Actividades Académicas

viernes, 16 de diciembre de 2016

Bruno Rodríguez Parrilla en 1991. “El relevo de la Revolución está asegurado por la Revolución misma”


Al parecer, mi artículo de la semana pasada sobre la transición en Cuba, despertó cierto interés en quienes lo leyeron. Algunos de ellos, me escribieron o se comunicaron conmigo para recordar mi libro publicado en 1993 con el sugestivo título de ¿Y cuándo Fidel no esté?, insinuándome que hablara de ello. Aunque en agosto del año pasado, escribí sobre el tema, me pareció válido rememorarlo a partir de la dinámica que ha adquirido el mismo tras el fallecimiento del líder cubano Fidel Castro. 

Inquieto por la situación que habría de crearse cuando ello ocurriera, en fecha tan lejana como 1991 me propuse indagar acerca del pensamiento y la visión de los jóvenes cubanos sobre el tema. Entre diciembre de ese año y enero de 1992 realicé en La Habana una serie de entrevistas a mujeres y hombres cubanos que bordeaban los 30 años. Trece de estas entrevistas dieron origen en 1993 a este libro con portada del artista plástico Aníbal Ortizpozo y publicado por el Vice rectorado Administrativo de la UCV que conducía el profesor Elías Eljuri en coedición con la revista Ko´eyú Latinoamericana que dirigía el entrañable amigo Joel Cazal. En la presentación del libro se expone que el mismo cubre” un espectro de la juventud cubana suficientemente representativo a pesar que el imperativo del regreso nos obligó a postergar otras conversaciones que también tentaban nuestro interés”. 

Hoy, ante la fatalidad del hecho cierto: la desaparición física del Comandante en Jefe de la Revolución Cubana Fidel Castro, me parece muy pertinente, dar a conocer nuevamente la respuesta final a la pregunta que cierra la entrevista (que además es la última del libro) a Bruno Rodríguez Padilla, quien en ese momento, a sus 33 años, era miembro del Buro Nacional de la Unión de Jóvenes Comunistas (UJC), y director de su órgano oficial, el periódico Juventud Rebelde. Desde marzo de 2009, Rodríguez Parrilla, quien es abogado de profesión, es el ministro de relaciones exteriores de Cuba y desde diciembre de 2012 miembro del Buró Político del Partido Comunista de Cuba, la más alta instancia de conducción política del país. 

Las opiniones dadas hace 25 años por el hoy Canciller cubano cobran gran vigencia y legitimidad cuando se observan en el contexto del momento actual que vive Cuba. Quisiera extraer dos respuestas de la entrevista que podrían dar luces a aquellos que se inquietan por la llamada “transición cubana” y suponen que la misma comenzó ahora, tras el fallecimiento de Fidel.

Ante la pregunta de ¿Qué significa para un joven cubano en lo individual, y qué significa para tu generación, “mantener el poder conquistado en 1959 en las nuevas condiciones” (difíciles por lo demás?), Bruno afirmó que: “Yo conquisté el poder con un año de edad, en el 59. Se oye mucho en el mundo discutir sobre el poder, sobre cuotas de poder: Mi generación participa del poder, como participan las otras, lo que no quiere decir que la Juventud (Se refiere a al UJC. Nota del autor) no favorezca procesos que aceleren la promoción social de los jóvenes, la presencia de los jóvenes en las tareas vitales del país, incluso en los niveles de dirección y en las responsabilidades políticas y estatales más importantes: por eso más que consecuencias de una política , es consecuencia de un hecho de la realidad, como te decía la juventud tiene el espacio que nadie le ha dado, sino que se lo ha ganado con su presencia, donde se decide la Revolución, donde se hace la revolución todos los días. Si tú te pones a revisar la composición del partido, de los órganos locales de gobierno, de los aparatos económicos, de las empresas encontrarás a una generación muy fuerte representada, incluso a generaciones más jóvenes. Eso significa que nosotros asumimos siempre una gran responsabilidad, de hecho sentimos la responsabilidad de compartir el poder de una manera importante. No pretendemos mayores ni menores cuotas de poder, porque en una revolución que sobrevive en las circunstancias actuales, no es realista pretender distribuir el poder en cuotas”.

