las costas cercanas a Venezuela solo se puede interpretar como una medida logística que se inscribe en los preparativos de invasión de un ejército paramilitar colombiano con el apoyo de su gobierno. Al pueblo venezolano, le queda estar preparado y movilizado y organizarse para que si Estados Unidos, utilizando a Colombia desata tan insensata medida, repeler la agresión y hacer morder el polvo de la derrota a los invasores. Recordar que Sun Tzu, el filósofo y teórico chino de la guerra decía que: “En el ámbito castrense existe la premisa de no suponer que el adversario no atacará, sino contar con la propia presteza en presentar batalla; de no confiar en que no atacará, sino hacerse uno mismo inderrotable”

sábado, 18 de agosto de 2018

¡Alerta! Un perro rabioso anda suelto en la región.



La visita del jefe del Pentágono, a quien me cuesta llamar Secretario de Defensa, James Mattis a América del Sur ha venido a generar todo tipo de debates en torno a los objetivos de dicho periplo, en el que ha hecho escala en cuatro países subordinados a donde se ha dirigió para impartir órdenes imperiales. 

La historia ha demostrado que la existencia de una secretaría de defensa (con ese nombre) en el gobierno de Estados Unidos es una total falacia. En sus más de 240 años de vida republicana, el país ha sido atacado tres veces en su territorio y sus defensas “no lo han podido defender”. La primera vez fue en la guerra contra Gran Bretaña entre 1812 y 1814, en la que los ingleses le propinaron una derrota aplastante a la soberbia nación emergente capturaron la capital Washington, incendiándola, incluso quemando la Casa Blanca y el Capitolio. Posteriormente, en la segunda guerra mundial, los japoneses destruyeron la armada estadounidense del Pacífico en Pearl Harbor, Hawái, cuando los radares no vieron (o no quisieron ver) el desplazamiento de la aviación nipona, para así tener la justificación ante su opinión pública que les permitiera entrar oficialmente a la contienda bélica. Finalmente, el 11 de septiembre de 2001, no fueron capaces (o no quisieron) evitar el ataque terrorista en New York y Washington, lo que fue usado para desatar su guerra contra ese flagelo a fin de establecer un sistema unipolar con preeminencia de Estados Unidos. Lo que observamos tras el brutal atentado que costó la vida de miles de ciudadanos inocentes, fue la estúpida mirada perdida de un presidente incapaz de hacer algo de inmediato. Un mes después, dio inicio a una guerra en Afganistán, que hoy, tras 17 años, aun no termina y no tiene visos de hacerlo. 

De manera que hablar de defensa y de secretaría de defensa en Estados Unidos no deja de ser un eufemismo, en ese mismo período de dos siglos han desatado centenares de guerras en todas los continentes y en todos los rincones del planeta. Valdría la pena tener en cuenta que en la actualidad, según datos entregados por el presidente del Estado Mayor Conjunto de Estados Unidos, general Joe Dunford su país tiene 300 mil soldados en más de 800 bases militares en 177 naciones del mundo, una cifra que aumenta constantemente si se considera que en 2016 eran 138 y en 2017, 149 estos países, todo lo cual le cuesta a los contribuyentes más de 716 mil millones de dólares según el presupuesto de guerra recién aprobado para el año 2019 y que sobrepasa el billón de dólares si se consideran los gastos de inteligencia no incluidos en el presupuesto militar. Al respecto, el prestigioso portal informativo Vox, explicó ya en 2015 que este entramado configuraba "un sistema militar masivo que aseguraba la influencia de Estados Unidos en todos los rincones del planeta, y dado el carácter indiscutible de esta estrategia generalizada, no es probable que pronto se produzca algún cambio", como las evidencias posteriores han demostrado. 

En América Latina hay 75 bases militares de Estados Unidos en varios países, destacando la presencia de 12 en Panamá, 12 en Puerto Rico, 9 en Colombia, 8 en Perú, 3 en México, 2 en Honduras, 2 en Paraguay, además de tener también fuerzas militares desplegadas bajo diferentes modalidades en Brasil, Guyana, Aruba, Bahamas y El Salvador. 

Esto nos lleva a concluir que en realidad esta tal secretaría de defensa más que preocuparse de la protección del país, su encargo real es la guerra. Así, nos podríamos preguntar ¿qué viene a hacer el ministro de la guerra de Trump a América del Sur? 

“Perro rabioso” como es conocido el jefe del Pentágono, es el primer militar en 50 años que ocupa ese cargo, para lo cual debió establecerse una “dispensa legislativa “ que permitiera hacer una excepción a fin de que Mattis, que no había cumplido los siete años reglamentarios desde su retiro para optar por este cargo, tuviera la posibilidad de ejercer el mismo. Él uno de los pocos sobrevivientes del gabinete cercano de Trump que ocupa su responsabilidad desde el primer día de gobierno, lo cual es una verdadera hazaña si se considera la característica inestabilidad emocional de su jefe 

América Latina, bajo el influjo de la designación de 2018 por Estados Unidos como “año de las Américas” ha visto desfilar en el último tiempo a una cantidad inusitada de personeros de alto nivel del gobierno imperial, pero es la primera vez que Perro Rabioso pasa revista a sus tropas en directo. 

Podríamos asegurar que su visita encara dos objetivos: uno estratégico y uno táctico. En febrero de este año, el groseramente defenestrado ex secretario de Estado Rex Tillerson, antes de su viaje a la América meridional, puso en el tapete la necesidad de hacer más efectiva la Doctrina Monroe que ha estado presente como eje de la política estadounidense hacia el continente por casi 200 años, pero a diferencia de la idea del presidente de su país que dio nombre a tal paradigma y que se orientaba a impedir la presencia de Gran Bretaña y la Santa Alianza en la región, esta vez, se trata de utilizar la misma como instrumento de presión y chantaje a las oligarquías vasallas que usufructúan el poder de los países subordinados, para que se mantengan alejadas de China y Rusia. En el plano táctico, se trata de ofrecerles dádivas y limosnas para que se presten a la tarea imperial de agredir a Venezuela. 

