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sábado, 29 de agosto de 2015

Capitalismo, migración y globalización en el siglo XXI.


La movilidad de los seres humanos es tan antigua como la presencia del hombre sobre la Tierra. Se calcula que los desplazamientos de un lugar a otro datan desde hace dos millones de años, hasta que la agricultura produjo la primera revolución en la historia de la humanidad. Los seres humanos se trasladaban de un lugar a otro en la búsqueda de alimentos que garantizaran su supervivencia. Todo cambió cuando los productos del agro se comenzaron a almacenar en una escala superior a la tradicional que limitaba su recolección a las necesidades de la familia y la comunidad. Esto ocurrió hace aproximadamente 10 mil años. 

Muchos pueblos se comenzaron a establecer en lugares fijos y se empezó a pasar de una vida predominantemente nómada a una sedentaria, sin que la primera desapareciera hasta hoy. Este hecho, dio paso al surgimiento de las primeras civilizaciones porque los seres humanos comenzaron a interactuar en otros ámbitos de la vida, especialmente al producir manifestaciones iniciales de desarrollo cultural, en particular de la escritura, lo cual permitió que hoy se tuviera constancia de estos acontecimientos. Así mismo, debe decirse que tal proceso influyó directamente en la aparición de las sociedades de clases y de la explotación del trabajo de unos en beneficio de otros. Algunos empezaron a acumular más que los demás, sobre la base de aumentar la cantidad de alimentos a obtener a partir de la posesión de mejores y mayores cantidades de tierra y al descubrimiento de superiores tecnologías para la explotación de la misma. Una y otra cosa, no necesariamente se consiguieron en buena lid. Por otro lado, éste, también fue el origen de las primeras ciudades. Así vivió el hombre por varios milenios, los desplazamientos constituían formas habituales de la vida del planeta.


Las migraciones, como se le conoce ahora a estos gigantescos traslados humanos de miles de personas, se realizan por tanto, desde hace muchos miles de años, algunos de ellos fueron forzados y otros voluntarios. Todo este proceso transcurrió en medio de transformaciones económicas, culturales y políticas, (en particular guerras) los que signaron el desarrollo de importantes evoluciones del fenómeno migratorio que fueron configurando modelos de sociedades mixturadas por la presencia de diversas civilizaciones que concurrían en un mismo tiempo y lugar.

La creación de los Estados-nación en el siglo XVII, dio inicio a una mutación profunda de este fenómeno desde el punto de vista jurídico. El establecimiento de límites y la implantación de una autoridad reconocida en un territorio, instituyó condiciones y restricciones a la movilidad humana. 

A partir de la Edad Media en Europa se produjeron además de las invasiones bárbaras y la expansión del islam, grandes viajes que implicaron salvajes y funestos planes de colonización que entrañaron procesos migratorios nunca antes vistos en la historia. El interés por la obtención de riqueza de unos en detrimento de otros, siguió siendo el móvil fundamental. Millones de personas fueron desplazadas por la fuerza en unos casos, mientras otros se aventuraban en la búsqueda de la ganancia inusitada. Posteriormente, ya en épocas de la Revolución Industrial, la necesidad de materias primas ineludibles para tal proceso, incrementó las migraciones. 

El siglo pasado y lo que va de éste ha supuesto un desarrollo superlativo de la tecnología, el transporte y las comunicaciones, todo lo cual ha facilitado las migraciones masivas, sólo que ahora están motivadas en causas de carácter social y económico, que han tenido su origen en las profundas desigualdades entre los países del norte y los del sur, después de siglos de expoliación colonial y neocolonial.

En su versión moderna las migraciones constituyen, -en sus tres manifestaciones: emigración, transmigración e inmigración- la expresión de una serie de problemas relacionados con la génesis de la misma y las condiciones de vida de los ciudadanos, sus aspiraciones y las de sus familias en torno a la búsqueda de un futuro mejor. 

Como apunta el investigador mexicano Daniel Villafuerte citando un informe de CEPAL del año 2006, la relación entre migración y globalización “ha sido parte constitutiva del proceso de modernización y ha desempeñado un papel central en el despliegue y desarrollo del capitalismo moderno”. En particular, respecto de América Latina, CEPAL afirma que la migración es expresión de la”asimetría en la distribución de los beneficios ofrecidos por la economía internacional”.

La crisis humanitaria que genera las indetenibles migraciones a Europa en la actualidad ha puesto de manifiesto una correspondiente réplica por parte de los “civilizados” líderes de ese continente. Africanos y asiáticos atraviesan miles de kilómetros huyendo de guerras de exterminio generadas por el inmisericorde “capitalismo salvaje” como lo llamara el Papa Juan Pablo II. Tarde ha descubierto Europa, el papel jugado por Muamar el Gadafi para que Libia sirviera de dique de los millones de africanos que viajan hacia el norte, esperanzados en llegar a Europa y aprovechar algunas de las condiciones de vida allí creadas con los recursos expoliados durante varios siglos. Así mismo, la desmembración de países, y el desencadenamiento de guerras en el Medio Oriente ha dado pautas para el desarrollo de organizaciones fundamentalistas que persiguen brutalmente a quien difiera de sus ideas, conduciendo a la huida de otro gran número de ciudadanos de esa región.