Agregó que “Esta es una Revolución y un país cuyo poder se sustenta en las mayorías. Lo único que nos queda son las mayorías. A un amigo le preguntaba hace poco: ´¿Ustedes piensan abandonar, dejar la Revolución?`. Él decía ´Eso no lo podemos hacer porque en Cuba lo único que hay es Revolución y mosquitos`. De manera que nosotros participamos del poder de la Revolución en todos los órdenes, en lo que hacemos y en la mayoría que aportamos. El día que la Revolución no tenga una sustancial mayoría, dejará de ser, y dejará de ser una Revolución auténtica”

Finalmente, la indagatoria cerró con la siguiente pregunta: “¿Consideras que tu generación está capacitada para asumir responsabilidades superiores? Y entre otras cosas algo que en Cuba es una realidad: ¿podrán suplir el ascendiente moral, la capacidad y la experiencia de la generación que derrocó a Batista, en particular el presidente Fidel Castro? ¿Crees que les den esa posibilidad de sustituirlos?

He aquí su respuesta: “En lo personal me siento cumpliendo funciones y asumiendo tareas muy responsables. Me es difícil decir si estoy preparado para desarrollar nuevas responsabilidades en el entendido de responsabilidades superiores. Francamente no me siento desbordado, pero si ante una responsabilidad que considero muy grande, está relacionada con un trabajo en la Juventud y con la dirección de un periódico en las condiciones actuales del país. Es difícil imaginarme una tarea que me sea más complicada. Me siento privilegiado de tener una responsabilidad, la cual todos los días se me presenta difícil, me exige soluciones y me deja poco tiempo.

En lo personal, estoy preparado para hacer varias cosas distintas. He tenido una vida muy dispersa. Fui bastante tiempo dirigente estudiantil, soy abogado, trabajé en los medios académicos, fui profesor universitario, trabajé en los sectores artísticos y literarios ya en la Juventud, estuve en las Fuerzas Armadas un tiempo, estuve en el trabajo internacional de la Juventud y en el servicio exterior y ahora soy director de un periódico, es decir, he hecho cosas bastante diferentes”.

Agregaba más adelante “Hay gente con una visión extraña de la juventud, a veces peyorativa, son los que hablan mucho de la madurez, como si fuera cronológica, y uno no conociera gente muy madura y muy joven y gente muy inmadura y poco joven, como los conozco yo también.

En fin, en esto hay que avanzar, pero, creo que esta es una generación que dispone de un espacio amplísimo, dispone de todo el espacio que se ha ganado, lo cual es decir mucho, y también es decir que los espacios de que no se dis­­pone hoy, son espacios a ganarse.

La Revolución es mucho más que Fidel. Sin lugar a dudas que su peso y su participación son extraordinarios, sobre todo en la conducción de este momento súper crítico, no sólo de la Revolución, sino de la historia nacional, pero estoy convencido que no se trata de salir a buscar otro Fidel, entre otras cosas porque no se puede. Tuvimos un Martí, y no tenemos otro, tenemos ahora a Fidel, y soy un convencido, no vamos a tener otro, porque eso es irrepetible, pero hay una generación, (política más que biológicamente hablando) de la que han surgido una cantidad importante de compañeros cuya madurez es capaz de suplir el vacío que deje la dirección histórica de la revolución. Si eso saliera mal, querrá decir que nos equivocamos rotundamente y lo que hicimos tuvo poco valor, pero es necesario decir que una de las extraordinarias virtudes de Fidel, es precisamente ser portador de ese concepto, el haber inculcado eso, el abrir esos canales de participación, y estoy seguro que sin Fidel, todo el mundo, quien esté y quien no esté en la dirección, sentirá una responsabilidad mayor que la que siente hoy.

