Actividades Académicas

jueves, 18 de diciembre de 2014

Yo me muero como viví. El inicio del fin de una etapa tenebrosa para Cuba.



Muy temprano en la mañana, los medios de comunicación comenzaron a estremecerse con la noticia, se pasaba del estupor y la incredulidad a la fanfarria y la confirmación de que lo que se escuchaba era cierto: Cuba y Estados Unidos habían acordado un mecanismo de negociación para el restablecimiento pleno de sus relaciones diplomáticas.

Las reacciones no se hicieron esperar, desde la euforia comprensible, a veces excesiva de algunos, hasta el rechazo cavernario de otros, sobre todo los de Miami. A primeras horas del día, varios amigos inquirieron mi opinión, e invariablemente dije que antes, se debía escuchar a los cubanos y al gobierno de Estados Unidos de manera directa.

Entonces, vino la voz pausada, la lectura precisa del Presidente Raúl Castro seguramente meditada por mucho tiempo y redactada en el colectivo de dirección del partido y del Estado. La conexión con su pueblo era evidente, los periodistas de todos los medios internacionales que hacían entrevistas en las calles de La Habana nos permitían escuchar invariablemente el orden de prioridades que le daban los ciudadanos de la isla a la noticia: Primero, la felicidad por el retorno de sus Héroes injustamente detenidos durante 16 años en las cárceles del imperio. Segundo, la posibilidad cierta de la reunificación de la familia cubana y en tercer lugar, la esperanza de que el anuncio del restablecimiento de relaciones diplomáticas conduzca al fin del criminal bloqueo económico y comercial que ya dura más de medio siglo. 

En palabras de Raúl, “Esto no quiere decir que lo principal se haya resuelto. El bloqueo económico, comercial y financiero que provoca enormes daños humanos y económicos a nuestro país debe cesar. Aunque las medidas del bloqueo han sido convertidas en Ley, el Presidente de los Estados Unidos puede modificar su aplicación en uso de sus facultades ejecutivas”. Perfecta sintonía con lo que el pueblo manifestaba en las calles. Tan larga espera ha enseñado a los cubanos el valor de la mesura, la discreción, la paciencia y la cautela. No se puede bajar la guardia ante un adversario tan poderoso.

Pero, ¿qué puede decir un observador externo ante tal trascendental hecho? Las evidencias indicaban que esta decisión se iba a concretar más temprano que tarde. Apenas hace 10 días, el 7 de diciembre pasado le escribí una carta a un amigo que vive en La Habana en la que en una de sus partes le decía “...Todo indica que al bloqueo le queda poco, pero no sé cuánto demore en restablecerse un funcionamiento pleno... “. Sin embargo, ello no obsta para que una vez superada la emotividad inicial del momento, sin dejar de manifestar la felicidad compartida con millones de cubanos al ver a los tres héroes regresando a casa, resulta tarea complicada intentar un análisis, dada la magnitud y el impacto de la multi noticia.

En el marco de las relaciones internacionales, tal vez lo primero sería decir lo obvio: la medida clausura definitivamente la guerra fría en el hemisferio occidental, 25 años después de la caída del Muro de Berlín. No había soporte ni validez jurídica en los argumentos estadounidenses para mantener una situación creada en un momento de bipolaridad rígida del sistema internacional. Valdría sí, decir que los intentos de Estados Unidos por apoderarse de Cuba se remontan hasta 1801 cuando era presidente de ese país Thomas Jefferson.

En su discurso, el presidente Obama dijo algunas cosas interesantes. Empezó reconociendo que el bloqueo y la ausencia de relaciones diplomáticas eran un “enfoque obsoleto” que “fracasó” en el intento de promover los intereses de Estados Unidos. Aunque recordó a Playa Girón, dijo que su país ha apoyado la democracia y los derechos humanos en Cuba. Debe ser por eso, que tan pronto como se conoció la noticia, renunció a su cargo Rajiv Shah, administrador de la Agencia estadounidense para el Desarrollo Internacional (USAID), organismo del gobierno de Estados Unidos que tras la pantalla de la cooperación para la democracia, financia acciones de desestabilización e injerencia en el mundo, fracasando en Cuba una y otra vez.

El presidente estadounidense hizo una relación de medidas adoptadas por los gobiernos de su país durante más de medio siglo, reconociendo que ningún otro país ejecuta tal tipo de acciones y aceptando que todas ellas fracasaron, si se considera que la revolución bajo la conducción de Fidel y Raúl Castro continúa en el poder. En paralelo, habría que decir que el fracaso de estas medidas, no impide que el gobierno de Estados Unidos las implemente hoy contra Irán y Rusia. 

Obama reconoció el desarrollo de Cuba en materia de salud y valoró altamente la posibilidad de que estadounidenses y cubanos trabajen juntos en materias como salud, inmigración, antiterrorismo, tráfico de drogas y respuesta a catástrofes. Encomió el trabajo conjunto de ambos países en la lucha contra el ébola.

A continuación, planteó su nueva política para tratar de torpedear la revolución cubana a través de métodos “light” que no causen tanto rechazo en la comunidad internacional, “…podemos hacer más para apoyar al pueblo de Cuba y promover nuestros valores mediante la participación”, considerando que el “aislamiento no funcionó”.

Informó que revisará la presencia de Cuba en la lista de países que promueven el terrorismo, a todas luces una aseveración absurda y sin fundamento y enumeró las primeras medidas de liberalización económica de las relaciones, todo lo cual significan importantes, pero aún insuficientes pasos en el camino hacia el fin del bloqueo.

Con el cinismo y la soberbia típica de los presidentes estadounidenses dijo que no dudaba que seguían existiendo “…barreras continuas para la libertad de los cubanos comunes. Los Estados Unidos creen que ningún cubano debe enfrentar acosos, arrestos o golpizas simplemente porque ejerce un derecho universal de expresar su pensamiento, y continuaremos apoyando a la sociedad civil en ese asunto”: Debe ser que no ha tenido tiempo de leer los noticieros de su país y tal vez no sepa lo que ha ocurrido en Ferguson, Cleveland o Nueva York. Como dice la jerga popular “Debería arreglar la casa, antes de predicar en hogar ajeno”

Pero bueno, a pesar de los alertas necesarios, en el marco de comprensión de las limitaciones de un presidente estadounidense, es bueno aceptar la valentía de Obama, cavando la fosa para enterrar el cadáver de una política de agresión, violatoria del derecho internacional que no funcionó.

Muchos se preguntan, ¿por qué el presidente de Estados Unidos toma tal decisión en este momento? Pienso que las respuestas están en el análisis de la situación geopolítica internacional, sin obviar algunos elementos de la política interna de Estados Unidos. Daremos algunas opiniones al respecto.

Las nuevas generaciones de cubano americanos rechazan mayoritariamente el bloqueo, tal como el propio presidente reconoció en su discurso, en ese sentido el tradicional lobby cubano de Miami se ha debilitado en términos de apoyo financiero y electoral a las campañas de los partidos políticos. Obama, ha estimado que hoy, puede prescindir de quienes en el pasado jugaban un papel decisivo en las elecciones de Estados Unidos como se manifestó en el colosal fraude electoral que le dio el triunfo a George Bush frente a Al Gore. Por otro lado, empresarios de todo tipo, pero, de manera particular del sector agrícola del sur de Estados Unidos, han incrementado sus vínculos con Cuba. Son estados que se caracterizan por su alta producción de alimentos y consideran a Cuba un mercado natural para una producción que está siendo desplazada sobre todo por Brasil Argentina y otros países. Finalmente, el peso de 10 editoriales del New York Times, demostrando la obsolescencia del bloqueo, eran expresión de un poderoso sector que no representa sólo a los magnates de los medios de comunicación, también a algunos de los más poderosos lobbystas vinculados al sector empresarial y financiero que ningún presidente puede obviar.

En el plano internacional, la votación anual en el seno de la Asamblea General de la ONU mostraba a un Estados Unidos aislado, solo apoyado por Israel. Pero, se debe recalcar que ha sido trascendental en los últimos años el soporte unánime de una América Latina y Caribe unidos que una y otra vez, de manera colectiva a través de los mecanismos multilaterales o de forma individual manifestaron al presidente de Estados Unidos la inconveniencia de seguir manteniendo el bloqueo.