No obstante, en lo específico existen particularidades en cuanto a la misión de Mattis en cada país. En Brasil, Perro Rabioso, fue a llamarle la atención a las fuerzas armadas de ese país que todavía conservan un sector poseedor de un sentimiento nacionalista que sigue teniendo en mente la defensa de la soberanía de su país y que enarbolan las banderas de la integración sudamericana en materia militar por encima de la idea panamericana y monroista de entrega del país, que propicia Temer y el sector fascista del componente militar. A este sector no le ha agradado los exitosos esfuerzos de Estados Unidos, avalado por los gobiernos de la región, incluyendo el suyo propio de desactivar Unasur, y con ello el Consejo de Defensa Sudamericano y el Colegio Sudamericano de Defensa, que consideran una obra propia y emanada de su doctrina, como oposición a la doctrina panamericana que se enseña en la Universidad de Defensa (ex escuela de las Américas) ubicada en el estado de Georgia en el sureste de Estados Unidos y que demostró su ineficiencia durante la Guerra de las Malvinas. 

Todo ello, es percibido en Estados Unidos como un impedimento para hacerse de la poderosa industria militar de Brasil, y de sus más preciados tesoros: la Amazonía en tierra y los gigantescos recursos energéticos del presal en el océano, los que están siendo entregados por Temer a las empresas transnacionales de Estados Unidos. Ni siquiera la dictadura de los años 60 y 70 del siglo pasado logró una subordinación de las fuerzas armadas brasileñas a Estados Unidos de la magnitud de la que ha implementado Temer. 

En Argentina, el mensaje de Perro Rabioso fue claro: mostrar su rechazo a la base espacial china de Neuquén, el mandato es preciso: debe ser cerrada. Mauricio Macri, que cultiva la hipocresía como forma de hacer política no tuvo empacho en aceptar las imposiciones de Mattis, mientras, al mismo tiempo, corre desaforado a los brazos del presidente chino Xi Jinping a fin de solicitar los recursos que le permitan salvar su maltrecha economía. Así, lo persigue en cuanto evento multilateral se encuentran, presentando planes y proyectos de inversión para atraer a China a su país, en el colmo de su desfachatez felicitó a Xi por su reelección como secretario general del Partido Comunista de China en octubre del año pasado. 

Después de reunirse con su homónimo rioplantense Oscar Aguad, Perro Loco afirmó que “Argentina es considerada una amiga de Estados Unidos” y agregó “La conversación de hoy continúa la relación que comenzó hace más de 200 años atrás“. Se le olvidó, mencionar el pequeño detalle de que en la guerra de las Malvinas en 1982, Estados Unidos estuvo en la trinchera opuesta apoyando al invasor británico. Por supuesto, Aguad no tiene la dignidad suficiente como para recordárselo. 

Por su parte, Chile es un país casi insignificante en la agenda del ministro de guerra estadounidense. Tanto, que el escueto comunicado de su visita y encuentro con el presidente de ese país, elaborado por la embajada de Estados Unidos en Chile, no tuvo más de dos párrafos. El tema de la agresión conjunta a Venezuela ocupó la mayor parte del encuentro bilateral. 

En el momento de escribir estas líneas, Perro Loco se reunía con el presidente colombiano Iván Duque, no habrá grandes novedades: darán continuidad a las acciones de los ex presidentes Uribe y Santos, en la coordinación de operaciones contra Venezuela, el apoyo al paramilitarismo para prepararlo como ejército de invasión y la utilización de la cocaína que hace de Colombia el primer productor y exportador mundial, como instrumento necesario para justificar la presencia militar de Estados Unidos en la región. 

En fin, nada distinto de lo que ya han hecho el vicepresidente Pence, el ex secretario de Estado Tillerson, el ex director de la CIA y actual secretario de Estado Pompeo, el comandante del Comando Sur Kurt Tidd y la embajadora ante la ONU, Nikki Haley: mostrar impaciencia y desesperación por la imposibilidad de competir con China en cuanto a la cooperación, la inversión y el comercio, amenazar y chantajear a los pusilánimes presidentes de la ultra derecha latinoamericana y rumiar su exasperación por la incapacidad de la oposición venezolana para derrocar al gobierno democrático del país. En cualquier caso, hay que tener cuidado: Un perro rabioso anda suelto en la región.

sábado, 11 de agosto de 2018

¡Adiós Santos, cuídate mucho!


En agosto de 2010, cuando Álvaro Uribe dejaba la presidencia de Colombia, escribí un largo artículo titulado “Adiós Uribe o un nuevo fracaso de la política imperial contra Nuestra América”. Finalizaba así: “Colombia y su gobierno han asumido el papel preponderante en esta armazón imperial que se propone retrotraer los procesos soberanos que llevan adelante nuestros pueblos. A ello debemos oponer la unidad y la integración del sur para construir un sólido bastión que impida la embestida estadounidense y aísle los ánimos intervencionistas. Uribe se fue, pero el imperio perseverará en su política. Contará siempre para ello con la oligarquía colombiana, y sus representantes de turno porque sus intereses –a través de la historia- siempre han coincidido con los de Estados Unidos. Este nuevo y más reciente conflicto creado por el ex presidente Uribe ya cuando fenecía su gobierno se inscribe en la permanente posición mantenida por Estados Unidos contra nuestros pueblos…” 

Hoy, ocho años después, podríamos repetir casi textualmente lo apuntado en esa ocasión, pero ahora referido a Juan Manuel Santos quien se marchó de la más alta magistratura del país vecino de la misma manera que su antecesor: derrochando odio y atacando a Venezuela. Es como si los presidentes colombianos necesitan dar examen de “buena conducta” para que al perder la inmunidad de la presidencia, que les permite hacer cualquier destrozo sin sufrir las secuelas, el imperio les conceda “un rinconcito en sus altares” como dice Silvio Rodríguez. 