El relevo de la Revolución está asegurado por la Revolución misma. Es parte de la obra de la Revolución. Ella existe hoy y seguirá existiendo, porque como hasta hoy, en cada momento ha habido una generación que ha asumido su responsabilidad con la patria, y lo que es más importante, ha gestado y ha hecho crecer el relevo necesario”.

sábado, 10 de diciembre de 2016

La transición en Cuba


Una tarde de comienzos de septiembre de 1986, Carlos Lage Dávila fue citado a una reunión con Fidel y Raúl Castro en el Palacio de la Revolución de La Habana, sede del gobierno de Cuba. Lage, quien es médico de profesión, había sido presidente de la Federación de Estudiantes Universitarios (FEU) de Cuba y, en ese momento era el Primer Secretario del Comité Nacional de la Unión de Jóvenes Comunistas (UJC).

Lage, quién a la sazón contaba con 34 años acudió un tanto extrañado a la reunión, con los dos máximos dirigentes de la revolución. Tenía importantes compromisos en el marco de sus responsabilidades esa tarde, pero la instrucción fue precisa. “Deja de hacer cualquier cosa que tengas pendiente”. Fue recibido en un ambiente relajado, entre la jocosidad auténticamente cubana de Raúl y la solemnidad que imponía la presencia del comandante en Jefe. Habló el primero para informarle que a partir de ese momento iba a cesar sus compromisos en la UJC para comenzar a trabajar directamente con Fidel en las responsabilidades que él le iba a asignar. En primera instancia, debía prepararse para viajar de inmediato con él y acompañarlo en la delegación que representaría a Cuba en la VIII Cumbre del Movimiento de Países No Alineados que comenzaría en los próximos días en Harare, Zimbabue.

Ese día comenzó el proceso de transición en Cuba! En febrero de ese año se celebró el III Congreso del Partido Comunista (PCC) y solo un mes antes, Fidel había cumplido 60 años. Es evidente que las reflexiones realizadas por las altas autoridades cubanas respecto de esos dos hechos, y seguramente otros más, llevaron a la conclusión de que había llegado el momento de comenzar a pensar en la necesidad ineludible de preocuparse con mucha antelación por la continuidad de la revolución cubana en el tiempo, dando paso a una fase permanente y continua de formación de cuadros que hiciera que el natural proceso de finitud de la vida de los líderes históricos de la revolución, no causara contratiempos y se enmarcara en el normal desarrollo de la vida política de un país, sobre todo de éste, ubicado a solo 150 kilómetros de la mayor potencia mundial y sometido al acoso y la agresión permanentemente, en los últimos 35 años. 

El fallecimiento de Fidel Castro, además del odio de lo más putrefacto de la derecha internacional, hizo emerger toda clase de teorías y opiniones sobre la transición en Cuba. Es sabido que la mayor parte de los medios de comunicación moderno si no tienen información, la inventan y la transforman en verdad, esta vez infructuosamente intentaron colocar tal tema como el más importante, tratando de ocultar el extraordinario homenaje que el pueblo cubano, los pueblos del mundo, y los estadistas decentes de todas las ideologías rindieron al Comandante en jefe de la Revolución Cubana.

Las cloacas imperiales han destapado toda una serie de hipótesis respecto del futuro de Cuba. La cara siempre idiota de la locutora estrella de CNN, cuando las respuestas a sus preguntas no son las esperadas, eran un verdadero poema. Esa noche del 25 de noviembre consultaba a una persona en La Habana respecto de qué estaba ocurriendo y la respuesta de “Nada. Todo está normal”, desencajaba su artificialmente estirado rostro, pues había transmitido durante años que “el régimen cubano ocultaría la muerte de Fidel Castro para evitar las multitudinarias manifestaciones que pedirían el fin del régimen”. Solo la estupidez, la ignorancia o la imaginación de escenarios estereotipados diseñados en laboratorios de guerra sicológica podían hacer suponer que tal habría de ser la respuesta del pueblo cubano al fallecimiento de quien consideran después de Martí y tal vez a su lado, el más grande paradigma de la cubanidad. 

La transición en Cuba también incluyó un largo y paciente trabajo de reestructuración de los métodos de trabajo. Raúl Castro se encargó personalmente de que ellos fueran efectivos en el PCC, las Fuerzas Armadas y los órganos locales del gobierno y Partido en las provincias y municipios. Se hizo énfasis en una política de selección de cuadros que incluyera a los jóvenes para que en todos los niveles de la administración y el Partido se fuera dando un prolongado y constante relevo generacional. Hoy en Cuba, más del 70 % de los dirigentes del Partido y el Estado y de los generales de las Fuerzas Armadas, nacieron después que Fidel Castro dirigiera el asalto al cuartel Moncada en 1953.