En este contexto, influyó el incremento de la relación mutuamente ventajosa de América Latina y el Caribe con Rusia y China. Mientras los presidentes de esos países Vladimir Putin y Xi Jinping se paseaban por la región manteniendo y elevando los vínculos multilaterales y bilaterales, Obama debía dar cuenta en cada reunión, del bloqueo a Cuba y las migraciones. En el último mes, le apuntó a ambos temas, avanzando en la desactivación de dos conflictos que le permitirán desplegar una alfombra suave por donde podrá caminar más seguro a la Cumbre de las Américas de Panamá en el venidero abril de 2015. Tal vez, sea ésta la manera que Obama ha decidido, para volver a una región que tradicionalmente ha sido su aliado seguro en el tablero global

En los tiempos modernos, frente al desatado individualismo, el consumismo desenfrenado y las prácticas putrefactas de la democracia corrupta, una vez más, Cuba se yergue enhiesta enarbolando sus principios, valores, su dignidad y honor. Que nadie le arrebate esta victoria, que nadie se haga dueño de un combate que los cubanos han librado por décadas al precio de su sacrificio y de la sangre de algunos de su mejores hijos. 

Tal vez hoy, los cubanos canten una vez más junto a Silvio: “Dicen que me arrastrarán por sobre rocas cuando la revolución se venga abajo, que machacarán mis manos y mi boca, que me arrancarán los ojos y el badajo, será que la necedad parió conmigo, la necedad de lo que hoy resulta necio: la necedad de asumir al enemigo, la necedad de vivir sin tener precio. Yo no sé lo que es el destino, caminando fui lo que fui allá dios que será divino. Yo me muero como viví”.

miércoles, 17 de diciembre de 2014

Panamá, a 25 años de la invasión estadounidense


Este 20 de diciembre se conmemora el vigésimo quinto aniversario de la última invasión estadounidense a Panamá. La primera, se produjo en noviembre de 1903 cuando el Crucero Nashville, dio apoyo al espíritu secesionista y posibilitó la Independencia de Panamá de Colombia. Aunque ambos hechos ligan a Estados Unidos con Panamá y están fatalmente atados a la historia de la república istmeña, tienen connotaciones diferentes en el imaginario popular y una interpretación distinta para la sensibilidad e identidad del país canalero.

En el contexto internacional, solo un mes y medio antes del desembarco y bombardeo de Estados Unidos a Panamá, la caída del Muro de Berlín anunciaba el fin de una época y el comienzo de otra en la que Washington iba a campear por sus fueros. Su victoria en la guerra fría le daba impulsos para la implantación de un sistema internacional unipolar en el que no tenía rivales. América Latina se encontraba en una situación de debilidad extrema. La democracia apenas se había instalado en la mayoría de los países en años recientes. El agotamiento de la Unión Soviética en manos de un Gorbachov que se arrodillaba ante los ímpetus vencedores de Occidente, era el presagio de su claudicación y ocaso.

Este marco le permitía a Washington tomar ventajas de la situación, el retorno a la democracia en América Latina prácticamente había concluido, las primeras elecciones democráticas en Chile después de 17 años de dictadura, realizadas el 14 de diciembre, solo 6 días antes de la invasión, clausuraban, al menos simbólicamente la “noche negra” de los gobiernos autoritarios que habían imperado en la región bajo el paraguas protector de Estados Unidos y la doctrina de seguridad nacional. Pero el presidente Bush había decidido no dar más espacio al espíritu aperturista, que comenzaba a reinar en el continente y resolvió aplicar todo su poder en una región que con la creación del Grupo de los 8 fortalecía la gestión del Grupo de Contadora y mostraba un espíritu latinoamericano de acercamiento imposible en tiempos de dictaduras, salvo para coordinar acciones tan nefastas como la Operación Cóndor que trajo como consecuencia decenas de desaparecidos y asesinados en varios países.

La agenda había cambiado con la caída del Muro de Berlín. Sólo faltaba una estocada final para hacer desaparecer a la Unión Soviética y, en esa medida, otros tópicos comenzaron a copar la temática de seguridad de Estados Unidos: narcotráfico, migraciones, deuda externa y conflictos de baja intensidad entre los cuales persistían los de Nicaragua, El Salvador y Guatemala.

Las manifestaciones sociales espontáneas contra la aplicación de las recetas del Fondo Monetario Internacional habían tenido ese año en Caracas su punto más alto, pero también en Argentina y República Dominicana se habían desatado explosiones sociales de difícil pronóstico. Estados Unidos debía tener sus fuerzas en completa disposición combativa para enfrentar “estos males” que aquejaban la región. 

En ese marco, el control de Panamá era imprescindible, ante el espíritu de rebeldía que parecía estarse fraguando al interior de las Fuerzas de Defensa de ese país, en un momento en que Estados Unidos necesitaba su apoyo incondicional a fin de mantener su artificial política anti drogas que combate la producción y procesamiento en América Latina, mientras permite y promueve en territorio propio la distribución de los narcóticos y el flujo de los recursos financieros que produce. 

Por otro lado, en medio de la más brutal guerra de agresión contra Nicaragua, ese país iba a realizar elecciones en febrero de 1990. En este ambiente, con la invasión a Panamá, Bush mandaba un mensaje fuerte y claro de lo que esperaba a los nicaragüenses y a Centroamérica en caso de persistir el gobierno del FSLN. La invasión fue expresión de una forma poco disimulada de influir en un pueblo que estaba agobiado tras 42 años de dictadura somocista y 10 de una criminal guerra que financiaba Estados Unidos contra el país.

Como siempre, Estados Unidos utilizó sus medios de comunicación para justificar la brutal acción bélica en el istmo. Arguyó que era una necesidad inmediata “proteger las vidas de sus ciudadanos en Panamá”. Así mismo, planteó su obligación de “restaurar la democracia” y “asegurar el funcionamiento del Canal de Panamá”. Ninguna de estas razones resistiría un elemental análisis serio y argumentado. Lo cierto es que el fin de la guerra fría le permitía a Bush regresar al siglo XIX y a la época del Gran Garrote como signo primordial de la política exterior de Estados Unidos.

El verdadero objetivo de la invasión fue la captura del general Noriega, hombre fuerte de las Fuerzas de Defensa de Panamá. Se sabe que Noriega tuvo vínculos con Bush cuando éste fue Director de la CIA en el año 1976, pero también se conoce que el militar panameño se negó a cooperar con Estados Unidos para una eventual invasión militar que esta potencia preparaba contra Nicaragua. Esta habría sido la razón fundamental del ajuste de cuentas a través del cual Noriega fue acusado de “tráfico de drogas”. 

La detención de Noriega, un personaje polémico que fue llevado a Estados Unidos donde se le juzgó por diferentes delitos, no justifica el bombardeo de una ciudad inerme en el que ciudadanos pacíficos, habitantes de barriadas humildes fueran sacrificados vilmente por la cobarde metralla imperial.

Para ejecutar la invasión, Estados Unidos movilizó 26 mil efectivos en lo que fue su mayor operación militar desde la guerra de Vietnam. El pueblo panameño se opuso a la embestida de las fuerzas armadas estadounidenses, superando la resistencia que esperaban las tropas imperiales, lo cual obligo a ésta a prolongar las acciones. Los bombardeos indiscriminados contra las zonas residenciales populares provocaron entre 4 mil y 10 mil civiles muertos de acuerdo a diferentes fuentes. Así mismo, produjo más de 2 mil millones de dólares en pérdidas y la detención temporal de unos 5 mil panameños.

La operación concluyó cuando Guillermo Endara, fue juramentado como presidente en una Base Militar estadounidense en la Zona del Canal, - en ese momento- aún ocupada por Estados Unidos. Endara sustituyó a las Fuerzas de Defensa por una policía denominada Fuerza Pública. Sin embargo, la ayuda económica prometida por Estados Unidos nunca arribó y el propio Endara llegó al ridículo de hacer una huelga de hambre para obtenerla. En la consolidación de la intervención, el nuevo gobierno aceptó la presencia de “supervisores” estadounidenses en los ministerios, así como la acción de tropas del Comando Sur de Estados Unidos estacionada en la Zona del Canal, fuera de su jurisdicción, todo ello con la aparente justificación de lucha contra el narcotráfico y la guerrilla colombiana en la frontera entre ambos países. 

La invasión estadounidense a Panamá en 1989 fue la primera acción de Estados Unidos con el objetivo de sentar las bases de un sistema internacional unipolar. Fue, a su vez, una expresión práctica de cómo se manifestaría a futuro la política exterior de la potencia norteamericana en circunstancias posteriores al “fin de la historia”, utilizando la expresión que dio título al libro de Francis Fukuyama.