La respuesta de algunos de los “paladines europeos de la democracia”, es expresión de un pensamiento xenófobo, propio de las ideas fascistas que comienzan a resurgir en el viejo continente y que se han ido haciendo carne de los partidos y dirigentes de la derecha más reaccionaria. Al contrario, los cientos de miles de europeos que migraron a América Latina huyendo de la devastación de la posguerra fueron recibidos en casi todos los países, pudiendo iniciar una vida que gracias a su trabajo los ha llevado a la prosperidad. Jamás han sido perseguidos por su origen. Razones no les hubiera faltado a los latinoamericanos para hacerlo, si un espíritu revanchista hubiera estado en la memoria, tras siglos de genocidio europeo en el continente. Pero jamás fue ese el ánimo. No está en la práctica de nuestros pueblos. La xenofobia y el odio han sido alimentados desde la Independencia por intereses oligárquicos que pretenden mostrar a los migrantes como delincuentes. 

Los migrantes nos son delincuentes. Delincuentes son los que generan las condiciones inequitativas, excluyentes, de marginación y de explotación que provoca que los ciudadanos, contra su voluntad, tengan que trasladarse a otras regiones o incluso a otros países. En el trasfondo está el modelo capitalista de una economía creada para generar diferencias y para profundizar las condiciones de pobreza, que impiden un normal desarrollo de la vida. Por el contrario, este producto de los infortunios generados por el capitalismo son caldo de cultivo para bandas delincuenciales que aprovechando las miserables condiciones de los migrantes, transforman tal situación en un comercio que jugando con la ley de la oferta y la demanda hace pingües negocios con el traslado ilegal de los ciudadanos, -que necesitan desplazarse para salvar sus vidas- y aprovechan las rutas para el transporte, -también ilegal-, de armas, mercancía y drogas. Para ello se vinculan con las grandes bandas criminales de paramilitares y narcotraficantes generando una mixtura transnacional del delito que es alimentado por la descomposición ética y moral de sociedades putrefactas en las que se pretende transformar a los migrantes en delincuentes, como hoy lo postula el magnate estadounidense Donald Trump quien lidera las encuestas para ser abanderado del partido republicano de cara a las próximas elecciones presidenciales de ese país. 

Vistas así las cosas, la idea de convertir la migración en un delito persigue oscuros objetivos que violan principios elementales contenidos en la Declaración Universal de Derechos Humanos de la ONU. No entender que su origen está en la perversa distribución de la riqueza generado por el capitalismo y por siglos de expoliación colonial y neocolonial, intenta desvirtuar el centro de la crisis y exponer a millones de personas que huyen de la guerra y la miseria, a nuevos avatares que profundizan y no solucionan el problema.

sábado, 22 de agosto de 2015

Alemania y Japón preparan su revancha.


En términos conceptuales, el revanchismo es la política desarrollada por un país derrotado en una guerra para tratar de recuperar a toda costa, las posiciones perdidas, incluso, sin detenerse en desencadenar una nueva guerra. Tal política está fuertemente ligada con prácticas chovinistas que sirven de preparación a la agresión, bajo el subterfugio de venganza o revancha. 

Si nos atenemos a la definición de Clausewitz de que “la guerra es la continuación de la política por otros medios”, por tanto la guerra es un tipo de acción política, en aquellos casos cuando se hayan limitado las posibilidades de desarrollar el conflicto en términos bélicos, es probable que se exacerben acciones de carácter político que conduzcan a los mismos resultados.

El pensamiento revanchista asume un discurso patriótico nacionalista que se nutre de la suposición de que una situación creada por la finalización de una guerra en que no se han conseguido los objetivos propuestos, han conducido a una imposición injusta de medidas tomadas con el objetivo de que tal posibilidad no vuelva a surgir. Existen elementos de carácter geopolítico, económico y racial que impulsan este sentimiento, el cual se manifiesta como una posición inquebrantable en defensa de la búsqueda de crear condiciones para lograr en una nueva oportunidad los resultados no obtenidos. 

El revanchismo está vinculado a discursos racistas de superioridad que pretenden mostrar como injustas las condiciones impuestas a un país derrotado. Generalmente, se produce una identificación de la nación con el Estado que asume la responsabilidad de reivindicar la superación de las frustraciones del pasado. Muchas de estas demandas deben ser cumplidas fuera del territorio del país que asume la revancha, lo cual la transforma en un peligroso problema de política internacional que se debe observar para evitar su desarrollo y propagación.

El fin de la guerra fría creó el “caldo de cultivo” para el resurgimiento de ideas revanchistas, particularmente en Alemania y Japón, dos de las potencias que desataron la última guerra mundial, produjeron horrendos crímenes de lesa humanidad, para finalmente ser derrotados por la alianza creada por las potencias occidentales y la Unión Soviética. 

Sin embargo, el contexto internacional de la guerra fría y el mundo bipolar, hizo que Occidente “perdonara” a estos países, estimulando y financiando su reconstrucción a fin de evitar que los mismos cayeran bajo influencia soviética. La reconstrucción de la posguerra, a través del Plan Marshall, -ejecutado por Estados Unidos- y de grandes inversiones extranjeras, permitió que Alemania, -cuya población se caracteriza por una alta disciplina laboral y grandes niveles de eficiencia- se transformara en una potencia económica y tecnológica, que superó a sus vecinos europeos, lo que la convirtió en lo que hoy se denomina la “locomotora de la economía” del viejo continente. Lamentablemente los intereses capitalistas occidentales, no pusieron controles suficientes para evitar que la clase política dirigente, permeada de ideas reaccionarias, expansionistas y agresivas, retomara el manejo del Estado. Sencillamente, no se hizo, porque no convenía a los intereses estadounidenses en la guerra fría. 