Ese proceso se desarrolló con altas y bajas, algunos de los cuadros designados para ocupar altos cargos en el gobierno y el partido cometieron errores y fueron destituidos, el país pasó por el difícil “Período Especial“, después de la desaparición de la Unión Soviética y del campo socialista, principales aliados y socios comerciales de Cuba que además trajo un recrudecimiento del bloqueo económico de Estados Unidos contra el país y que fue especialmente severo entre 1990 y 1993 cuando desde diferentes fuentes occidentales se anunció el fin de la revolución cubana. Esta fue una nueva prueba de fuego para el mandato y el liderazgo de Fidel. Cuba logró superar este momento, el más duro de su historia, cuando solo en 2007 pudo recuperar el PIB de 1990.

La transición siguió su curso, incluso en esas condiciones, cuando Cuba pasó por el que quizás ha sido el momento de mayor debilidad de su historia. En ese lapso solo se pudo realizar el V Congreso del PCC en 1997, hasta que el VI Congreso, ya con Raúl Castro en el poder, confirmó todas las decisiones tomadas en 1986.

En el VI Congreso del PCC realizado en 2011 se oficializó la voluntad de los cubanos de continuar el rumbo socialista, actualizando su modelo económico, “cambiando todo lo que debe ser cambiado”, solamente bajo decisión autónoma y soberana, para mejorar y hacer más próspero y sustentable el desarrollo, sin presiones de potencia alguna.

El VII Congreso realizado este año 2016 aprobó una resolución especial que recomendaba la aplicación de una política que proponía plazos y edades límites para ocupar cargos de dirección en las instituciones estatales y gubernamentales. Así mismo, en esta resolución se evaluaron los logros y dificultades en el crecimiento del partido, debilidades en el proceso de captación, especialmente a los más jóvenes y sobre la organización y funcionamiento del Partido principalmente en el apoyo y control a la economía y a la actividad administrativa.

De esa manera, se dejaba claro que el proceso no ha estado exento de dificultades y barreras, sobre todo de sectores conservadores que están enquistados en la dirección del PCC y que ponen trabas a los cambios que se han decidido y que han sido de particular énfasis en los discursos y la práctica de Raúl Castro.

Desde hace muchos años atrás, Raúl Castro, en sus permanentes visitas por el país, y en el trabajo que le correspondía como ministro de las fuerzas armadas, segundo secretario del PCC y primer vicepresidente de los Consejos de Estado y de Ministro iba sembrando las semillas de una nueva forma de hacer política de forma más descentralizada y dando más autonomía a los órganos locales y territoriales, así como a otras instancias del Estado. De esa manera iba preparando a los cuadros del partido y del Estado para asumir mayores responsabilidades y prepararse para dirigir el país cuando se produjera la ausencia de los líderes históricos.

Desde el año 2006, Raúl Castro fue designado presidente provisional, tras el abandono de Fidel de todos sus cargos por sus graves problemas de salud. En 2008, Raúl fue nombrado presidente de forma definitiva, asumiendo así mismo las máximas responsabilidades en el partido, lo cual le permitió fortalecer y acelerar los procesos de transición, restructuración interna y modificación de la estructura económica del país, todo lo cual fue ratificado en los Congresos VI y VII del PCC. En el primero de ellos, en 2011, Raúl anunció que estaría como presidente durante solo dos periodos de gobierno (hasta 2018) y después se retiraría, eso fue ratificado y confirmado en el Congreso del PCC realizado durante este año 2016.

Pero, desde la llegada de Raúl al poder en 2006 y sobre todo después de la destitución de Carlos Lage y otros líderes de la nueva generación en 2009, la sucesión que se había venido preparando y realizando desde 1986, se ve obligada a tomar otro rumbo. Ya Fidel no estaba en el poder y aunque Raúl le consultaba acerca de las decisiones a tomar, las instituciones creadas por la revolución, van cubriendo nuevas responsabilidades con jóvenes que se habían formado en los largos años que van desde 1986.