Por el contrario, para los latinoamericanos y caribeños, la historia estaba comenzando. Vista desde otra perspectiva, los panameños vertieron su sangre generosa en nombre de los pueblos de la región para señalar un camino de dignidad frente a la brutalidad y la barbarie imperial. Sólo unos meses antes, en febrero del mismo año, Caracas se había alzado para indicar una ruta que Panamá enalteció, haciendo vibrar la fibra latinoamericana y caribeña.

jueves, 11 de diciembre de 2014

Puerto Rico, un caso de colonialismo en un mundo global


Hace casi 12 años se publicó en México la primera edición de mi libro Puerto Rico, un caso de colonialismo en un mundo global” en la que hacía un análisis del status político de ese país hermano en la búsqueda de un camino que permita destrabar tal situación. A pesar que el mundo y la región han sufrido ostensibles y trascendentales transformaciones, las cuales signan una realidad profundamente distinta a la de los prolegómenos del siglo XXI cuando esa investigación se dio a conocer a la luz pública, ha pasado más de una década sin ningún tipo de modificaciones y Puerto Rico sigue manteniendo un status de “Estado Libre Asociado” que es ilegal en el marco del Derecho Internacional.

Aunque el entorno ha cambiado en términos políticos, Puerto Rico sigue detenido en el tiempo. El año 2014 que está concluyendo, ha significado la profundización de una crisis económica que algunos se atreven a darle carácter estructural. Se fundamenta en el orden económico, político y social del país, toda vez que el mismo no posee un modelo económico propio, además que no tiene posibilidades de buscar soluciones a partir de decisiones soberanas y, ni siquiera puede establecer una política monetaria propia.

Se afirma que la crisis tiene su origen en las dificultades del sistema económico global, pero ello esconde el escandaloso colapso que produjo el cese de vigencia de la Sección 936 del Código de Rentas Internas Federal, que le daba atractivos a la inversión en la isla, lo que lo convertía en el principal motor económico del país. Ante esto, el gobierno no tuvo capacidad para reaccionar a tiempo, buscar alternativas y sustituir la 936 por otro instrumento que diera viabilidad a la economía. El año 2014 comenzó con una deuda pública que sobrepasaba los 70 mil millones de dólares, triplicándose desde el año 2000 cuando alcanzaba los 20,400 millones de dólares. Eso, para un país de menos de 4 millones de habitantes es una cifra muy elevada. Tal hecho hizo que desde 2010 la población haya ido mermando, dada la gran cantidad de ciudadanos que ha emigrado (prioritariamente a Estados Unidos) en busca de mejores condiciones de vida. 

La situación creada provocó la bajada de la nota de la deuda por tres calificadoras de riesgo. Ello no ha conllevado cambios con la alternancia en el poder de los partidos Nacional Progresista (PNP), anexionista y Popular Democrático (PPD), autonomista. Cada uno de ellos denunció a su antecesor por el déficit presupuestario que ha heredado, sin tomar medidas reales para su eliminación, o al menos para su reducción, lo cual impidió que el país pudiera recurrir al mercado de bonos. Desde el punto de vista social, este escenario significó el despido masivo de empleados públicos, combinado con estímulos para la jubilación y la renuncia de los funcionarios, lo que llevó al aparato gubernamental a una reducción de una cifra cercana a las 30 mil personas. 

Sin embargo, a pesar que en términos de definición del status, no se han producido relevantes reformas, la movilización y lucha del pueblo boricua, ha podido avanzar en los últimos años logrando el éxito a su favor en importantes demandas ancestrales. Así, el contrato de arrendamiento de la isla de Vieques por parte de la Fuerzas Armadas de Estados Unidos no se renovó y el 1° de mayo de 2003 el presidente George W. Bush decidió la salida de la Marina de Guerra de la pequeña isla. Desde 1940 Estados Unidos ocupó las tres cuartas partes de la isla para instalar cuarteles de comandos del Ejército, la Marina y las Fuerzas de Operaciones Especiales a fin de utilizarlas para el diseño de acciones bélicas en América Latina y el Caribe. Los daños a la población civil de la isla fueron denunciados durante décadas y en 1993 se constituyó el “Comité Por el Rescate y Desarrollo de Vieques”, movimiento de resistencia que se encargó de denunciar los resultados de la ocupación.

Así mismo, como consecuencia de la salida de la Armada de Estados Unidos de Vieques, en enero de 2004, el alto mando estadounidense decidió reubicar las Fuerzas Navales del Comando Sur, en la Estación Naval de Mayport, Florida retirándola de la Estación Naval Roosevelt Roads en Puerto Rico, lo cual condujo al cierre de esta base el 31 de marzo de 2004.

En otro plano, la situación de los presos políticos puertorriqueños en Estados Unidos ha ido cobrando repulsa en la opinión pública de la isla y en la propia metrópoli. En particular, el caso de Oscar López Rivera ha conmocionado a los puertorriqueños. López Rivera fue detenido el 29 de mayo de 1981 y condenado a 55 años de prisión por conspiración sediciosa. En 1988, como resultado de una acusación de conspiración y fuga de la prisión, fabricada por el gobierno estadounidense, le añadieron 15 años más a su sentencia, los cuales deberá cumplir después de que termine los 55 años de la sentencia previa. A pesar que en 1999, el Presidente Bill Clinton conmutó las penas de 12 mujeres y hombres puertorriqueños detenidos por causas políticas, Oscar López Rivera no fue incluido entre los liberados. Con casi 34 años detenido, López Rivera es el preso político más antiguo del continente. La demanda por su libertad ha ganado el consenso de los puertorriqueños. 

El 6 de noviembre de 2012 se realizó el más reciente plebiscito para que los puertorriqueños opinaran sobre el status político de su país. El mismo estuvo organizado a través de dos preguntas, la primera de las cuales pedía opinar acerca de la mantención o no del status actual. Sólo el 46% de los participantes que acudieron a votar y que representaron el 77,71% del padrón electoral apoyó conservar inalterable el sistema político actual. La segunda pregunta en la que podían participar todos los electores independientemente de su respuesta a la primera, consultaba acerca de cuál sería la opción alternativa al actual Estado Libre Asociado. Por primera vez en la historia, la anexión con un 61% obtuvo más votos que el status existente. Lo novedoso es que la Libre Asociación que propongo en mi libro como la vía más realizable en el camino a la Independencia obtuvo 33%, mucho más que la Independencia que sólo logró el 6%. 

Vale decir que este plebiscito no era vinculante al no contar con compromiso alguno de las autoridades del Ejecutivo o del Legislativo de los Estados Unidos. Un año antes, el 14 de junio de 2011, durante su visita oficial a Puerto Rico, el presidente estadounidense Barack Obama había afirmado que apoyaría la voluntad de los puertorriqueños si había una clara mayoría. A pesar de ello, el 11 de diciembre de 2012 la legislatura de Puerto Rico aprobó una resolución para “requerirles al Presidente y al Congreso de los Estados Unidos que actúen de conformidad con el reclamo del pueblo de Puerto Rico para que se termine de una vez y por todas con el estatus territorial actual de Puerto Rico y que se inicie el proceso para admitir a Puerto Rico como Estado de la Unión, según expresado libre y democráticamente en el plebiscito que se celebró el 6 de noviembre de 2012; y para otros fines relacionados”.

El primer interesado en desactivar los resultados del plebiscito es el propio Estados Unidos que no desea incorporar un territorio culturalmente distinto y con una fuerte identidad a la federación norteamericana. El modelo imperial diseñado para la nación boricua es el del Estado Libre Asociado y a él se aferran.

Empero estos resultados y las reticencias de Estados Unidos para dar una respuesta sobre el tema, América Latina y el Caribe ha decidido tomar cartas en el asunto. Previo a la realización de la Segunda Cumbre de la Comunidad de Estados de Latinoamérica y el Caribe (CELAC) que se realizó en La Habana en diciembre de 2013, el gobierno de Venezuela formuló una invitación a representantes del independentismo puertorriqueño para participar en un foro en Caracas donde se debatiera sobre el asunto y se visualizara la manera en que Puerto Rico podría participar de este mecanismo en el que están presentes todos los Estados de la región.

La intervención de personas que Estados Unidos considera ciudadanos propios en un evento al cual se les invitó para discutir sobre el tema de la independencia y la participación de la isla en una reunión Cumbre de Jefes de Estado de la más amplia organización regional, no produjo respuestas ostensibles desde la metrópoli.