Lo cierto es que más allá del aborrecimiento y la animadversión que la oligarquía colombiana (de la cual Santos y su familia son miembros conspicuos) ha sentido por Venezuela desde hace 200 años, Juan Manuel ha dejado la presidencia despreciado y rechazado por sus propios compatriotas, incluso en niveles más bajos que sus cuatro antecesores. Según encuestas publicadas por BBC Mundo, el rechazo a Santos en el momento de entregar su cargo ascendió a 61% de acuerdo a Invamer/Semana, mientras que para Gallup es de 59%, aunque habría que decir que esa cifra hace cuatro meses llegó a 73%. Su aprobación el martes 7 cuando abandonó el poder fue de solo 35% después de haber llegado al gobierno con 83%, lo cual es expresión clara del repudio que le profesan los colombianos. Vale decir que hasta Andrés Pastrana, uno de los presidentes más grises de las últimas décadas tuvo menor desaprobación con 54%. 

Santos se va, pero deja tras sí una impronta de muerte que es muy difícil de borrar. Según la Defensoría del Pueblo de Colombia, entre el 1° de enero de 2016 y el 3 de agosto de 2018 han sido asesinados 333 líderes sociales y defensores de derechos humanos en el país. Por su parte, el Instituto de Estudios para el Desarrollo y la Paz (Indepaz) y el programa no gubernamental Somos Defensores registran más de 400 asesinatos en el mismo período. En lo que sí armonizan los datos de estas entidades es que desde la firma del Acuerdo de Paz entre las FARC y el Gobierno de Colombia en 2016, la cifra de asesinatos se ha elevado de manera alarmante. 

Solo en el mes de julio del presente año, el último del mandato de Santos, se contabilizan 30 líderes sociales asesinados, entre los que se destacan miembros de Juntas de Acción Comunal, militantes de la oposición política, excombatientes de las FARC, reclamantes de tierras, activistas que lideran programas de sustitución voluntaria de cultivos ilícitos, defensores de derechos humanos, docentes del sector público, campesinos, indígenas y afrodescendientes. 

Santos se va, seguramente a disfrutar de su premio Nobel de la paz, el mismo que Estados Unidos le compró en Noruega como pago por haber invadido militarmente a Ecuador cuando era ministro de defensa en 2008, por el asesinato de centenares de colombianos y por haber incorporado su país a la OTAN, tres claras acciones a favor de la paz según el desprestigiado comité que regala ese premio. 

Santos, se va, pero dejó ya en el año 2015, 4.770 niños wayuu muertos por hambre y desnutrición en la Alta Guajira según cifras entregadas en su momento por Javier Rojas Uriana, representante legal de la Asociación de Autoridades Tradicionales Indígenas Wayuu Shipia Wayuu. Solo en lo que va de este año 2018, han muerto 321 niños por desnutrición según el defensor del pueblo Carlos Negret: “…no existe ningún departamento de Colombia donde no existan niños que hayan muerto por desnutrición. 

Se va Santos, pero queda el déficit que dejó en el sector educativo que asciende a 600 mil millones de pesos (alrededor de 204 millones de dólares), cifra que según la Federación Colombiana de Educadores (FECODE) podría duplicarse antes de finalizar este año, todo lo cual ha significado que en este momento 1.446.295 niños se encuentren fuera del sistema educativo. 

Se va, Santos, pero ahora va a tener que enfrentar algo, esta vez nefasto para él: la guerra contra Uribe, tarde se dio cuenta, por lo que inició el contra ataque moviendo sus fichas dentro del Estado a fin de incriminar a su antecesor en alguna de las decenas de acusaciones ante la justicia que tiene pendientes. Pensaba que de esa manera, podría negociar una salida decorosa que significara la impunidad para los dos. 

Pero el expresidente Uribe no cree en reconciliaciones, el mismo día del cambio de gobierno desplegó un anuncio pagado en todos los medios de comunicación impresos, titulado “La herencia de Santos”, en el que a continuación se enumeran decenas de hechos y situaciones que desenmascaran el supuesto paraíso santista. OJO amigo lector, esto no fue publicado por el gobierno de Venezuela, sino por el Centro Democrático de Uribe, que algo debe saber de estos temas. En el mencionado afiche se puede leer que Santos dejó un país: 

1. Nadando en coca y con problemas de drogadicción. 

2. Sin desarrollo social. 

3. Con su economía deteriorada y saturada de impuestos. 

4. Sin la revolución de la infraestructura prometida. 

5. Con la salud en cuidados intensivos. 

6. Con mayor burocracia. 

7. Con corrupción y derroche. 

8. En manos del crimen organizado. 

9. Con otra imagen. 

Cada uno de estos puntos está ampliamente desarrollados puntualizando con detalles lo que se quiere demostrar, lo cual evidencia que los ataques de Santos a Venezuela son solo una cortina de humo, en el intento de escabullirse de la justicia que ahora lo perseguirá por los escándalos de Odebrecht y otras “cositas” se estarán investigando. 

No es de Venezuela, de la que tiene que preocuparse Santos, finalmente el gobierno venezolano es respetuoso de las decisiones que cada país tome, incluyendo si esto tiene que ver con juzgar a un presidente por corrupto, serán las autoridades colombianas y la justicia de ese país, la que resuelva qué hacer. 

Por eso, ante los hechos acaecidos en Caracas el pasado 4 de agosto, Venezuela ha actuado en el marco del derecho internacional y ha acudido al nuevo gobierno de Colombia para que no cargue con las responsabilidades de Santos, solicitando la entrega de los participantes en el hecho terrorista, que se encuentran viviendo en ese país. 

El comunicado oficial del gobierno de Santos sobre este atentado terrorista es que ese día, él se encontraba en el bautizo de su nieta Celeste. Alguien se encargó de recordar como casualidad que Michael Corleone en la película “El Padrino II”, ordenó asesinar a sus enemigos, mientras él estaba bautizando a su sobrino…claro, estaba hablando de una película, en todo caso, le deseo a Celeste, salud y una vida luminosa, la misma que su abuelo intentó negarle a los niños venezolanos por 8 años. 

Adiós Santos, como es habitual con los de tu calaña, es probable que corras a refugiarte en Estados Unidos, como todos los tránsfugas de este continente que buscan el abrigo imperial tras realizar sus tropelías en el uso del poder. Lamentablemente para ti, no podrás encontrarte con tu amigo Martinelli, ya Estados Unidos se lo entregó a Panamá, como hacen a veces los amos, cuando los lacayos ya no le sirven. Cuídate mucho allá en el norte, no vaya a ser que tengas una sorpresa similar.

lunes, 6 de agosto de 2018

Apuntes para una política exterior del gobierno de López Obrador.