En este sentido, aunque los aliados occidentales llevaron adelante planes para impedir que ni Alemania ni Japón volvieran a ser una amenaza, los objetivos de posguerra encaminados a evitar lo que llamaron la “expansión soviética” pudieron más. Así, el Plan Marshall en lo económico y la creación de la OTAN en lo militar tuvieron su basamento en la naciente confrontación este-oeste que asumió a Alemania como su eje principal. De hecho, la entrada de la República Federal Alemana (RFA) a la OTAN en 1955, dio el impulso definitivo a la creación del Pacto de Varsovia, la alianza militar dirigida por la Unión Soviética para contrarrestar el poderío bélico occidental estructurado en la OTAN.

Esto fue aprovechado por la RFA que en la década de los años 50 del siglo pasado, comenzó su fortalecimiento militar dentro de la estructura de la alianza bélica occidental. Una manifestación evidente de ello, vino dada porque si bien es cierto que las sanciones de guerra impedían el rearme alemán, lo que hizo que su gasto militar fuera nulo hasta 1954, a partir del año siguiente fue aumentando hasta llegar en 1970 a 6.1 mil millones de dólares, superado solo por Estados Unidos, la Unión Soviética y China, pero, por encima de Francia con 5,9 mil millones y Gran Bretaña con 5,8 mil millones en el mismo año. Las preocupaciones de estos dos países que llevaron el peso fundamental de la guerra en Europa Occidental habían sido superadas por el pragmatismo estadounidense que estimulaba el rearme alemán en contra de la “amenaza soviética”. 

En el caso de Japón, después del lanzamiento de las bombas atómicas en Hiroshima y Nagasaki en agosto de 1945, las tropas estadounidenses ocuparon el país, lo que lo obligó a abandonar la institucionalidad Meiji, es decir tuvo que renunciar a la divinidad del emperador y trasladar el gobierno al parlamento, que a su vez asumió la responsabilidad de elegir al primer ministro. En 1950, esta situación cambió, paradójicamente por causa de los altos gastos de defensa de Estados Unidos en la guerra de Corea, los cuales estimularon a las empresas niponas dedicadas a la exportación. Ese fue el pivote para lo que se dio en llamar el “milagro japonés”. Otro tanto ocurrió con el desarrollo de la guerra en Vietnam, de la cual las empresas japonesas obtuvieran pingües ganancias satisfaciendo las necesidades bélicas estadounidenses. 

El dominio estadounidense del mercado mundial en el período de la posguerra y el poderío económico que supuso ser la única potencia que no sufrió la devastación bélica en su territorio, le permitió modelar el mundo del futuro a partir de sus intereses. En este sentido, abandonó rápidamente la idea de ruralizar Alemania y desarmar los grandes grupos económicos japoneses como fue su intención primaria. Una Alemania sin potencial industrial y un Japón debilitado eran una tentación para la penetración de las ideas socialistas en territorios de influencia directa de la Unión Soviética. Sin embargo, esta visión no sólo tenía alcance político. Desde el punto de vista económico, era contraproducente sacar del juego a dos de los principales consumidores mundiales de productos estadounidenses. Estimular su economía y su recuperación era estimular su consumo. El Plan Marshall sirvió a ese objetivo, transformar a Alemania y Japón en las principales espadas de la expansión estadounidense en Europa y Asia.

La oportunidad no fue desperdiciada. Salvo la emergencia de China como primera potencia asiática, no ha habido diques de contención para la expansión japonesa. En Europa, Alemania actúa a sus anchas violentando incluso elementales principios del comportamiento internacional y de la práctica democrática. La vergonzosa humillación infligida a Grecia con argumentos respecto de la deuda que Alemania nunca cumplió con la suya, y los discursos imperiales de sus autoridades, dan cuenta de que Alemania está de vuelta, ocupando nuevos territorios, utilizando los instrumentos de la política y la economía para obtener lo que no pudo a través de su desarrollo bélico. Solo unas semanas después de las imposiciones financieras a Grecia, una empresa alemana se apoderó de los 14 aeropuertos más importantes del país heleno, como expresión clara del botín de guerra obtenido en ese país, sin necesidad de utilizar por ahora, su fuerza militar. Es el modelo oligárquico del que habla el ex presidente Carter como contraposición al modelo democrático.

Por su parte, Japón, cuyas acciones significaron bárbaras violaciones a los derechos humanos, que en algunos casos superaron a la de los propios nazis durante la segunda guerra mundial, no acepta ni siquiera reconocer que ello ocurrió, mucho menos pedir disculpas a las naciones agredidas. El pasado 14 de agosto al conmemorarse 70 años de la rendición japonesa en la guerra, el primer ministro Shinzo Abe rechazó disculparse por las atrocidades cometidas por sus fuerzas militares durante la ocupación de extensos territorios de los países asiáticos. No sólo eso, el máximo líder político nipón expresó que su país no debe permitir que sus futuras generaciones "estén predestinadas a disculparse", lo cual es clara expresión de su espíritu militarista y revanchista.