La característica amplia y la diversidad política e ideológica de los jefes de Estado y gobierno de la CELAC y la permanente apuesta por el consenso que atenúe las diferencias, no permitió el consentimiento de la proposición del Presidente Nicolás Maduro a favor de reconocer al movimiento independentista de Puerto Rico como miembro asociado de la CELAC, sin embargo la Organización reconoció que el caso de Puerto Rico es parte de su agenda al reafirmar expresamente en su Declaración Final “…el carácter latinoamericano y caribeño de Puerto Rico…”. Los Estados miembros de la CELAC al tomar nota de las resoluciones sobre Puerto Rico adoptadas por el Comité Especial de Descolonización de las Naciones Unidas, reiteraron que el mismo es “asunto de interés de CELAC”. Así mismo, pide a la dirección de la CELAC presentar “propuestas para avanzar” en su compromiso con el caso político de Puerto Rico.

Venezuela ha apoyado invariablemente la causa de Puerto Rico en todos los foros e instancias internacionales en los que se discute el tema. Desde sus orígenes ha tenido una voz señera en el Comité de Descolonización de la ONU manifestando su compromiso con el pueblo puertorriqueño. Cumple así con el legado del Libertador Simón Bolívar quien bregó por culminar la Independencia de América intentando que durante el Congreso Anfictiónico de Panamá, se tomaran las medidas necesarias para que las naciones participantes concurrieran a la creación de un ejército que desalojara el poder español de Cuba y Puerto Rico. 

En ese marco, la 11ra. Feria Internacional del Libro de Venezuela que se celebrará en Caracas en marzo del próximo año, tendrá como país invitado a Puerto Rico como justo reconocimiento a los intelectuales, escritores y a los hacedores de la cultura boricua que han defendido con encono su identidad latinoamericana y caribeña. Para nosotros, para los latinoamericanos y caribeños, para los venezolanos, Puerto Rico es parte inalienable de nuestra región. En esa medida debatir y dar a conocer su situación, se transforma en deber ineludible del quehacer político, científico y académico de lo mejor de nuestra gente.

lunes, 1 de diciembre de 2014

Gasto militar y crisis económica.


El Complejo Militar-Industrial es la principal industria manufactura del mundo, es la que produce más recursos y genera más empleo, está por encima de gobiernos y de cualquier posición o tendencia política que pueda haber en un país u otro, no respeta ni responde a ningún criterio de orden ético o moral. Eso se expresa en Medio Oriente, donde se ubican tres de los principales compradores de armas del mundo (Egipto, Arabia Saudita e Israel). Técnicamente, Egipto y Arabia Saudita son enemigos de Israel, sin embargo, Estados Unidos, les vende armas a los tres.

Así, se genera un circulo vicioso entre la necesidad de vender armas y que a su vez, haya guerras o conflictos. Si no las hay, la demanda de armas se contrae y baja la oferta. Por tanto, a los ofertantes les conviene generar y mantener el conflicto para expandir la demanda y la oferta a  un costo-beneficio que les favorezca. Por ello, la necesidad del conflicto está muy presente en el Medio Oriente, aunque se expresa en cualquier lugar del planeta. Por ejemplo,  también puede evidenciarse en el conflicto de Taiwán con China o entre India y Pakistán y  en cualquier otra situación de controversia.

En este ámbito, Rodrigue Tremblay, presidente de la Sociedad Canadiense de Economistas manifestó que “el presupuesto militar es tan grande, que el CIM se convierte en un Estado dentro del Estado”. La tendencia al incremento del gasto militar ha continuado aún en medio de la crisis global. De acuerdo con el informe anual del Instituto Internacional de Estudios para la Paz de Estocolmo (SIPRI), en 2008 el gasto mundial en armamento militar se incrementó en 4%, hasta alcanzar 1,46 billones de dólares, con respecto al año anterior.

De esta manera,  en 2008, -siete años después del 11 de septiembre de 2001- cuando se desató la “fiebre” de la guerra preventiva, el unilateralismo y la violación abierta del derecho internacional, estalló la crisis financiera  a continuación del  desastre producido por las hipotecas en Estados Unidos. Todo ello creó las condiciones para el triunfo de los demócratas y  de Barack Obama en las elecciones de ese año.

Obama ha tenido que enfrentar –sin éxito- la crisis. La magnitud de la misma y la debilidad del presidente para imponer decisiones de cambio estructural son las causas de su incapacidad para lograr la recuperación. Obama ha tenido una fuerte resistencia de la derecha conservadora que se opone –a diferencia de 1929- a cualquier medida de corte keynesiano.

Respecto de la relación entre gasto militar y situación económica, los especialistas han coincidido en que la incidencia  del primero en la segunda ha sido nefasta. Chalmers Johnson, un vehemente analista de estos temas  ha apuntado que la  salida a la crisis de 1929 se produjo a partir del incremento sustantivo de la producción militar en los años previos a la segunda guerra mundial y durante su desarrollo. Así mismo afirma que la guerra fría reactivó para siempre el CMI. Johnson señala que  “…entre los 50 y los 60, entre un tercio y dos tercios de la investigación científica se orientaron al campo militar, lo que con el tiempo llevó a una gran debilidad económica al país. Por ello, afirma que “la devoción al keynesianismo militar es en realidad una forma de suicidio económico lento”.

En la misma dirección, el economista y sociólogo italiano  Giovanni Arrighi afirma que “el keynesianismo militar, basado en enormes gastos en armamento por parte de Estados Unidos y de sus aliados, así como en el despliegue de una amplia red de bases militares en el mundo entero, fue sin duda un factor muy dinámico del crecimiento económico”, sin embargo, el mismo  “dio paso a la aplicación del monetarismo y al gasto militar sostenido, financiado mediante endeudamiento público, en la década de los 80”. Apunta que, casi al finalizar el siglo, durante el gobierno de Clinton la economía tuvo una leve recuperación, pero la misma entró en lo que él llama una crisis terminal en 2001.

Así mismo,  el premio Nobel de Economía estadounidense Joseph Stiglitz y la profesora titular de políticas públicas de la Universidad de Harvard Linda J. Bilmes han manifestado opiniones similares, al estudiar los gigantescos costos humanos y económicos que tuvo para su país la ocupación de Irak. Desde su punto de vista, la guerra ha tenido un costo para Estados Unidos que asciende a  tres billones de dólares, pero que para el resto del mundo podrían ser el doble. Además, exponen que la guerra se financió  a punta de deuda tanto externa como interna. A pesar de  estos altos costos, se redujeron los impuestos a los más ricos, lo cual ha conducido a un enorme déficit que se ha ido difiriendo por lo que tendrá que asumirse en el futuro. Stiglitz y Bilmes calculan que la deuda de Estados Unidos asciende a 10 billones de dólares que corresponden 60% de su PIB. Por su parte la Oficina de Presupuestos del Congreso de EE.UU habla de una relación entre la deuda y el PIB de 87% en 2019.

A su vez, Chalmers plantea tres aspectos de la deuda de Estados Unidos:
 1.         En el momento del estallido de la crisis, el gobierno invertía una excesiva cantidad de dinero en proyectos militares que no guardaban relación con las necesidades de seguridad y defensa del país, al mismo tiempo que se mantenían bajos los impuestos a los ricos.
2.        El gobierno pensaba que era posible sostener la economía, compensar el deterioro acelerado de la infraestructura industrial y la pérdida de empleos recurriendo al gasto militar.
3.        Debido al gasto militar excesivo, el país dejó de invertir en asuntos sociales claves. Esa es la verdadera causa de la crisis social que ha devenido en “un deterioro alarmante del sistema de educación y de la salud pública, al tiempo que la industria manufacturera civil ha perdido competitividad”.

Estos autores, además coinciden en afirmar que las cifras oficiales en materia de defensa  no son confiables, considerando que entre 30% y 40% del presupuesto militar se asigna a proyectos confidenciales, lo cual se agrava cuando se tiene en cuenta que el pentágono no acepta la realización de contabilidad financiera.

En otro capítulo de la crisis, demócratas y republicanos pugnaron casi hasta la fecha tope del 17 de octubre del año pasado para aprobar el nuevo presupuesto nacional y aumentar el techo de la deuda. Aunque la solución fue temporal  pues el Departamento del Tesoro no podía emitir bonos de deuda sino hasta el 7 de febrero de 2014 y las entidades públicas que habían sido cerradas, fueron autorizadas a reabrir únicamente hasta el 16 de enero. En esas fechas, Estados Unidos volvió a enfrentar una situación de tensión interna.  El cierre parcial  del gobierno costó a la economía del país 24 mil millones de dólares, según estimados de la agencia de calificación de riesgo Standard & Poor.