El triunfo de Andrés Manuel López Obrador (AMLO) en las elecciones presidenciales de México ha generado grandes expectativas en América Latina, sobre todo entre los sectores progresistas, revolucionarios y de izquierda de la región, bastante vapuleados desde 2015. Incluso se ha llegado a comparar esta victoria electoral con la obtenida por el comandante Hugo Chávez en Venezuela en 1998, en el sentido que igualmente estos resultados podrían significar un vuelco en la situación regresiva de la región, en la que en los últimos 3 años se han ido imponiendo fuerzas conservadoras, retrógradas, delincuenciales y hasta fascistas, a través de golpes de Estado de diferente índole o utilizando los espacios de la democracia representativa que permite ganar elecciones indistintamente de manera legal o ilegal. 

Vale comenzar diciendo que las dos primeras victorias de AMLO son: haber salido vivo de la contienda electoral y haber derrotado el enorme fraude montado por el gobierno de Enrique Peña Nieto similar al que realizó el año pasado en los comicios locales del estado de México en los que impuso de forma ilegal a su primo como gobernador. AMLO obtuvo su victoria al conseguir el 53,2%, superando por 17 millones y medio de votos a su más cercano contendiente que solo tuvo 22,3%. De tal dimensión fue la derrota del Partido Revolucionario Institucional (PRI) y de Peña Nieto que su candidato quedó en tercer lugar con solo el 16,4%. Todos estos elementos permitieron derrotar al establishment y al fraude que tenía preparado. 

Pero, mi objetivo en esta ocasión no es analizar los resultados electorales mexicanos, eso ya se hizo, hay mucha información al respecto. Intentaré esbozar algunas ideas respecto de la probable política exterior de AMLO, entendiendo la situación del país y conociendo las circunstancias de su victoria. En este sentido, unos días antes de las elecciones pregunté a un amigo mexicano, qué podría significar un triunfo electoral de AMLO y la respuesta por simple, no deja de ser esclarecedora “Será un gobierno honesto, lo que en México significa casi una revolución”. 

Hay que recordar que como jefe de Gobierno de la ciudad de México (2000-2005), la tercera urbe más grande del mundo, AMLO cerró la oficina de relaciones internacionales, mientras era común que se rehusara a recibir a jefes de Estado y altos dignatarios que visitaban la ciudad. En los últimos dos años previos a las elecciones de 2018, AMLO estuvo en 20 ciudades del exterior, pero, de ellas 11 son de Estados Unidos en las que viven decenas de miles de mexicanos, además hizo cuatro viajes fuera de las fronteras del norte de América en los que visitó 2 ciudades europeas, 2 de América del Sur y dos de América Central. Se comenta que ya siendo la máxima autoridad de la capital mexicana, López Obrador aún no había obtenido un pasaporte, lo que presupone que hasta ese momento no había viajado al exterior, cuando ya era un reconocido dirigente político de alrededor de 50 años. Todo esto podría dar una idea de su poco acercamiento e interés en los temas internacionales 

No obstante, cualquier análisis debe partir de la aceptación de que AMLO es un político pragmático que no se alinea con posturas ideológicas y que no tiene temor en establecer alianzas que le permitan conseguir sus objetivos, esto es válido en lo interno, pero también en lo internacional. Por eso, ha designado como futuro canciller a Marcelo Ebrard un tecnócrata formado en Francia que hizo carrera política de la mano de Manuel Camacho un viejo cacique del PRI y después de AMLO, con quien ha trabajado desde hace casi 20 años. 

Como hecho relevante hay que destacar que por primera vez en la historia reciente, Estados Unidos no tuvo injerencia en la selección del candidato y futuro presidente de México. Éste fue elegido con los votos del México profundo al margen de los partidos y del establishment, y con una votación tan masiva que –como se dijo antes- impidió ejecutar el fraude que había preparado el gobierno de Peña Nieto para imponer su candidato. 

Por primera vez también, el presidente electo mexicano no visitó Washington de inmediato para rendir pleitesía al gobierno de ese país y a las instituciones financieras internacionales que funcionan en la capital imperial, como era la costumbre en el pasado. Al contrario, fue el gobierno de Trump quien solicitó una reunión y envió una delegación de muy alto nivel el 13 de julio pasado, al frente de la cual estuvo el secretario de Estado Mike Pompeo, la que fue a Ciudad de México a reunirse con el mandatario electo. 

He consultado a varios analistas y especialistas mexicanos en el tema y todos coinciden en señalar que la política exterior no será una prioridad en la agenda de López Obrador. Muy probablemente, el presidente no asistirá a algunas reuniones de jefes de Estado donde se hará representar por el Canciller, quien tendrá mucha autonomía en el desempeño de sus funciones. AMLO confía en su eficiencia y su visión de país y de mundo, en lo cual tienen concomitancia plena. Como me dijo un periodista mexicano: “A AMLO, la política exterior no le importa, no le interesa, no sabe”. 

Una de las primeras medidas tomadas, tras su elección fue enviar una carta al presidente Donald Trump en la que resalta que ambos tienen ciertas similitudes, lo cual es cierto si se considera que ambos ganaron las elecciones contra la opinión del establishment, y también –aunque por diferentes razones- ninguno de los dos siente simpatía con los Tratados de Libre Comercio (TLC), para AMLO porque afecta el mercado interno de México y para Trump porque -según él- es la causa de los problemas de la economía de Estados Unidos, al generar desempleo y no hacerla competitiva. 

Para México será imprescindible lograr una buena relación con Estados Unidos, el pragmatismo de AMLO lo llevará a ofrecer a Trump la posibilidad de hacer negocios e incrementar el comercio, con el objetivo de factibilizar el vínculo, allanarse una buena relación y permitir tratar los otros temas de la agenda que también le interesan, en particular los de seguridad y el de las migraciones. En este sentido, intentará atraer a Estados Unidos a los negocios en el área energética en particular los de la construcción y modernización de sus refinerías de petróleo. Todo esto considerando que la agenda del Tratado de Libre Comercio de América del Norte (TLCAN) que ha funcionado en los últimos 25 años, se agotó y deben buscar alternativas viables para los intereses de ambos países. 