Hoy, ambos países pretenden entrar al Consejo de Seguridad de la ONU como miembros permanentes, lo cual entrañaría un verdadero peligro para la humanidad. En los años precedentes, han comenzando un intenso lobby para lograrlo. Las fuerzas progresistas y amantes de la paz deben estar alerta e impedirlo. América Latina y el Caribe declarada zona de paz en la II Cumbre de la Celac, realizada en La Habana en enero de 2014 y territorio libre de armas nucleares de acuerdo al Tratado de Tlatelolco suscrito en México en abril de 1969 se debería oponer férreamente a esta posibilidad. Brasil, que aspira entrar a esa instancia, debería desprenderse de una candidatura conjunta y hacer esfuerzos apoyado en su liderazgo indiscutido en la región.

sábado, 15 de agosto de 2015

El canal de Nicaragua, una ruta para la paz y el encuentro


Desde el istmo de Tehuantepec en México hasta el río Atrato en Colombia, -que es la frontera oriental natural de la América Central- hay una distancia de 2610 Km. en línea recta. Tal región posee una gran cantidad de lugares - que varía de 7 hasta 19 según los diferentes especialistas que han estudiado la materia- susceptibles de construcción de un canal que comunique los océanos Atlántico y Pacífico. Aunque el lugar más angosto es el estrecho del Darién con 64 km. de longitud, otras variables han sido consideradas por los innumerables estudios que se han encaminado a través de la historia para la búsqueda de un paso entre las dos mayores superficies acuáticas del planeta.

Esta posibilidad fue visualizada desde hace muchos siglos por exploradores que recorrieron la región. Intereses comerciales, investigativos, geopolíticos o de otro tipo han estado presentes en las referencias a las eventualidades que implicaron e implican la construcción de dicha senda transoceánica. Ya en 1552, el sacerdote Francisco López de Gómara hizo referencia a las características ístmicas de la región que posteriormente se dio a conocer en términos geográficos como América Central. El también historiador y cronista de la conquista española en México mencionó en su Historia General de las Indias publicado ese año en Zaragoza, a Panamá, Nicaragua, el Darién y Tehuantepec como los lugares más adecuados para construir un canal.

Sin embargo, tuvieron que transcurrir trescientos años hasta mediados del siglo XIX cuando la posibilidad real de erigir un canal se convirtió en una eventualidad asequible. Se había desarrollado la primera revolución industrial y la segunda estaba en pleno desenvolvimiento. Los avances de la ingeniería, la hidráulica y la invención de máquinas que facilitaban el proyecto, daban certeza de éxito al emprender la obra. También incidía que en 1869 se había inaugurado el canal de Suez que comunicaba el Mediterráneo con los espacios acuáticos de Asia, sin necesidad de circunvalar el extenso continente africano.

En 1811, Alejandro de Humboldt escribió el primer estudio serio que planteaba la ruta de Nicaragua como la que ofrecía menores dificultades para construir un canal. Aunque el sabio alemán nunca había estado en la región, estudió mapas, documentos y libros que le permitieron llegar a dicha conclusión, pero el mismo advirtió que sus aseveraciones no estaban basadas en pruebas de terreno y que emprender una obra de dicha magnitud necesitaba de expertos que investigaran cada una de las probables rutas existentes. Antes, en 1804, el joven Humboldt había visitado Estados Unidos, donde fue recibido por el presidente Thomas Jefferson a quien transmitió su entusiasmo por la posibilidad de construir una vía interoceánica. Algunos autores aseguran que en estas conversaciones está la génesis del interés de los gobernantes estadounidenses en la magna obra. Ello no obedecía a objetivos altruistas ni a pensamientos universales de beneficio compartido. Ya en ese entonces, Estados Unidos tenía puesta su mirada en el sur, ambicionaba las posesiones españolas, observaba con interés económico y comercial el desarrollo de la lucha de independencia que libraban los patriotas anti colonialistas y prestaba especial interés en el control de Cuba y el Mar Caribe. Comenzaba a diseñar con verdadera pasión lo que habría de ser su “patio trasero”. La vía interoceánica se inscribía en esa lógica. 

No sólo desde el norte se manifestaba interés en esta perspectiva. Con visión infinita, en 1815, el Libertador Simón Bolívar en su “Carta de Jamaica” exponía que “Los Estados del istmo de Panamá hasta Guatemala formarán quizá una asociación. Esta magnífica posición entre los dos grandes mares podrá ser con el tiempo el emporio del universo. Sus canales acortarán las distancias del mundo; estrecharán los lazos comerciales de Europa, América y Asia; traerán a tan feliz región los tributos de las cuatro partes del globo…” 

Vale destacar algunos elementos en la idea de Bolívar. En primer lugar el hecho de que a pesar que Panamá formaba parte de Colombia como quedaría de manifiesto a posteriori en Angostura al crearse la República, el Libertador vislumbraba una asociación centroamericana de la cual formaría parte Panamá. Por otro lado, vale destacar que ya en ese momento, Bolívar hablaba de los “canales” en plural, ello es expresión concreta de que apreciaba que habrían de ser varios de ellos. También, es resaltable su idea de que los mismos sirvieran como un bien a toda la humanidad, lo manifiesta en su mirada global de los beneficios como “emporio del universo”, muy distinta de la que después prevaleció cuando Estados Unidos se apropió de un pedazo del territorio panameño por casi un siglo, a fin de cimentar objetivos unilaterales.

Más de una centuria después, el 20 de marzo de 1929, el General de Hombres Libres,
Augusto C. Sandino expuso en carta al presidente argentino Hipólito Irigoyen su “Plan para la realización del supremo sueño de Bolívar” como proyecto que su Ejército Defensor de la Soberanía Nacional de Nicaragua presentaría a los representantes de los gobiernos de los veintiún Estados Latinoamericanos. En dicho documento, el General Sandino exterioriza su perspectiva de unión latinoamericana y establece la necesidad de construir un canal en Nicaragua a fin de que el mismo “… implique una utilidad común para los veintiún Estados Latinoamericanos…”. Sandino alertaba que se "cometió el primer error en nuestra América Indo Latina al no haberla consultado para la apertura del Canal de Panamá: pero todavía podemos evitar un error más con el Canal de Nicaragua". He ahí, -entre muchos otros- el objetivo de su propuesta.