Sin embargo, en el trasfondo de este affaire no hay diferencias entre los dos partidos del sistema respecto de su “necesidad” de mantener el gasto militar, verdadero trasfondo de la crisis. El conflicto surge por la diferencia de opiniones respecto a quién debe pagar, los demócratas dicen que debe ser mediante el aumento de impuestos a los ricos, y los republicanos consideran que se debe disminuir el gasto social.

Nadie desea una crisis en Estados Unidos que –en tiempos de globalización- terminaría afectando a todo el planeta y haciendo pagar a los pobres la cuota más alta. No hay duda que una y otra salida  a esta coyuntura es diferente para el pueblo estadounidense, pero para la gran mayoría de la humanidad, no reviste mayor importancia, porque el problema no es transitorio, refiere a causas estructurales que revelan una economía no sustentada en la justicia social ni en el reparto equitativo.  El bipartidismo en Estados Unidos, cierra filas y actúa como un sistema único cuando se trata de su actuación exterior. Sólo que esta crisis rebasó cualquier experiencia previa, las alarmas se prendieron y la respuesta que se observa recuerda aquella figura de la fiera herida que para salvarse da zarpazos hasta su muerte.

martes, 25 de noviembre de 2014

Literatura, política y terror en el México del siglo XXI.


Siempre he dicho que a México se le conoce y se le entiende mejor por su literatura que por la ensayística o la información periodística. Quien haya leído la novela “La casa de bambú. Historia de agravios y rebeliones” de Saúl López de la Torre, podrá entender perfectamente las razones que condujeron a la represión y posterior desaparición de los estudiantes de la Escuela Normal Rural de Ayotzinapa en el municipio de Iguala del Estado de Guerrero. No creo que López de la Torre pueda ver el futuro, pero él mismo como estudiante de una escuela de estudiantes normalistas rurales conoce desde adentro el intríngulis del fenómeno. 

Uno de los protagonistas de su novela, Camilo se transforma en dirigente de los estudiantes rurales, como lo fue el mismo Saúl López. Un párrafo del Capítulo V del libro relata que” En la normal rural los pobres entre los pobres aprendían los rudimentos del conocimiento científico y las técnicas para organizar la comunidad a partir de la escuela. Organizarla y capacitarla para liberarse de la garra de los caciques, para ejecutar proyectos y programas de fomento productivo con créditos a tasas subsidiadas de la banca oficial, y producir y comercializar con mejores herramientas”. Acaso, ¿Eso los hace enemigos de la sociedad y del gobierno? En el libro sí y en la vida real del México del siglo XXI también, vistos los hechos del 26 de septiembre pasado en ese municipio del sur profundo mexicano.

Para entender la actuación del Estado frente a los acontecimientos posteriores a esa aciaga noche, baste recurrir a dos obras recientes de la literatura mexicana, “La silla del águila” de Carlos Fuentes, y “La conspiración de la fortuna” de Héctor Aguilar Camín, publicadas en 2003 y 2005 respectivamente. Las dos me permitieron entender como nada antes lo había logrado, el funcionamiento del poder en México, a partir de sus leyes no escritas que paradójicamente y en el mayor espíritu garciamarquiano son más transparentes que las escritas.

En la novela de Aguilar Camín, se podrá conocer la intriga y los vaivenes de la política mexicana. Como explicó el crítico mexicano José Luis Gómez Serrano “es un fresco de la realidad y la complejidad de la política mexicana, de las enormes oportunidades que ofrece a unos privilegiados, y del engaño en que a la postre se convierten esas oportunidades”

El libro regresa en el tiempo para describirnos el entramado de poder construido por el Partido de la Revolución Institucional (PRI) en 60 años de gobierno. Aunque “cualquier parecido con la realidad es pura coincidencia” el protagonista y su familia saben aprovechar el mando: son poseedores de una gran fortuna y propiedades, los hijos resultan privilegiados en el manejo del poder, mientras la familia mantiene una conveniente relación con el narcotráfico

En palabras de Gómez Serrano “Si usted busca una ventana a la política en México que no mire desde la perspectiva de un partido o de una ideología, este es un buen lugar. Encontrará mexicanos de carne y hueso, bosques y sierras y ciudades, y hechos como los que leemos en el periódico de hoy”.

Por el contrario, el texto de Carlos Fuentes es una proyección de México al futuro y específicamente de finales de la década actual. Incursiona en los ámbitos políticos y sociales, nacionales e internacionales. En la trama, México no ha variado mucho, es un país dependiente, cuyos gobiernos siguen manifestando sumisión a Washington. El hilo de la novela se desarrolla a partir de relatos sobre la vida de personajes corruptos, traidores, que se valen de inauditas e inconcebibles relaciones de compadrazgo, compra y venta de favores e hipocresía para obtener sus objetivos. En los dos libros, se describen 80 años del pasado, presente y futuro de México.

Alguien podría afirmar “eso es solo ficción”, pero cuando la literatura es sensible, tiene la capacidad de reflejar los pormenores de la vida social de un país, dándonos a conocer la historia y la política de forma entretenida. Al respecto, en 1995 Gabriel García Márquez señaló: “Dicen que yo he inventado el realismo mágico, pero solo soy el notario de la realidad. Incluso hay cosas reales que tengo que desechar porque sé que no se pueden creer”. 

La respuesta gubernamental mexicana a los hechos en Guerrero raya en el realismo mágico. Apenas el 29 de octubre, más de un mes después de los hechos, el presidente Enrique Peña Nieto se dignó en recibir a los padres de los jóvenes desaparecidos. Tal vez sea casualidad, pero fue ese mismo día cuando el presidente de Estados Unidos, Barack Obama informó a través de un vocero de la Casa Blanca, que la situación en México era preocupante. 

Posteriormente, el 7 de noviembre, el Procurador General de la República (PGR) Jesús Murillo Karam informó que según las declaraciones de tres testigos participantes en las acciones que derivaron en la desaparición de los estudiantes, éstos “fueron asesinados después de que policías de los municipios de Iguala y Cocula los entregaran al grupo criminal «Guerreros Unidos». Sus cadáveres fueron después quemados, se depositaron los restos en bolsas y fueron arrojados en un río cercano”. Con esto dio por cerrado el caso.

La inmediata movilización nacional e internacional denunció y rechazó tales declaraciones, siendo, -esta vez- el propio Papa Francisco quien ese mismo día dijera que quería “expresar a los mexicanos aquí presentes y a los que están en la Patria, mi cercanía en este momento doloroso de la legal desaparición, pero sabemos asesinato de los estudiantes”. Dictamen santo. Sin comentarios.

Los acontecimientos son aterradores. La búsqueda de los estudiantes ha significado encontrar hasta 32 fosas comunes con centenares de cadáveres, aunque la cifra varía según la fuente. El propio Murillo Karam no ha sido capaz de dar datos precisos al respecto. Ante dos solicitudes hechas a la PGR por la revista digital mexicana Real Politik, previamente a los acontecimientos y en fechas diferentes, mismas que fueron contestadas el 5 y 8 de septiembre, la institución garante de la justicia y el Estado de derecho en México refirió en la primera ocasión “el hallazgo de 82 fosas clandestinas y mil 537 cadáveres entre 2009 y marzo de 2014; tres días después contestó a la otra solicitud, afirmando que entre 2005 y marzo de 2014 —un periodo de tiempo más amplio que en la primera petición— había localizado 32 fosas y 425 cadáveres, es decir, una diferencia de 50 fosas y menos de una tercera parte de los cuerpos referidos en la anterior solicitud”.

Esto no es ficción, es la expresión concentrada de la putrefacción de un sistema de complicidades y acuerdos que soslayan, cubren y protegen el delito. Sólo la movilización popular y la exigencia de las familias y amigos de los estudiantes así como de toda la sociedad decente del México maravilloso que hemos conocido desde siempre, podrán impedir que este crimen quede en el olvido como un suceso más de la milenaria vida del país de los mayas y los aztecas. El espacio de la ficción, -cuando se habla de política-, tiene un límite, pareciera que en México el mismo no existe. Recuerden al Gabo “…incluso hay cosas reales que tengo que desechar porque sé que no se pueden creer”.

lunes, 24 de noviembre de 2014

Lanzamiento de la más reciente obra de Sergio Rodríguez Gelfenstein en Buenos Aires - Argentina





Fecha: Miércoles 12 de noviembre, a las 18.00 horas.
Lugar: SADOP - Tte. Gral. J.D. Perón 2625, CABA.