Trump ha llegado a la conclusión que, contrario a lo que opina el establishment y los medios de comunicación de ambos países, AMLO no es una amenaza para Estados Unidos, pero no estoy seguro que entienda que el nuevo presidente necesita ampliar el mercado interno de su país y mejorar los ingresos de los sectores más empobrecidos, para evitar un colapso. Así mismo, deberá estabilizar los precios de los combustibles y controlar el capital especulativo. En esto último también coincide con Trump. 

Muy probablemente. AMLO volverá a ubicar a México en sus valores tradicionales de independencia, igualdad soberana entre los Estados, apoyo a la solución pacífica de controversias sin inmiscuirse en los asuntos internos de otros países. En esto se verificará un cambio trascendente respecto del pasado, sobre todo en relación a las tres últimas administraciones, claramente injerencistas y subordinadas a Estados Unidos. 

Pero el mayor esfuerzo del nuevo presidente se orientará a buscar la solución del conflicto interno del país, a partir del reforzamiento de un sistema de administración de justicia que aporte estabilidad a la gestión de gobierno, con el criterio de que la “mejor política exterior, es una buena política interior”, para lo cual se abocará a la lucha contra la corrupción y la impunidad. 

Retomando principios del histórico nacionalismo mexicano, es probable que los temas de la agenda global estén circunscritos a la relación con Estados Unidos, lo cual ocupa parte importante del trabajo de los entes de política exterior del país. México no puede darse el lujo de obviar esta realidad signada por tres mil kilómetros de frontera, y entre 20 y 30 millones de mexicanos que viven en Estados Unidos. Por ello, intentará mantener vigente el TLCAN, negociando en conjunto otros temas de la agenda, incluyendo el comercio, la seguridad fronteriza y de manera prominente y puntual la defensa de los derechos humanos. 

Por ello, ya en la reunión sostenida con la delegación del gobierno de Estados Unidos, que estuvo en Ciudad de México, se propuso un cambio sustancial en la relación bilateral. AMLO intentó persuadir a las autoridades de Estados Unidos de que por el bien de las dos naciones, era más eficaz y más humano, aplicar una política de cooperación para el desarrollo que insistir, como sucede actualmente, en dar prioridad a la cooperación policiaca y militar. Esto supondría un vuelco en la relación bilateral tradicional. 

Con claridad AMLO le dijo a Pompeo, que su propuesta a Estados Unidos era solicitar más recursos para cambiar radicalmente las prioridades: lo primero debe ser el desarrollo y el empleo y no la cooperación militar. Le dijo que los problemas de índole económico y social, que está enfrentando y padeciendo México, no se resuelven con medidas coercitivas. Reiteró lo que ya había anunciado en 2016 en su Proyecto de Nación: “No es con asistencia militar o con labores de inteligencia ni con envío de helicópteros y armas, como se remediará el problema de la inseguridad y de la violencia en nuestro país. Tampoco se detendrá el flujo migratorio construyendo muros, haciendo razias, deportando a nuestros paisanos o militarizando la frontera”. 

Por ello se discutió con el gobierno de Estados Unidos la firma de un acuerdo específico para la aplicación de un programa orientado a reactivar la economía y a crear empleos en el país, en el entendido que solo así se va a poder enfrentar el flagelo de la violencia y mitigar el fenómeno migratorio. Para ello, el nuevo gobierno hará su mayor esfuerzo y pondrá toda su capacidad diplomática a fin de lograr la regularización migratoria de los mexicanos que viven y trabajan en Estados Unidos insistiendo en la necesidad de una reforma migratoria, como AMLO ya lo ha venido afirmando tanto en México como en Estados Unidos 

Con relación a América Latina y el Caribe, es probable que México retome los tradicionales lazos de amistad y cooperación abandonados durante los gobiernos de Fox, Calderón y Peña Nieto, e incluso se le dé un carácter prioritario buscando establecer programas de largo plazo, desarrollando políticas conjuntas ante problemas comunes como seguridad, combate de hechos ilícitos y congruencia en el trato a los migrantes. 

En la medida que México vaya resolviendo sus problemas internos referidos a la violencia y el narcotráfico, podrá recobrar su presencia tradicional en el mundo y en los entes multilaterales, recuperando su aporte a la solución de los problemas globales en temas como pobreza, migración, calentamiento global, discriminación, derechos humanos, combate a las epidemias, seguridad colectiva, armamentismo y lucha por la paz. Por lo que se sabe México está optando por un puesto no permanente en el Consejo de Seguridad, en el periodo 2020-2021, para lo cual, seguramente tendrá el apoyo unánime de América Latina y el Caribe.

sábado, 28 de julio de 2018

Algunas reflexiones acerca de la conflictividad en el mundo del siglo XXI.


En un reciente programa de radio, el conductor del programa me preguntó si según mi opinión se estaba produciendo un reajuste del sistema internacional o si lo que estaba ocurriendo eran tan solo turbulencias coyunturales propias del capitalismo. Toda vez que tal interrogante fue hecha al comenzar el programa, me tomó de sorpresa porque suponía que el mismo transcurriría por otra ruta, sin embargo logré esbozar una respuesta que aunque satisfizo al periodista, me llevó a una reflexión posterior a fin de bosquejar una interpretación correcta de la dinámica tan caótica que se vive a lo largo y ancho del planeta. 

Creo que lo que se está produciendo es un reacomodo múltiple que se ejecuta en varios planos simultáneamente, como cada uno tiene orígenes distintos en el tiempo, en sus características y desarrollo, genera complejos y heterogéneos procesos y superpone variables que al expresarse en paralelo y al mismo tiempo, forja un sinnúmero de acciones, difíciles de entender y mucho más espinosas para analizar y explicar -por lo menos para mí- sobre todo porque el desenvolvimiento de estos procesos, produce contradicciones y crisis que están influyendo en la cotidianidad de los países, las sociedades y los ciudadanos. 