Entre esos cuadros, emergió Miguel Diaz-Canel quien fue designado Primer Vicepresidente de los Consejos de Estado y de Ministros de Cuba en febrero de 2013, siendo el primer dirigente cubano nacido después de 1959 en alcanzar dicho puesto. 

Raúl Castro tiene 85 años, su salud es buena, pero la transición y el relevo en Cuba no ha dependido de la salud de sus líderes, como no ha dependido del fallecimiento de Fidel, toda vez que ha sido un proceso adelantado desde hace muchos años que no va a tener alteraciones, salvo las que los propios cubanos decidan. 

A pesar que la prensa occidental idea patrañas al respecto, inventado supuestas luchas de poderes, solo una estupidez desenfrenada y una ignorancia supina respecto de Cuba y su revolución, y sobre todo a deseos de hacerla rendir por cualquier vía, más que a las realidades de su proceso y de su vida política, es la que lleva a estos mercachifles de la comunicación, a fabricar y vender nuevas imposturas.

sábado, 3 de diciembre de 2016

Encuestadoras y medios de comunicación: perversos constructores de quimeras



El fenómeno de las encuestas en tiempos electorales y el surgimiento de empresas que las realizan han comenzado a copar el ambiente político en la mayor parte del mundo. Ello se inscribe en una lógica de racionalidad que se sustenta en argumentos científicos que permiten entregar información a los actores políticos y a los propios electores respecto de la aceptación o no de un candidato. Nadie puede dudar que la estadística es una ciencia (algunos la definen como metodología) que trata de la recolección, presentación, análisis e interpretación de los datos, así como de la proyección e inferencia de ellos. Existe desde tiempos inmemoriales, se sabe que ya en la antigüedad era utilizada para realizar censos y llevar controles sobre el pago de tributos.

No obstante, es desde épocas mucho más recientes, concretamente desde el siglo XVII cuando surge como ciencia con los primeros estudios de teoría de probabilidades, la cual se constituye con posterioridad en la base matemática de la estadística moderna, aunque de forma paradójica, la misma florece vinculada a los juegos de azar y aparentemente, -a la luz de sus usos en la política- aún hoy sigue vinculado a ellos. Fueron los jugadores quienes se acercaron a los científicos de la época para que elaboraran métodos y teorías que les ayudaran a ganar en sus juegos de fortuna.

Según refiere el Dr. Murilo Kuschick, profesor e investigador del Departamento de Sociología de la Universidad Autónoma Metropolitana de México, las encuestas de opinión se comenzaron a utilizar para anticipar resultados electorales en Europa y Estados Unidos en el siglo XIX. Según el investigador mexicano, la primera encuesta electoral fue publicada el 24 de julio de 1824 en el diario Harrisburg Pennsylvanian, “sin embargo, no fue hasta 1896 cuando se convirtieron en un negocio rentable” mientras que fue entre 1924 y 1928 cuando se publicó en Estados Unidos la primera encuesta falsa, realizada por la publicación semanal, Literay Digest.

En 1936, este periódico “envió 20 millones de boletas dirigidas a suscriptores y compradores de sus revistas y periódicos, así como de nombres sacados de directorios telefónicos y de propietarios de automóviles para predecir los resultados de la elección de ese año”, a pesar de lo cual falló en el pronóstico del ganador, que si fue acertado por el periodista George Gallup, quien había diseñado un método distinto basado en cuotas referidas a distintas categorías de acuerdo al ingreso económico de los consultados: 20% de ricos, 60% de clase media, y 20% de pobres. Esta metodología se impuso a la anterior, ya que sin ser totalmente exacta, era más cercana a la realidad, más barata y más rápida, por lo que interesó a los medios de comunicación que la empezaron a usar como instrumento para divulgar una noticia que interesara a sus lectores, dando supuestas primicias que predecían ganadores y disminuían las incertidumbres, todo lo cual supuso un aumento considerable de las ventas de ejemplares al público, así como de publicidad para sus páginas, sobre todo en períodos electorales. 