Se refirieron a la obra:
Marcelo Gullo, Dr. en Ciencias Políticas, Profesor de la Universidad Nacional de LANUS. 
Miguel Ángel Barrios. Dr. En Ciencias Políticas
Rafael Follonier, Ex-asesor del Secretario general de UNASUR, Néstor Kirchner.




sábado, 22 de noviembre de 2014

Sergio Rodríguez Gelfenstein presentó su último libro en Montevideo




El pasado viernes 14 de noviembre, en el Centro Cultural Simón Bolívar de la Embajada de la República Bolivariana de Venezuela en Uruguay y con el auspicio de la Fundación Vivian Trías, fue presentado el libro “La balanza de poder. Las razones del equilibrio del sistema internacional” del profesor venezolano Sergio Rodríguez Gelfenstein.

En esta última publicación, el autor nos plantea el fruto de una investigación de la que surge que se ha configurado en el planeta una “balanza de poder” entre las principales potencias: Estados Unidos, China, Rusia, Alemania, Francia y Gran Bretaña. 

“La balanza de poder es un grupo cerrado que tiene algunas características que establece que si alguno de los actores se eleva por encima de los demás, éstos se unen, lo bajan, pero no lo sacan del sistema, lo mantienen, porque el equilibro se mantiene mientras todos estén”, señala Rodríguez Gelfenstein. 

Esta balanza de poder mantiene en permanente conflicto a sus zonas de influencia y se procede a la repartición del mundo, en particular de sus riquezas energéticas y minerales con cierto equilibrio conveniente para las potencias mundiales, pero sin conflictos bélicos directos entre estos países y los intereses económicos que estos defienden, entre otras cosas porque todos los actores requieren unos de los otros. 

Al mismo tiempo, plantea que la única alternativa de los países de América Latina y el Caribe para romper este modelo de “balanza de poder”, que los sojuzga y los somete a las veleidades de estas potencias, no es la alianza con alguna o algunas de ellas, sino la urgente y necesaria integración latinoamericana, independientemente del signo ideológico de los gobiernos de cada uno de los países. 

Sergio Rodríguez Gelfenstein es venezolano nacido en Chile. Es graduado en Relaciones Internacionales de la Universidad Central de Venezuela y Magister en Relaciones Internacionales por la misma Alma Mater. 

Rodríguez Gelfenstein es profesor del Instituto de Altos Estudios Diplomáticos “Pedro Gual” del Ministerio de Relaciones Exteriores de la República Bolivariana de Venezuela. Fue Director de Relaciones Internacionales de la Presidencia de la República Bolivariana de Venezuela, asesor de política internacional de la Presidencia de Telesur y Embajador de la República Bolivariana de Venezuela en Nicaragua. 

Ha publicado artículos en revistas especializadas de Puerto Rico, Bolivia, Perú, Brasil, Venezuela, México, Argentina y España, así como en diversos periódicos e innumerables páginas de Internet. 

Es autor de los libros “Y cuando Fidel no esté?”, “Plan Colombia, globalización e intereses hegemónicos de Estados Unidos en América Latina”, “Puerto Rico, un caso de colonialismo en un mundo global”, “Se ha prendido la hierba en todo el continente. Relatos de Nuestra América”, “El tiempo de los intentos. De la crisis mundial a la cumbre de la CELAC” y “La balanza de poder. Las razones del equilibrio del sistema internacional”. 

Así mismo, ha coordinado obras colectivas y participado como coautor en varias compilaciones. 

Haciendo clic a continuación se puede acceder a la grabación completa de la conferencia de Sergio Rodríguez Gelfenstein, incluyendo las presentaciones del embajador de Venezuela en Uruguay Julio Chirino y del magister Julián González. 


Prensa EMBVENUY / PS 

Sección de Prensa
Embajada de la República Bolivariana de Venezuela en la República Oriental del Uruguay
Telf.: (+598) 29 00 24 44 / 29 01 76 42 

miércoles, 19 de noviembre de 2014

En Kobane se defienda mucho más que la identidad kurda (II)


La ofensiva de la OTAN en Ucrania y la creciente agresividad estadounidense en regiones marítimas próximas a China se inscriben en el contexto de debilidad de la política de Occidente en el Medio Oriente. Así mismo puede entenderse la artificial baja en los precios del petróleo provocada por Arabia Saudita con la complicidad de Estados Unidos a fin de debilitar las economías preponderantemente energéticas de Irán y Rusia.

De tal manera, este marco permite entender la irrupción del EI y la respuesta leve de Estados Unidos, después que esta fuerza ha logrado controlar parte importante del norte de Irak y de Siria. El 12 de septiembre, el presidente Obama nombró al general John R. Allen como Jefe de la coalición internacional para luchar contra el EI. El general Allen cuenta con gran experiencia operativa después de haber sido Comandante Adjunto de las fuerzas militares en la provincia de Anbar en Irak, y posteriormente, Comandante de la Fuerza Militar Internacional en Afganistán. En ambas misiones, Allen adquirió gran manejo de la problemática de los países árabes y, en particular estableció sólidas relaciones con las fuerzas sunitas minoritarias en Irak. Es reconocido como un militar de características muy particulares por su involucramiento con los estudios internacionales y su gran capacidad intelectual.

La propuesta de Estados Unidos -bajo la cual se ha nombrado al general Allen en el cargo, a pesar de estar retirado de las fuerzas armadas- dice relación con un plan a tres años plazo, período en el cual la OTAN debe crear un gran ejército sunita, bajo control de Estados Unidos, a fin de ser introducido en el territorio hoy ocupado por el EI. Para ello, ya ha comenzado en los territorios de Arabia Saudita, Jordania y Turquía la preparación de las fuerzas que compondrán este ejército.

La experiencia que le ha dejado la debacle en la región, ha llevado a Estados Unidos a la conclusión de que la presencia del EI coadyuvará a un debilitamiento mutuo de las fuerzas armadas de Siria y de Irak, así como del propio EI en el combate que se libra en ambos países. En la medida de la impotencia de estas fuerzas de lograr éxitos en sus territorios, Estados Unidos irá introduciendo el ejército sunita que ha comenzado a erigir. En los 3 años que los analistas han estimado como necesarios para derrotar al EI, esta tropa se habrá consolidado y será el instrumento de negociación que hoy Estados Unidos no posee. A su vez le permitirá tener participación política desde una posición de fuerza que ha ido perdiendo en las negociaciones en la región.

El Plan apunta a construir instancias federales en Irak, tal como existe hoy con la participación de kurdos, chiitas y sunitas y en Siria, con intervención de kurdos, alauitas (chiitas), drusos y sunitas. A Estados Unidos no le interesa descomponer la institucionalidad siria, ni siquiera a sus fuerzas armadas, su propósito es derrocar a El- Assad o al menos reducir su poder. De esa manera restarle influencia a Irán en la región. La potencia norteamericana sabe que la única garantía de estabilidad en Siria la puede proporcionar su institución bélica. Estima que una situación anárquica en Siria (similar a la de Libia), pero que a diferencia de éste es fronterizo con Israel, resulta extraordinariamente incendiaria y peligrosa para éste. 

Con la creación de esta fuerza militar bajo su control, Estados Unidos pretende lograr en la mesa de negociaciones, no lo que no ha podido lograr en 13 años de guerra. Está al tanto además, que Rusia e Irán no pueden negarse a ello, a pesar que un trato de este tipo, no está necesariamente acorde con sus objetivos en la región. Esto permitirá ejecutar el tan ansiado reordenamiento político regional a través del cual Occidente construirá un nuevo mapa del Medio Oriente acorde a sus objetivos. Así mismo, aceptará la entrada de Siria con El-Assad en el gobierno (si no lograra su derrocamiento) y sobre todo a Irán como interlocutores políticos válidos en las negociaciones de la región, sin que aparezca como una derrota de sus planes.

Este ambiente es el que admite una lectura mejor de la extraordinaria hazaña de los combatientes kurdos en Kobane. Sus acciones han paralizado la ecuación estratégica. Pero, la situación de los kurdos es distinta en cada país. En Siria son aliados de El-Assad. En Irak tienen un régimen autónomo, pero sus líderes son aliados de Turquía e incluso de Israel. Turquía quiere aprovechar las acciones del EI para aniquilar a los kurdos y en particular al Partido de los Trabajadores del Kurdistán (PKK). El canciller iraní lo ha dicho sin ambages “A Turquía no le interesa debilitar al EI sino al gobierno de Bashar El- Assad” y ha advertido de la tragedia humanitaria en Kobane.