Un primer plano es el de las incompatibilidades que se generan en un mundo eurocéntrico, construido a partir de una visión abarcadora y totalizante de Occidente, que ha dominado el planeta desde hace más de tres milenios, creando una civilización que ha tenido enorme influencia en el idioma, la política, la educación, la filosofía, la ciencia y las artes. Sin embargo, la modernidad vive un empuje en primera instancia de China e India, pero también del mundo musulmán, que pugnan por ocupar un lugar más prominente en el escenario global. No hay que olvidar que en estos países y territorios germinaron algunas de las principales civilizaciones de la antigüedad, como la china, la india, la persa, la mesopotámica y la egipcia. Ninguna de ellas está en Europa o en el territorio del actual Estados Unidos, lo cual da una idea de que estos se impusieron finalmente por vía bélica y la de la usurpación, por el saqueo y el vandalismo continuado sobre todo en África y la América meridional y, por haber puesto el desarrollo de la ciencia y la tecnología al servicio de la guerra. Es evidente que ya en el siglo XX esto comenzó a cambiar y en el XXI la realidad es otra, lo cual genera tensiones no resueltas. 

En segundo lugar habría que decir que tal civilización occidental, de forma particular en el ámbito de la política, creó un modelo denominado democracia que –como se dijo antes- por vía de la fuerza ha querido imponerse como razón universal, forjando parámetros de comportamiento únicos, que marginan y excluyen otras ideas de la política establecidas a partir de experiencias y vivencias propias de otros pueblos. La democracia representativa de corte occidental, ha sufrido por cierto muchos cambios en el transcurrir de más de dos mil años, pero desde fines del siglo XVIII se ha impuesto como realidad incontrovertible y como instrumento de dominación de los poderosos que recurren a ella para sostener su poder y la violentan impunemente cuando no les resulta posible hacerlo. El mundo de hoy es testigo de la emergencia de otros sistemas políticos resultantes de procesos que consideran especificidades, culturas e historias particulares de determinados países. Esas naciones logran sostener sus modelos propios cuando consiguen acumular la fuerza suficiente para defenderlos del avasallamiento y la imposición, caso contrario son violentados, suprimidos y exterminados, en muchos casos incluso, en nombre de esa democracia que se dice sostener. Esto comienza a resultar insoportable por algunos pueblos y empieza a ser también foco de conflicto y tirantez internacional. 

El tercer plano de contradicciones es la mantención de una estructura obsoleta en el sistema internacional, que no responde a la correlación de fuerzas del mundo moderno ni a la realidad del mismo. Hay que recordar que esta estructura fue diseñada por los vencedores en la segunda guerra mundial para legitimar el poder propio sobre el planeta. La Organización de Naciones Unidas (ONU) fue fundada en 1945 por 51 Estados, entre ellos solo 4 de África, 8 de Asia y ninguno del Caribe, hoy existen 193 países independientes, lo cual es la primera y más palpable diferencia con el pasado. Pero, la contradicción más trascendente es la que existe entre un ente democrático como la Asamblea General donde todos los países tienen derecho a voz y voto y la dictadura del Consejo de Seguridad, en la que solo cinco Estados tienen el poder de decidir acerca de los problemas más acuciantes, complicados y difíciles relativos a la guerra y a la paz que son temas transversales, que preocupan a todos, y ante los cuales, las potencias “resuelven” casi siempre a favor de sus intereses políticos, en muchos casos violentando la opinión de la mayoría aplastante de los pueblos del planeta. Además de eso, cuando se produce un fallo contrario a la opinión de Estados Unidos, este país se siente con la autoridad para sobrepasar la institucionalidad de la ONU y actuar al margen de ella o, en otras situaciones, abandonar la estructura y no respetar los acuerdos que se han tomado, todo lo cual ha ido torpedeando la posibilidad de sostener una convivencia pacífica entre las naciones, objetivo fundamental para el cual fuera creada la ONU. 

Finalmente, enfrentamos un tema de coyuntura que tiene que ver con la agresividad imperial progresiva de Estados Unidos y Europa ante la perspectiva de perder la supremacía política y económica en el mundo. La expansión sin control del capitalismo, el afán desenfrenado de lucro y la concentración cada vez mayor de la riqueza en pocas manos, suscita desasosiego creciente en todas partes, toda vez que este modelo, si se quiere sostener en el estado de la situación actual, se tiene que imponer de cualquier forma. Ello conlleva en el plano internacional a la confrontación, los conflictos, la guerra económica, las sanciones económicas, la invasión y el avasallamiento en algunos casos de otros países y pueblos y en el plano interno, a la represión indiscriminada, el exterminio selectivo de líderes y dirigentes populares y sociales, el retroceso en el sostenimiento de logros en materia social obtenidos después de decenas de años de lucha, además de la violación del propio sistema creado, utilizando sus instrumentos para el logro de oscuros fines políticos de grupos minoritarios de la sociedad y, lo más novedoso, la justificación de todas estas tropelías a través de los medios transnacionales de la comunicación y sus adláteres locales, cuya perversa misión es buscar que los ciudadanos acepten que estas acciones son expresión de lo natural y normal de la vida, y la manera habitual como debe funcionar la democracia . Por supuesto, las resistencias de pueblos dignos y dirigentes preclaros a estas expresiones totalitarias van configurando parte del incremento de las complicaciones actuales, en la que la derecha conservadora se ha puesto a la ofensiva en nuestra región. 

Tal vez mirar este “mapa” del origen de la conflictividad, ayude a diseñar las tácticas más adecuadas para la lucha cotidiana, pero también para trazar una estrategia de liberación que permita establecer alianzas y compromisos, aislar al enemigo principal y construir una correlación de fuerzas que en cada país y de acuerdo a las condiciones propias, abra camino a una verdadera democracia de carácter participativo -hoy inexistente en buena parte del planeta- y a una sociedad mejor.

domingo, 22 de julio de 2018

Carta de amor a Nicaragua.


En el esfuerzo por conocer a China, su vida, su cultura, su idiosincrasia y su historia y tratar de entender lo que hoy está ocurriendo en ese país y las implicaciones que ello tiene y va a tener en el mundo, he terminado de escribir un libro en el que después de tres años de investigación y siete viajes a ese país, intenté sintetizar el vasto conocimiento adquirido, logrando comprender y aprender muchas cosas. Una de ellas, tal vez la más importante es que sus parámetros de comportamiento como individuos, como sociedad y como Estado emanan de una historia y una filosofía que no es la nuestra, a lo mejor esto es una verdad de perogrullo, pero creo que el desconocimiento de una afirmación tan elemental lleva a conclusiones erróneas que conducen a análisis incorrectos de la realidad de ese país y de las repercusiones que el acontecer de su vida política tiene en lo interno, y por supuesto en lo exterior.