Todavía tuvo que transcurrir casi otro siglo, cuando un gobierno de Nicaragua, precisamente continuador de las ideas de Sandino, retomara la idea de construir un nuevo canal que complemente en tierras centroamericanas lo que se hace en Panamá desde 1914. A diferencia de éste, para cuya construcción mediara la secesión de un territorio bajo soberanía colombiana, la intervención militar directa de Estados Unidos y una serie de prácticas políticas y diplomáticas poco transparentes y mafiosas, el canal de Nicaragua se comienza a construir después que el FSLN, en 1979, derrumbara la oprobiosa dictadura somocista sostenida por Estados Unidos y estableciera un régimen democrático que ha perdurado por 36 años, a pesar que fue sometido a una brutal guerra de agresión organizada, armada y financiada por la propia potencia del norte. Sin embargo, la sabiduría del pueblo nicaragüense ha sabido preservar su democracia, la protegió de la guerra y la rescató de las prácticas neoliberales, para retomar un camino de paz y progreso que generó las condiciones para iniciar las obras del magno proyecto.

Este canal no hubiera sido posible en dictadura, tampoco en las condiciones que imponían los gobiernos neoliberales y ahora, cuando el sueño es una realidad, su construcción enfrenta nuevos retos, pero, al parecer los mismos enemigos, aunque hayan cambiado de ropaje.

El artículo 2 de la Ley 800 creada para regular el régimen jurídico del “Gran canal interoceánico de Nicaragua” establece que este “constituye un patrimonio de la nación nicaragüense y por su naturaleza tendrá las características de total neutralidad y de servicio público internacional, cuyo funcionamiento no podrá interrumpirse por causa alguna”. Así mismo, el artículo 29 del instrumento legal declara explícitamente que “El Gran Canal de Nicaragua y los terrenos aledaños necesarios para su operación, se declararán propiedad del Estado de Nicaragua”. Los predicamentos de Sandino no cayeron en ”saco roto” cuando se pensó en reglar la construcción y funcionamiento del canal.

En ese sentido, El Presidente de Nicaragua, Daniel Ortega, envió un mensaje a todas las comunidades que habitan en las zonas cercanas a la ruta del Canal Interoceánico, asegurando que nadie será atropellado, ni afectado, como quieren hacer creer opiniones tendenciosas de grupos interesados detrás de los cuales está el gobierno de Estados Unidos, -según el analista ruso Nil Nikándrov en la revista online Fundación de Cultura Estratégica-. Por el contrario, el Comandante Ortega expuso, que estas comunidades serán beneficiadas por la obra.

El tema ambiental también ha sido usado como arma de ataque que pretende confundir a los habitantes de las áreas cercanas a la ruta del canal, pero la empresa británica Environmental Resources Management (ERM), una de las más prestigiadas en este ámbito en el mundo, que fue contratada por la concesionaria china HKND para elaborar el estudio de impacto ambiental y social de la obra, entregó dicho estudio el 29 de mayo pasado. A partir de ello, el Ejecutivo y la Comisión del Gran Canal atendieron las recomendaciones de mitigación ambiental, las que incluso conllevaron a un rediseño del proyecto inicial. 

Respecto de quienes pretenden establecer una confrontación de intereses entre Panamá y Nicaragua, el presidente Ortega fue preciso, al afirmar que “el Gran Canal Interoceánico de Nicaragua será una realidad y una obra complementaria al Canal de Panamá, porque el incremento en el mercado internacional de mercancías lo demanda”.

Panamá abrió el camino para que América Central se transforme en “emporio del mundo” como lo soñó Bolívar. El General Torrijos lo recuperó para su pueblo. Hoy, Nicaragua quiere seguir el camino. Como siempre, mentes pequeñas e intereses extraños intentarán evitarlo. Ese canal que en justo reconocimiento se debería llamar “Gran Canal Interoceánico Augusto C. Sandino” será un aporte en la ruta de la paz y el encuentro de los pueblos de todo el mundo.

domingo, 9 de agosto de 2015

Bruno Rodríguez Parrilla, el ingeniero principal de una obra colectiva


El pasado 20 de julio fuimos testigos de un evento histórico que muchas personas de mi generación jamás pensamos sería posible observar en vida: el restablecimiento pleno de las relaciones entre Cuba y Estados Unidos signado por la ceremonia de apertura de la Embajada de Cuba en Washington. Al frente de la delegación cubana en dicho acto, estuvo Bruno Rodríguez Parrilla, ministro de relaciones exteriores del país antillano. La presencia de Bruno (permítanme la licencia) trajo a mi, añejos recuerdos de mi primer encuentro, en 1991, con el entonces joven dirigente de la Unión de Jóvenes Comunistas de Cuba (UJC). 

Vale decir que una de las excepcionales particularidades de Cuba es la imbricación de un sólido liderazgo histórico encarnado por Fidel y Raúl Castro con múltiples mecanismos de dirección colectiva que funcionan en el gobierno, el partido y el Estado. En fecha tan temprana como septiembre de 1986, previo a la Cumbre del Movimiento de Países No Alineados en Harare, Zimbabue, cuando Fidel Castro acababa de cumplir 60 años, se comenzó a preparar el relevo de la generación histórica que participó en el Asalto del Cuartel Moncada en 1953, la lucha en la Sierra Maestra entre 1956 y 1958 y que ha dirigido los destinos de Cuba desde el 1° de enero de 1959. Opuesto a lo que suele pensarse, ese no ha sido un proceso espontáneo ni dejado a los vaivenes de la situación política coyuntural.