En Kobane se está jugando la identidad kurda. Turquía la quiere esfumar. A Siria e Irán le interesa que la resistencia kurda se mantenga porque eso le genera problemas a Turquía. Sin embargo, en el trasfondo hay que considerar lo que dice la analista iraní, residente en España, Nazanín Armanián cuando expone que “Es hora de matizar el concepto del “pueblo kurdo”, —como grupo étnico de 30-40 millones de personas repartidas entre varios países y unidas por un sentimiento de pertenencia y lazos históricos—, y tratarle como cualquier sociedad que sufre una encarnizada lucha de clases…”.

Lo cierto es que los líderes y combatientes del EI entran y salen de Turquía como si estuvieran en territorio propio. Es evidente que existen acuerdos entre ambos. Prueba de ello es que en medio del desastre causado por el EI a todo tipo de monumento o templo que no acoja su particular visión religiosa, uno solo de ellos se ha salvado de la furia destructiva de la banda terrorista: el santuario de Solimán Schah, el abuelo de Osmán I, fundador del Imperio Otomano. Ha sido tan grande la devastación que el 2 de noviembre pasado la directora general de la UNESCO, Irina Bokova, instó desde Bagdad a la comunidad internacional “a actuar inmediatamente para proteger el patrimonio cultural iraquí de los `ataques bárbaros´ que ha sufrido desde 2003 y con especial virulencia desde este verano”. 

A partir de un acuerdo internacional, tal monumento está bajo soberanía turca, aunque se encuentra en territorio sirio. El 1° de octubre pasado el EI capturó el mausoleo, detuvo a los 20 militares turcos que los custodiaban, pero no dañaron el edificio. Tal vez tuvieron en cuenta las declaraciones de Erdogan, el 5 de agosto de 2013 cuando siendo primer ministro de su país, dijera que “cualquier acción desfavorable en contra de ese monumento, (…) sería un ataque a nuestro territorio, así como un ataque a la tierra de la OTAN”.

miércoles, 12 de noviembre de 2014

En Kobane se defiende mucho más que la identidad kurda (I)



                                                                                                
                                                                                  A Miguel Guaglianone, hermano y compañero de luchas y de sueños

Kobane, la ciudad del norte de Siria, fronteriza con Turquía se ha transformado en las últimas semanas en el epicentro de los combates que han emergido desde el inicio de la ofensiva de la organización terrorista sunita Estado Islámico (EI) en Irak y Siria.

Kobane (Ayn al-Arab en árabe) es una ciudad de alrededor de 50 mil habitantes de mayoría kurda (90% de la población) que está situada a menos de un kilómetro del límite territorial entre Siria y Turquía. La dimensión de los combates y el heroísmo del pueblo kurdo que habita la ciudad, en particular de las Unidades de Protección Popular (YPG), brazo armado del Comité Supremo Kurdo del Kurdistán Sirio, y de sus mujeres, que forman parte de las Unidades de Protección Popular (YPJ), han dado a conocer una acción que se ha comenzado a denominar como el “Stalingrado del Medio Oriente”.

Sin embargo, tras bambalinas, las acciones en Kobane son expresión de la multiplicidad de factores que están presentes en el conflicto del Medio Oriente, los intereses de los países que participan directamente en las acciones y de las potencias que han intervenido militarmente en los hechos.

En un primer momento, Estados Unidos, minimizó el potencial terrorista del EI. Ello permitió su crecimiento y expansión sin cortapisas de ningún tipo. Así mismo, las acciones de esta banda extremista han puesto sobre el tapete el papel tenebroso que siempre ha jugado Turquía en el escenario de las acciones. Su discurso y accionar han sido contradictorios, por una parte ha suministrado armas y apoyo al EI para que éste elimine la resistencia kurda y al mismo tiempo envía señales difusas en cuanto a su involucramiento en las acciones. El ex canciller y actual primer ministro Ahmet Davutoglu anunció el pasado 3 de octubre que su país no iba a permitir que Kobane cayera en manos del EI. No obstante, el propio Presidente Recep Tayyip Erdogan lo refutó cuando afirmó pocos días después que Turquía se involucraría en la defensa de Kobane bajo ciertas condiciones: el establecimiento de una zona de exclusión aérea, la posibilidad de entrenamiento de las fuerzas de lo que llama “oposición moderada siria” y una estrategia directa que conduzca al derrocamiento del presidente sirio Bashar el Assad. Días después la propia OTAN y las potencias occidentales rechazaron tales condiciones. 

Turquía a su vez, objetó el apoyo bélico de Estados Unidos a los kurdos que resisten en Kobane, bajo el argumento de que se está fortaleciendo al Partido de los Trabajadores del Kurdistán (PKK), organización considerada como terrorista por este país. Vale decir que, los ataques aéreos y suministros logísticos que Estados Unidos está ejecutando en la región se realizan en el marco de la ambigüedad típica de la potencia cuando interviene militarmente, sin objetivos claros que cumplir. Así, se hizo aparecer como un error que ciertos pertrechos, hechos llegar por vía aérea a los kurdos, cayeran en manos del EI, lo cual deja muchas dudas al respecto.

La coalición creada para combatir al EI ha gastado alrededor de 1000 millones de dólares en tres meses de acciones. En ese período han realizado un número cercano a 1800 incursiones aéreas, de las cuales 1100 han sido ataques misilísticos. De esa cantidad, Estados Unidos ha aportado 467 millones de dólares. Estas cantidades son ínfimas si se les compara con otras acciones realizadas por la potencia norteamericana en el pasado reciente, por ejemplo en Afganistán e Irak. Vale decir que la cantidad de misiles lanzados en 3 meses por la coalición liderada por estados Unidos es el equivalente a lo que las fuerzas armadas de Israel usaron en 2 días durante el asedio inhumano contra Gaza el pasado mes de julio. 

Voceros estadounidenses autorizados han informado que se necesitarán al menos 3 años de acciones directas para lograr debilitar al EI. Eso es mucho tiempo si se compara con las acometidas fulminantes que llevaron a la derrota de los talibanes en Afganistán en 2001 y de Saddam Hussein en Irak en 2003. En este contexto, sería válido preguntarse a qué obedece este cambio en el pensamiento estratégico estadounidense. Resulta curiosa la argumentación para explicar la negativa de utilizar tropas terrestres en las operaciones. Contrario a lo que se pudiera afirmar, la opinión pública de Estados Unidos estaría de acuerdo en apoyar una incursión terrestre de sus fuerzas armadas. Los medios de comunicación, sempiternos aliados del Complejo Militar Industrial se han encargado de ello, mostrando de manera grotesca y alejada de cualquier racionalidad las decapitaciones de ciudadanos occidentales y árabes realizadas por el EI. Vale recordar que estas bárbaras muestras de violencia fueron expuestas a la ciudadanía estadounidense justo el 11 de septiembre estableciendo un simbolismo en la preparación sicológica de la ciudadanía que no deja lugar a dudas en torno de a donde conduciría una eventual escalada del conflicto.

¿Qué se vislumbra en el trasfondo? En primer lugar, hay que decir que la suposición de que se puede derrotar al EI sin la participación de las Fuerzas Armadas de Siria o dejando al margen a Irán son quimeras construidas por los analistas de estrategia que asesoran al Presidente Obama. Hay otros elementos detrás de este talante.

En el transcurso de este siglo, la política de Estados Unidos en el Medio Oriente y el norte de África ha sido un total fracaso, no han podido vencer a los talibanes en Afganistán, salieron derrotados de Irak, dejando en el poder un gobierno de mayoría chiita aliado de Irán, eliminando de paso el ejército sunita de Saddam Hussein que era uno de los más sólidos de la región. En Libia, después de la destitución y posterior asesinato de Muamar Gadafi, el país ha devenido en una anárquica guerra tribal, por lo cual las grandes trasnacionales energéticas no han podido igualar ni siquiera la menor producción petrolera previa a la invasión de la OTAN. Los Hermanos Musulmanes, organización pro occidental extremista de la derecha árabe creada por las agencias de inteligencia británicas ha sido desalojada del poder en Túnez y Egipto, perdiendo Estados Unidos y Turquía su más firme aliado en la región. Los houthis, grupo chiita de Yemen ha comenzando a controlar ese país casi en su totalidad poniendo presión en el paso de Bab el Mandeb, el cual junto a Ormuz bajo inspección iraní, conforman el dúo de estrechos que permiten la navegación de los súper tanqueros desde el Golfo Pérsico al Golfo de Adén en el Océano Índico y de éste al Mar Rojo. Así mismo, los chiitas, mayoritarios en Bahréin ejercen cada vez mayor presión contra la monarquía sunita de ese reino en el que tiene su sede la 5ta. Flota de la Armada de Estados Unidos. En Siria, las fuerzas mercenarias y terroristas no han podido consolidar sus posiciones, mucho menos estar cerca del derrocamiento del presidente Bashar el –Assad, a pesar de todo el apoyo financiero, bélico y logístico de las monarquías sunitas y de la OTAN. Finalmente, Israel, a pesar de su enorme operación terrorista contra Gaza no pudo lograr los objetivos propuestos. Al contrario la diplomacia palestina ha logrado resonantes victorias al obtener el reconocimiento político de Suecia y el voto favorable en ese sentido de los parlamentos de Gran Bretaña e Irlanda. 