Me di cuenta que el desconocimiento de su historia y filosofía, de la cual deriva su actuación política tiene fundamentos distintos de los de Occidente, entre ellos el concepto filosófico de tiempo. Me vi obligado -en el capítulo referido a este aspecto- dedicar un subcapítulo para explicar las diferencias en el uso del concepto tiempo para los occidentales y los orientales. Pienso que ahí radica parte importante de las incomprensiones entre ambas culturas y civilizaciones, lo cual, dado el poderío creciente de China en el siglo XXI tiene repercusiones planetarias.

Pero, no es de eso que quiero escribir hoy, lo anterior solo sirve de referencia para decir que he aprendido de China que los procesos sociales, sobre todo cuando son de transformación, se gestan y desarrollan en tiempos muy extensos, generalmente mucho mayores que la vida útil promedio de un ser humano de este siglo. A los occidentales nos cuesta mucho entender este hecho que es muy natural para los chinos.

Los procesos sociales, entre ellos los intentos de cambio revolucionario de la sociedad son fenómenos sumamente complejos en los que intervienen múltiples factores subjetivos que conducen a una metamorfosis del componente objetivo que está a la vista. El factor subjetivo más importante es el del papel del ser humano como sujeto de estos procesos, pero también el de aquellos que ejercen el papel de conductores, guías y/o dirigentes que orientan, aceleran, dan curso y establecen las prioridades de cada momento, así como del nivel, calidad y estructura de las organizaciones políticas que tienen la responsabilidad de servir como correas conductoras entre la sociedad y los que asumen la responsabilidad de dirigirla.

Se ha querido establecer una visión idealista de los procesos revolucionarios como si actores y sobre todo conductores fueran seres incólumes, ajenos a imperfecciones, inmunes a las deformaciones que la sociedad de clases impregna a todo aquello que recibe su influencia. Nada más falso. Lo que sí es claro, y ha sido demostrado por la vida y por la historia, es que en la medida de una mayor pureza, capacidad y sensibilidad de los conductores, los procesos pueden avanzar más rápido, mejor y sin correr los riesgos de la desaceleración o la muerte. Creo que quien se acercó en mayor medida a esa perfección fue el Comandante Ernesto Che Guevara quien además tuvo la extraordinaria visión de comprender que para realizar la transformación revolucionaria de la sociedad era necesario construir un “hombre nuevo”. Pero el Che jamás dijo que esa sería una tarea de corto plazo y que estaría vinculada de manera automática a la toma del poder o a la llegada al gobierno, mucho menos cuando esto se produce por vía electoral. 

Tal hecho, como todas las cosas de la sociedad y los seres humanos, no son absolutos, son como la vida misma, plena de complejas variables que en cada país se entrelazan para generar particularidades que hacen que ninguna mutación sea igual a otra. Los que opinan desde lejos deberían saberlo y no tratar de encumbrarse a un Olimpo donde nadie los ha ubicado, para emitir definitorias opiniones que muchas veces desconocen la realidad y que suponen recetas inmaculadas que deben ser cumplidas por todos en cualquier condición y en cualquier situación. La vida me dio la oportunidad de poder conversar varias veces con el más grande revolucionario de nuestra época: el Comandante Fidel Castro. Jamás escuché de él una opinión determinante, conclusiva, excluyente del sentir distinto del interlocutor. Supe de discernimientos absolutamente opuestos entre los propios y los de aquellos con quienes conversaba, pero jamás de una imposición o restricción por emanada de la diferencia.

La situación actual de Nicaragua, como la de Cuba en otros momentos e incluso la de Venezuela en años recientes, genera tal grado de polémica y desazón en determinados personajes, que a uno no le queda más que ser una vez más testigo de la fuerza que logran construir los medios de información del enemigo, capaces incluso de quebrar el raciocinio de quienes en el pasado dieron muestras fehacientes de integridad y ética. Recuerdo cuando ante el fusilamiento en Cuba de los terroristas que secuestraron un barco de pasajeros para llevarlo por la fuerza a Estados Unidos, José Saramago y Eduardo Galeano pusieron distancia con la isla de la libertad. La vida les dio tiempo para comprender los difíciles avatares que debe enfrentar una dirección revolucionaria cuando la cotidianidad los lleva a desafiar todos los días al imperio más poderoso de la tierra. Ambos se reconciliaron con Cuba y murieron como lo que fueron: dos grandes de nuestra época sin transigir, ni desmerecer de su condición revolucionaria.

Conozco Nicaragua, la conozco bien, no solo desde un escritorio y una computadora que es la trinchera que me toca ahora, sino desde el Golfo de Fonseca en el caluroso extremo noroccidental hasta el Río San Juan en la frontera con Costa Rica al suroriente, y desde Bilwi (antes Puerto Cabezas) en la región norte del Caribe nicaragüense hasta Peñas Blancas, paso fronterizo con Costa Rica sobre la carretera panamericana. A través de su territorio solo interrumpido por los lagos, conocí las minas de oro, el duro batallar de los mineros de Rosita, Siuna y Bonanza para extraer la riqueza de la tierra, recuerdo la constitución de las primera baterías antiaéreas en Puerto Cabezas con soldados que no tenían nombre porque no existían los registros de población, rememoro la instalación de los médicos cubanos a comienzos de 1980, en apartadas comarcas de pobladores misquitos, sumos y ramas del Caribe donde nunca había llegado un galeno y en las que los índices de contagiados con enfermedades curables superaba el 70% y los “ancianos” no llegaban a los 40 años. Recorrí los extensos campos de algodón del caluroso occidente chinandegano y leonés, visité las anchurosas zonas ganaderas de Chontales y Boaco y las insurrectas montañas del norte, que todavía respiraban el mismo aire que el general Sandino en las Segovias, Matagalpa, Madriz y Jinotega. Estuve y he vuelto muchas veces a ese sur heroico del departamento de Rivas, donde me hice hombre, guerrillero y revolucionario. Recorrí las calles llenas de historia de los pueblos de Masaya, Granada Estelí y Carazo y sus campos plantados de café y flores. Hice de Managua mi ciudad, caminé por sus mercados, por sus barrios orientales por los que un 20 de julio de 1979 pude todavía palpar el inconmensurable heroísmo de un pueblo que se aprestaba a curar las heridas de la guerra.