Por el contrario, la continuidad en la conducción política del país, siempre ha estado presente en el devenir de la vida de Cuba en los últimos 55 años. De ahí la preocupación constante de los dirigentes por crear mecanismos permanentes de formación de cuadros en todos los niveles de la administración y el partido. Hoy, la aplastante mayoría de ministros, diputados, dirigentes del partido y los gobiernos locales y generales de las fuerzas armadas de Cuba nacieron en años posteriores a la revolución de 1959. Sin embargo, siempre ha estado en el tapete, la posibilidad de que el ascendiente moral y el liderazgo indiscutido de Fidel y de Raúl no pudieran ser sustituidos en el tiempo.

Con esa inquietud, en 1991 me propuse indagar acerca del pensamiento y la visión de los jóvenes cubanos sobre el tema. Entre diciembre de ese año y enero de 1992 realicé en La Habana una serie de entrevistas a mujeres y hombres cubanos que bordeaban los 30 años. Trece de estas entrevistas dieron origen en 1993 al libro ¿y cuándo Fidel no esté?, con portada del artista plástico Aníbal Ortizpozo y publicado por el Vice rectorado Administrativo de la UCV que conducía el profesor Elías Eljuri en coedición con la revista Ko´eyú Latinoamericana que dirigía el entrañable amigo Joel Cazal. En la presentación del libro se expone que el mismo cubre” un espectro de la juventud cubana suficientemente representativo a pesar que el imperativo del regreso nos obligó a postergar otras conversaciones que también tentaban nuestro interés”. 

Precisamente, la obra cierra con una entrevista a Bruno Rodríguez quien en ese momento, a sus 33 años, era miembro del Buro Nacional de la Unión de Jóvenes Comunistas, y director de su órgano oficial, el periódico Juventud Rebelde. El hoy canciller es abogado, nació en México, durante el exilio de sus padres. En el IV Congreso del Partido Comunista de Cuba realizado en octubre de ese año 1991, fue elegido miembro de su Comité Central. Bruno, me recibió puntualmente el 17 de enero de 1992 a las 4 de la tarde en su oficina del “complejo poligráfico” cercano a la Plaza de la Revolución.


Después de una larga conversación sobre el tema en cuestión, mi indagatoria cerró con la siguiente pregunta: “¿Consideras que tu generación está capacitada para asumir responsabilidades superiores? Y entre otras cosas algo que en Cuba es una realidad: ¿podrán suplir el ascendiente moral, la capacidad y la experiencia de la generación que derrocó a Batista, en particular el presidente Fidel Castro? ¿ crees que les den esa posibilidad de sustituirlos?

Al ver a Bruno Rodríguez, el pasado 20 de julio en Washington como ingeniero principal de una obra colectiva como todas las que se hacen en Cuba, recordé aquella “fría” tarde habanera de 1991, cuando con plena seguridad, el hoy canciller me respondió con unas palabras que quisiera traer a colación como remembranza del largo tránsito del pueblo cubano por su independencia y su resistencia contra la barbarie imperial.

Dijo Bruno “En lo personal me siento cumpliendo funciones y asumiendo tareas muy responsables. Me es difícil decir si estoy preparado para desarrollar nuevas responsabilidades en el entendido de responsabilidades superiores. Francamente no me siento desbordado, pero si ante una responsabilidad que considero muy grande, está relacionada con un trabajo en la Juventud y con la dirección de un periódico en las condiciones actuales del país. Es difícil imaginarme una tarea que me sea más complicada. Me siento privilegiado de tener una responsabilidad, la cual todos los días se me presenta difícil, me exige soluciones y me deja poco tiempo.

En lo personal, estoy preparado para hacer varias cosas distintas. He tenido una vida muy dispersa. Fui bastante tiempo dirigente estudiantil, soy abogado, trabajé en los medios académicos, fui profesor universitario, trabajé en los sectores artísticos y literarios ya en la Juventud, estuve en las Fuerzas Armadas un tiempo, estuve en el trabajo internacional de la Juventud y en el servicio exterior y ahora soy director de un periódico, es decir, he hecho cosas bastante diferentes”.

Agregaba más adelante “Hay gente con una visión extraña de la juventud, a veces peyorativa, son los que hablan mucho de la madurez, como si fuera cronológica, y uno no conociera gente muy madura y muy joven y gente muy inmadura y poco joven, como los conozco yo también.

En fin, en esto hay que avanzar, pero, creo que ésta, es una generación que dispone de un espacio amplísimo, dispone de todo el espacio que se ha ganado, lo cual es decir mucho, y también es decir que los espacios de que no se dis­­pone hoy, son espacios a ganarse.

La Revolución es mucho más que Fidel. Sin lugar a dudas que su peso y su participación son extraordinarios, sobre todo en la conducción de este momento súper crítico, no sólo de la Revolución, sino de la historia nacional, pero estoy convencido que no se trata de salir a buscar otro Fidel, entre otras cosas porque no se puede. Tuvimos un Martí, y no tenemos otro, tenemos ahora a Fidel, y soy un convencido, no vamos a tener otro, porque eso es irrepetible, pero hay una generación, (política más que biológicamente hablando) de la que han surgido una cantidad importante de compañeros cuya madurez es capaz de suplir el vacío que deje la dirección histórica de la revolución. Si eso saliera mal, querrá decir que nos equivocamos rotundamente y lo que hicimos tuvo poco valor, pero es necesario decir que una de las extraordinarias virtudes de Fidel, es precisamente ser portador de ese concepto, el haber inculcado eso, el abrir esos canales de participación, y estoy seguro que sin Fidel, todo el mundo, quien esté y quien no esté en la dirección, sentirá una responsabilidad mayor que la que siente hoy.