CONTINUARÁ...

martes, 28 de octubre de 2014

Algunas reflexiones pos electorales. Bolivia y Brasil


Aunque las elecciones en Brasil no cierran el año electoral en América Latina y el Caribe, toda vez que falta la segunda vuelta que se llevará a cabo el próximo 30 de noviembre en Uruguay y las parlamentarias que definirán el nuevo primer ministro de Dominica el 14 de diciembre, el peso específico del gigante amazónico en el escenario político latinoamericano pareciera permitir hacer un análisis crítico de la situación actual, las perspectivas y los retos para los pueblos de la región y sus organizaciones en los próximos años.

Si observamos los resultados de los eventos comiciales que eligieron o mantuvieron presidentes/as en la región, podremos concluir que en la mayoría de los países, la izquierda ha mantenido y ampliando su espacio. Además de Bolivia y Brasil, El Salvador también optó por una organización con marcada historia revolucionaria y con una trayectoria bastante lejana de los dictados imperiales. En Panamá y Costa Rica fueron derrotados sendos gobiernos neoliberales que se encontraban entre los más cercanos aliados de Estados Unidos.

En Antigua y Barbuda la oposición se hizo del gobierno en las elecciones parlamentarias de junio sin que ello vislumbre cambios trascendentes en su política tanto interna como exterior. Colombia, fue el único país que mantuvo un gobierno de derecha y neoliberal, pero la importancia de la reelección del Presidente Santos, viene dada por la derrota del sector de ultra derecha terrorista que encabeza Álvaro Uribe. Al menos, eso permitirá la continuidad de los diálogos de paz a la que aspira la mayoría del pueblo colombiano y el conjunto de la opinión pública de América Latina y el mundo.

Vistas las cosas de esa manera, los sectores progresistas pudieran celebrar un año exitoso en el enfrentamiento electoral con las fuerzas más retrógradas del espectro político regional. En esa medida, también podría decirse que en el año que fenece, Estados Unidos no pudo avanzar en el logro de victorias que lo oxigenen del retroceso iniciado en diciembre de 1998 cuando el Comandante Hugo Chávez obtuvo una resonante victoria en las elecciones presidenciales de Venezuela. Así mismo, estos eventos, desarrollados en todas las latitudes de la región han significado una contundente derrota de los medios de comunicación, en particular de las grandes cadenas de televisión que se han transformado en verdaderos actores políticos al servicio de los intereses de la oligarquía antinacional de nuestros países. Tal vez sea posible decir que en Brasil, superaron todo registro anterior en materia de tergiversación de la realidad, construcción de falsas verdades e imposición de temas en la agenda, sin contar con la ofensa a la dignidad de la presidente Rousseff y otros candidatos del PT. En Brasil, sin embargo no pudieron lograr lo que Televisa en México al imponer la candidatura de Enrique Peña Nieto y su venta como mercancía electoral que fue comprada aparentemente por la mayoría de los mexicanos.

Desde esta perspectiva, le correspondería a las fuerzas populares celebrar y prepararse para la próxima contienda electoral. Sin el menor ánimo de subestimar la trascendencia de estas victorias, que sin lugar a dudas son expresión de un estadio nuevo en el devenir de las luchas sociales y políticas de una región proveniente de décadas de horrendas dictaduras criminales que establecieron gobiernos neoliberales a ultranza, ¿no valdría la pena apartarnos un poco de lo estrictamente coyuntural y hacernos algunas preguntas que parecieran generar dudas e incluso angustias en los momentos pre electorales?

Una primera impresión, introduce la inquietud acerca de si la izquierda no sigue haciendo política igual que hace 15 años cuando la orfandad de Cuba hacía presagiar lo peor, hasta que la victoria de Chávez comenzó a trazar un camino alterno al que se había dibujado a través del Consenso de Washington. Hoy, la reclamación y exigencia de los pueblos va mucho más allá del simple restablecimiento de la democracia como vía de instaurar un modelo de redistribución más equitativo del ingreso a fin de darle visibilidad a los excluidos y marginados de los últimos 5 siglos. Aunque es muy temprano para sacar cuentas alegres, lo cierto es que en América Latina y el Caribe la pobreza ha disminuido, la polarización social se ha reducido y la democracia se ha establecido en todas las altitudes y longitudes. Los gobiernos progresistas de la región han implementado políticas sociales que han disminuido el impacto de la crisis que afecta al mundo desde 2008.

Sin embargo, no hay que olvidar que en la democracia representativa y las elecciones como parte de ella, son un mero instrumento contable que no refleja la profundidad de la política ni la toma de conciencia que permite transmutar esa cantidad en calidad transformadora. Eso es lo que podría explicar porque los 40 millones de brasileños sacados de la pobreza por las medidas tomadas por los gobierno del PT no se convierten en votos electorales. Es lo que permite entender también porque en Bolivia el MAS y el Presidente Evo Morales ganan las elecciones sin sobresaltos estableciendo, aquí si- una clara relación entre acción gubernamental y obtención de votos.

En Bolivia, se manifiestan de prístina manera, expresiones que dan cuenta no sólo de una metamorfosis política de la sociedad. Más que eso, los resultados electorales son expresión de una profunda mutación civilizatoria que recoge no sólo las enseñanzas de la práctica de la política y la filosofía occidental, sino que por sobre todo enuncia toda la sabiduría ancestral de los pueblos originarios. Así, los bolivianos han entendido que el MAS es sólo un instrumento para “jugar” en la política de la democracia representativa. Su verdadera fuerza radica en la organización y fortaleza ideológica del movimiento social, -del cual Evo jamás se ha desprendido- que ha ganado protagonismo real en la toma de decisiones como lo atestigua la paridad en materia de género y el alto número de parlamentarios indígenas en la nueva Asamblea Legislativa Plurinacional, por citar solo algunos ejemplos.

El quehacer de la política gira en torno a construir la propuesta estratégica y hacerla inamovible ante los vaivenes de la cotidianidad y diseñar la táctica necesaria para lograr esos objetivos trazados para el largo plazo. La firmeza estratégica y la flexibilidad táctica son la medida de una acertada ejecución de la política. En el tema que estamos tratando, esto refiere a la capacidad para entender el momento y delinear medidas apropiadas a ello. Significa darle el valor real que tiene el proceso electoral, sin olvidar que los verdaderos cambios van a emerger de la elevación del nivel político y conciencia de los pueblos y de que esto se exprese en términos organizativos y participativos. Por supuesto, se está hablando de hacer política con altura ética. Todo lo contrario de lo que ha ocurrido en Perú, donde los últimos 4 presidentes han hecho campaña electoral enarbolando un programa y han gobernado, ejecutando otro. 

En el caso de Brasil, como en el de otros países de la región, pareciera emerger un sector que lejos de asumir posiciones de derecha y pro imperialistas, acentúan críticas no en contra de lo que se ha hecho, sino de denuncia de lo que no se ha ejecutado, o lo que se ha dejado de hacer, sobre todo en términos de eficiencia y ética administrativa. Este es el basamento sobre el cual se podría explicar el resultado electoral y la angustia en la espera del resultado, es lo que llevaría a entender que la baja en la votación de la izquierda, (en este caso del PT) obedece a inexplicables alianzas sin las cuales –por otro lado- sería imposible lograr la victoria electoral.

Bolivia y Brasil permiten mirar la cara y el sello de gobiernos que han escogido tácticas diferentes. Mientras Evo y el MAS optan por una persistencia y profundización de la democracia popular participativa, además de alianzas económicas hegemonizadas por el Estado y del cual los sectores más humildes de la población se han sentido beneficiados, en Brasil, la merma electoral, dice relación con el abandono del PT de su histórica relación privilegiada con las clases populares. Habla, por un lado, de la institucionalización de la política al estilo PRI de México sin entender que la inclusión social por sí misma, no basta para avanzar en el camino de la transformación y el cambio. El PT deberá ”refrescar” su quehacer político a fin de que sus fallas no generen el caldo de cultivo en el que la derecha bajo el paraguas invaluable de los medios de comunicación sigan restando espacio al movimiento popular.