En los últimos años, los medios de comunicación y cierto tipo de empresas, algunas de muy dudosa reputación, han descubierto el valor de este tipo de estadística como instrumento de manipulación a través de la construcción y venta de “verdades” que atraen la atención del público a partir del morbo que produce en los seres humanos el supuesto conocimiento de los hechos futuros. En la práctica, estos mercachifles de la ciencia hacen que los ciudadanos crean que saben con anterioridad quienes serán los ganadores, quienes serán los derrotados y por qué, todo lo cual ha llevado a que este valioso instrumento se haya convertido en un vulgar espectáculo de engaño que le concede a los medios de comunicación y a las empresas encuestadoras la posibilidad de vender más publicidad y aumentar sus ingresos económicos, sin que impere el más mínimo recato moral o ético por una práctica indudablemente simulada y fraudulenta, creada para engañar a los ciudadanos.

El hecho de que a pesar que incurren en error tras error y en una equivocación tras otra y que sin embargo “sigan teniendo trabajo” en la próxima elección hace pensar que los actores políticos conocen de esta situación y son cómplices de ella. Finalmente, las encuestas dicen lo que quiera que diga quien las contrata y si no es así, sencillamente no se publican, lo cual es valedero, para quien lo hace, pero no para los ciudadanos que están siendo influidos por grotescas manipulaciones de datos y cifras. Hay que acordarse de que en la definición que hacíamos de estadística al comienzo de esta nota, también se incluía la proyección e interpretación de los datos (es lo que hacen los medios de comunicación), no sólo la recolección (lo que hacen las encuestadoras), aunque hoy también han sido transformadas en gurúes de la política gracias a las bondades de la democracia liberal representativa.

En otras palabras, las encuestadoras fabrican las verdades que los medios de comunicación les piden, con lo que estos, -a su vez- fabrican verdades que le permiten influir, generar matrices de opinión y determinar comportamientos, los cuales son comprados por políticos y candidatos que a su vez los venden para “autoconstruirse” como exitosos. De esta manera, todos ganan, los medios de comunicación aumentan su poder y capacidad de control y dominio ideológico, así como de elevar su prestigio, todo lo cual es considerado mercancía que se vende bajo los vaivenes de la ley de la oferta y la demanda, que opera a partir de la influencia que ejercen en la voluntad de los ciudadanos, por tanto en la parte de la subjetividad del individuo, que puede ser conducido a evitar o provocar un cambio en su decisión electoral.

Aquí funciona la condición natural de “jugar a ganador” por un lado y la idea arraigada de que si “lo dicen los números” es verdad, por otro, transformando este valor cuantitativo en valor cualitativo cuando se toma una decisión y se ejerce el derecho al voto. 

No obstante, la realidad de lo ocurrido en diferentes eventos a lo largo del planeta durante este año, ha venido a demostrar la falsedad de estas empresas creadoras de quimeras. Los resultados del brexit en Gran Bretaña que determinó la salida de ese país de la Unión Europea, el plebiscito que debía confirmar los acuerdos de paz entre la guerrilla colombiana y el gobierno de ese país, los comicios presidenciales de Estados Unidos que determinaron el triunfo de Donald Trump y su designación como nuevo mandatario de ese país y más recientemente, las elecciones internas de la derecha francesa en la que pasaron a la segunda vuelta Francois Fillon y Alain Juppé, dejando fuera a Nicolas Sarkozy, y en las que, - en todos los casos- las encuestadoras se “equivocaron”, son manifestaciones claras de su falsedad y la manipulación de los medios de comunicación, los mismos que hoy dan a Ricardo Lagos y a Sebastián Piñera como “favoritos” de cara a las próximas elecciones presidenciales en Chile. Ojo, favoritos para el 34% que vota en ese país, a la mayoría, palabra sagrada en democracia según se enseñaba en el pasado, no les interesa participar de esta farsa para elegir al corrupto de turno. 

Sin embargo, vendrán nuevas elecciones, y las encuestadoras tendrán trabajo, volverán a fabricar ensueños, ilusiones y utopías, las transnacionales de la información y sus secuaces locales tornarán a la publicación de invenciones, ficciones y disfraces. Será otra “fiesta de la democracia”, otro negocio para los poderosos, otro show de fantasías para tontos que siguen creyendo en perversas fanfarrias mediáticas.