Pero no lo dejaron, no le dieron ni un instante de respiro. La primera Purísima (la fiesta religiosa más importante del país) que pasé en Nicaragua, la de diciembre de 1979 estaba al norte de Somotillo, en Cinco Pinos y el Variador al noroccidente del país, donde me habían ordenado trasladarme con una batería de artillería, subordinarme al Jefe de Batallón de Chinandega Iván Tercero Loáisiga, y estar listos para desplegarnos en combate y repeler una probable agresión de las fuerzas armadas hondureñas que estaban concentrando tropas en la frontera para provocar a la joven revolución triunfante. Diciembre de 1979, solo cinco meses de paz le concedió el imperio al pueblo nicaragüense!!!!!

Y todo sabemos lo que vino después…la guerra, la agresión artera desde Honduras, el bloqueo de los puertos, las sanciones económicas, el intento de rendir por muerte o por hambre al sencillo y abnegado pueblo que por tercera vez los había derrotado: a mediados del siglo XIX, cuando el mercenario Walker intentó crear una extensión de Estados Unidos en Centroamérica; a comienzos del siglo XX cuando el general Sandino y su Ejercito de Hombres Libres los hizo morder el polvo de la derrota y los expulsó del territorio nacional y ahora, en 1979, cuando los hijos de Sandino, hicieron huir al hijo de puta Somoza (como lo llamó Roosevelt). No perdonaron a Nicaragua y no la perdonarán jamás.

Siento el orgullo de haber sido un combatiente internacionalista de Nicaragua, cargo en mis hombros el honor de haber sido fundador del Ejército de Nicaragua, de haber podido colaborar en la formación de sus primeros jefes militares, bisoños guerrilleros exitosamente devenidos en líderes para construir la fuerza militar más poderosa de Centroamérica, más que por sus armas y su poderío bélico, por la fuerza de su conducta, por la dignidad y responsabilidad con la salvaguarda de su patria de sus hombres y mujeres, por el honor de ser hijos de Sandino, de Zeledón y de Andrés Castro.

Y alguien, tal vez con justicia me diga que eso es el pasado y que hoy la realidad es otra. Pero, es que volví a Nicaragua, lo hice en 2008 como embajador de Venezuela, como embajador de Chávez, y esta vez mi quehacer no fue exitoso, lo digo sin vergüenza y sin rubor, fuerzas oscuras conspiraron aquí y allá, para que me sacaran, ocurrió lo increíble, el embajador de Chávez fue sacado de Nicaragua por un gobierno sandinista. Pero, así son las imperfecciones de estos procesos. Al regresar conversé con el Comandante, no voy a revelar lo que me dijo, fue una conversación privada y él, lamentablemente no está para corroborar su contenido, pero estoy tranquilo, no tengo resentimientos y si lo traigo a colación no es porque desee hablar de ello, sino porque sin falsa modestia siento que puedo opinar sobre este país hermano, a pesar del maltrato y la humillación sufrida he vuelto muchas veces y he sentido el aprecio y el cariño de muchos compañeros y compañeras: los mismos del 79, los mismos del 84, los mismos del 89, los mismos de la resistencia a los 17 años de neoliberalismo, los mismos del 2007, los mismos del 2018. Ahí están, siguen luchando, dan la cara, aman su país, son sandinistas hasta la médula y no lo entregarán. Estén seguros de ello como lo estoy yo, combatirán hasta el final, ni se venden ni se rinden, jamás!

No bastan el maltrato y la humillación personal que sufrí aquí y allá para que yo deje de sentir un amor infinito por el pueblo nicaragüense. En este momento tan difícil que están viviendo, recuerdo dos cosas, la primera del Che cuando en un acto en Santiago de Cuba en noviembre de 1964 nos alertaba: "...porque es la naturaleza del imperialismo la que bestializa a los hombres, la que la convierte en fieras sedientas de sangre, que están dispuestas a degollar, asesinar, a destruir hasta la última imagen de un revolucionario, de un partidario de un régimen que haya caído bajo su bota o que luche por su libertad... Y recordemos siempre, que no se puede confiar en el imperialismo pero ni tantito así, nada”.

La otra me la dijo personalmente el Comandante Tomás Borge cuando lo visité en Lima, en fechas cercanas a su enfermedad y posterior fallecimiento “América Latina y sus procesos revolucionarios son muy complejos, hay quien puede confundirse o estar desorientado, en esos casos hay que saber donde está Fidel: ahí hay que estar”.

Cuando Nicaragua sufre los embates imperiales, posiblemente iniciados por errores de conducción, por fallas en la subjetividad de la dirección, por métodos y prácticas incorrectas, cuando se pretende retrotraer la historia, cuando la muerte y la destrucción disfrazadas de democracia se quieren instalar en la patria de Sandino de Rubén Darío y de Carlos Fonseca Amador nadie puede estar confundido, hay que estar donde está Fidel, o visto de otra manera hay que saber donde esté el imperio para ponerse en la trinchera del frente. Estar con Estados Unidos es estar con los enemigos de la humanidad. Lo dice el himno del FSLN. Los errores que se hayan podido cometer se tendrán que superar será el propio pueblo el que exigirá retomar el camino correcto, no habrá soluciones venidas desde afuera, menos del norte, tampoco de la OEA o de la CIDH, no será Almagro, el pupilo de Pepe Mujica el que vaya a dictar las pautas del “comportamiento correcto”. Como dice el periodista argentino José Steinsleger: “El pueblo sandinista decidirá. Mas no para que los escritores caigan en el prosaísmo de ser aclamados por consideraciones que exceden sus méritos literarios, o convirtiendo la paradoja en receta de buena ciudadanía”.