El relevo de la Revolución está asegurado por la Revolución misma. Es parte de la obra de la Revolución. Ella existe hoy y seguirá existiendo, porque como hasta hoy, en cada momento ha habido una generación que ha asumido su responsabilidad con la patria, y lo que es más importante, ha gestado y ha hecho crecer el relevo necesario”.

sábado, 1 de agosto de 2015

La “mamada de gallo” de García Margallo. Monarquía, franquismo y derechos humanos en España.


Aunque el respeto a los derechos humanos entraña verdades totales que cubren como un paraguas el comportamiento de los seres humanos independientemente de su civilización, raza, religión, pensamiento político o ideológico y sexo, tal acción como política de Estado dista mucho de un cumplimiento pleno en el planeta. Baste decir que fue apenas hace 70 años, cuando la humanidad pudo darse a través de la “Declaración universal de los derechos humanos” un estatuto que intenta “…el reconocimiento de la dignidad intrínseca y de los derechos iguales e inalienables de todos los miembros de la familia humana” como reza la magna proclama de la Asamblea General de la Organización de Naciones Unidas en su preámbulo.

Lo cierto es que el respeto pleno a los derechos humanos sigue siendo una utopía, un objetivo a lograr, un sueño necesario que conduzca a la realización plena del ser humano en el planeta. La realidad indica que no hay ningún país en que tales derechos -concebidos como lo establece la Declaración- se cumplan a plenitud. Ello es imposible, mientras exista el capitalismo depredador, que entraña la existencia de sociedades de clase en el plano interno de los países y un sistema internacional inequitativo, excluyente y asimétrico en el ámbito internacional, en el que un grupo de potencias imponen por la fuerza lo que según sus intereses, deberían ser comportamientos globales y principios generales.

En esa medida, tal poderío también se ha aplicado a los organismos internacionales que surgieron del fin de la segunda guerra mundial cuando los Estados triunfantes establecieron normas que signan los criterios valorativos respecto a las actuaciones y conductas de los actores del sistema internacional. Los recientes acontecimientos en Grecia, dan cuenta de cómo los sistemas financieros global y europeo tomaron decisiones que incluso violentaron la propia disposición democrática del pueblo griego. Cuando se trata de los intereses de los poderosos, la democracia pasa a un segundo plano.

Esto es mucho más patente en el ámbito de los derechos humanos. La magnitud de su cumplimiento está dada por la apreciación que de ello hagan las potencias globales. Las organizaciones del sistema de derechos humanos se han politizado y en esa medida, establecen dictámenes a partir de los beneficios de los poderosos. Incluso, han logrado mercantilizar la protección de los Derechos, creando Organizaciones No Gubernamentales (ONG) de muy dudosa procedencia y mucho más dudosas fuentes de financiamiento. Por esa vía, dictaminan conclusiones en algunos ámbitos donde resulta “desaconsejable” la actuación de los Estados. En América Latina conocemos de sobra esta situación. Estados Unidos durante décadas, promovió, aupó, financió y protegió a dictaduras que surgieron de golpes de Estado que derrocaron gobiernos legítimamente electos. Hoy, de manera un poco más encubierta lo sigue haciendo como muestran los recientes hechos en Haití, Honduras y Paraguay. Así mismo, algunos otros gobiernos de países donde evidentemente los derechos humanos tienen muy poco valor, como por ejemplo las monarquías sunitas del Medio Oriente devenidas en regímenes terroristas que promueven la guerra, la desestabilización y la muerte en la región, y que también prohíben sindicatos, partidos políticos y parlamentos, no son tocadas ni con el “pétalo de una rosa” por Estados Unidos y sus adláteres occidentales.

Toda esta larga introducción viene a mi mente por el asombro que me produjo leer las declaraciones del Canciller español José Manuel García Margallo cuando afirmó que “mientras internacionalmente se reconoce el respeto en España a los derechos humanos, se constata que a Venezuela le queda un largo camino en esta materia”. Seguramente a Venezuela como a todos los países del mundo les queda un “largo camino” para el respeto pleno de los derechos humanos, pero mi sorpresa vino dada por la otra aseveración del ministro de relaciones españoles de la monarquía borbónica. Supuse que estaba hablando de otro país, uno que tal vez había tenido un avance mayor en esta materia, pero también conjeturé acerca de mi desconocimiento de la situación del país ibérico y me dispuse a revisar la prensa del reino a fin de salir de dudas.

Antes, habría que decir que el propio sistema político monárquico existente en España es en sí, una violación de los derechos humanos, toda vez que transgrede el Artículo 21 de la Declaración Universal que en su ordinal 3 expone que “La voluntad del pueblo es la base de la autoridad del poder público; esta voluntad se expresará mediante elecciones auténticas que habrán de celebrarse periódicamente, por sufragio universal e igual y por voto secreto u otro procedimiento equivalente que garantice la libertad del voto”. Aunque la monarquía fue aceptada por los españoles en referéndum realizado tras la muerte del dictador Francisco Franco, el Jefe de Estado de España nunca se ha ­­­­­­–sometido “periódicamente” a la voluntad popular. Al contrario, cuando los catalanes han manifestado su intención de hacer una consulta en las urnas electorales para desprenderse del dominio monárquico, se les ha respondido con la amenaza, el chantaje y un discurso prepotente y vulgar. 

Pero, volviendo a la revisión de los medios de comunicación, descubrimos que, debido a la reforma de la salud, el Ejecutivo español entiende que las personas de la tercera edad, que no han cotizado antes en España, no tienen derecho a la sanidad pública porque pueden suponer "una carga" para el Estado. Esto conlleva a la desprotección de los ancianos, con el argumento de que la mayoría de aseguradoras no aceptan a las personas mayores entre sus clientes porque no son rentables. El Gobierno quiere expulsarlas porque no contratan una aseguradora privada, algo que resulta imposible dados los bajos ingresos de la mayoría de estas personas. Tal situación violenta el artículo 22 de la Declaración que establece que “Toda persona como miembro de la sociedad tiene derecho a la seguridad social…”. Pero no sólo eso, a pesar que la justicia ha fallado en varias ocasiones a favor de los ancianos, cuando estos son extranjeros, el Gobierno ha iniciado los trámites para extinguir el permiso de residencia de estos ciudadanos. Resulta difícil ser anciano y extranjero en España.


En otro plano, los medios de comunicación informan que se ha comenzado la aplicación de la recientemente aprobada “Ley de Seguridad Ciudadana” o “Ley Mordaza” como la han denominado los ciudadanos españoles, un instrumento propio del franquismo que el gobierno del PP ha revivido, como expresión ajustada a su mentalidad inquisidora en el siglo XXI. Hay que recordar que el pasado 1° de julio entró en vigor esta ley que busca restringir las protestas. Desde el primer momento ha provocado fuertes críticas entre los ciudadanos que consideran que “mata la democracia y los derechos fundamentales” y busca “crear un Estado policial”. Imagino que el señor García Margallo no está informado de esto, cuando dice que “internacionalmente se reconoce el respeto de España a los derechos humanos”.

Lo cierto es que bajo el amparo de esta ley los agentes de la Policía Nacional, comenzaron a multar a mujeres que estaban ejerciendo la prostitución. Una de ellas denunció que si la sanción prospera, tendrá que hacer frente a una cantidad que oscila entre 100 y 600 euros por vulnerar el artículo 37.5 de esta legislación. Rocío Nieto, directora de APRAMP (Asociación para la Prevención, Reinserción y Atención a la Mujer Prostituida) explicó que "Esta multa va a suponer que aumente su deuda con el proxeneta. Para pagarla se va a tener que prostituir más veces, más horas. Por lo tanto, hace más difícil que salga de esta red". En pocas palabras España ha aprobado una ley que apoya y aúpa el proxenetismo, mientras que dificulta el trabajo de las organizaciones que buscan la reinserción de estas mujeres condenadas a la prostitución por las miserias del sistema que las excluye.

Otra víctima de esta ley es un vecino del municipio canario de Güímar. Eduardo Díaz Coello de 27 años, expresó en el perfil de Facebook de la alcaldesa del PP Carmen Luisa Castro su descontento con el traslado de la Policía Local -a la que tildó de "cracks" o "casta de escaqueados”. Eduardo, que se enfrenta a una sanción de entre 100 y 600 euros, es un agente comercial licenciado en Historia y con un máster en formación del profesorado. Afirmó que "No soy un perroflauta. No estoy a favor de que se insulte a la Policía (...), pero creo que, como ciudadano que paga impuestos, puedo opinar sobre una acción de Gobierno", sostuvo además que "A día de hoy, hasta que no falle la Subdelegación del Gobierno, no sé cuál ha sido la ilegalidad cometida. Lo mío ha sido una crítica sin más, no un insulto. Da la impresión de que han querido tapar la voz de la ciudadanía crítica", lo cual es violatorio del artículo 19 de la Declaración Universal de Derechos Humanos.

El mismo día que García Margallo emitía sus afirmaciones a los medios de comunicación se informó que “La Asociación para la Recuperación de la Memoria Histórica (ARMH) ha presentado ante la Fiscalía General del Estado un informe que recoge la existencia de monumentos que ensalzan "la violencia de la dictadura" y declaraciones de políticos que, a su juicio, atentan contra víctimas del franquismo” Según da a conocer diario.es “En el informe entregado en el registro de la Fiscalía se denuncia también ´el mantenimiento de títulos nobiliarios concedidos por Franco a responsables de violaciones de derechos`, según ha explicado el portavoz de la ARMH, Bonifacio Sánchez”.

De la misma manera, la Sala Civil y Penal del Tribunal Superior de Justicia de la Comunidad Valenciana (TSJCV) está estudiando la posibilidad legal de imputar a la ex alcaldesa de Valencia, Rita Barberá dirigente del PP, por incumplir la Ley de Memoria Histórica tras haber mantenido símbolos franquistas en edificios públicos, como escudos anticonstitucionales. La denuncia también preveía actuar contra el ya ex alcalde de Xàtiva, Alfonso Rus, ex militante del PP, de donde fue expulsado por hechos de corrupción. Rus mantuvo los honores al dictador Franco como "alcalde perpetuo, hijo adoptivo e hijo predilecto de la ciudad".

En Colombia y Venezuela se usa la expresión “mamar gallo” como sinónimo de alguien que está haciendo una broma. Después de escuchar al canciller español y leer la prensa de ese país, no me queda más que afirmar que el señor García Margallo, en realidad estaba “mamando gallo”.