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miércoles, 18 de junio de 2014

Irak, apagando el incendio con gasolina


En un discurso pronunciado en Bruselas el pasado 26 de marzo, el presidente de Estados Unidos Barack Obama aseguró que “Nosotros no pretendemos anexar el territorio de Irak. No les arrebatamos sus recursos para nuestro propio beneficio. En vez de esto, terminamos nuestra guerra y dejamos Irak a su pueblo, en un Estado iraquí plenamente soberano que puede tomar decisiones sobre su propio futuro”

Menos de dos meses después, el lunes 16 de junio, el mismo Obama, en cumplimiento de la Resolución de Poderes de Guerra expuso en una carta dirigida al presidente de la Cámara de Representantes John Boehner y al presidente del Senado Patrick Leahy que “ A partir del 15 de junio de 2014, aproximadamente 275 miembros de las Fuerzas Armadas de Estados Unidos se estarán desplegando en Irak, para proporcionar apoyo y seguridad al personal de Estados Unidos en Bagdad” y agregó que “Esta fuerza se está implementando con el fin de proteger a los ciudadanos y los bienes de Estados Unidos, si es necesario, y está equipada para el combate. Esta fuerza permanecerá en Irak hasta que la situación de seguridad sea tal que ya no sea necesaria”

Paralelamente el gobierno de Estados Unidos ha decidido el despliegue del portaviones George Bush junto a un destructor y un crucero porta misiles en el Golfo Pérsico. Según el vocero del Pentágono, contralmirante John Kirby, el envío de los tres buques de guerra a los mares cercanos de Irak “dará una flexibilidad adicional al Presidente Barack Obama para que considere la necesidad de una intervención militar” en el país árabe.

En octubre de 2011, el propio presidente de Estados Unidos al informar el retiro de las tropas de su país de Irak anunció que la guerra de 9 años había terminado, porque “Una vez muerto Bin Laden, nos concentraremos en repatriar a nuestras tropas”. El primer mandatario estadounidense aseguró que los militares estadounidenses saldrán de Irak “con la cabeza bien en alto, orgullosas de su éxito”. 

Vistas las palabras, surgen algunas dudas y no pocas interrogantes, ¿terminó realmente la guerra de Estados Unidos en Irak? ¿Es el Estado iraquí plenamente soberano?, ¿puede tomar decisiones sobre su propio futuro? ¿Salió Estados Unidos de Irak con la cabeza bien en alto? ¿Tuvo realmente un éxito en Irak? 

Siguiendo la tradición de los presidentes estadounidenses, Obama ha erigido una nueva mentira, que sólo tiene cabida por el aletargamiento colectivo y los altos niveles de desinformación e ignorancia de la opinión pública de su país. La veracidad de lo que encubre esta nueva falacia, no vino formulada por ningún “marxista trasnochado” ni por “oscuros terroristas tramando conspiraciones” contra la sacrosanta democracia, sino del propio vocero de las fuerzas armadas estadounidenses que ha exteriorizado sin pudor alguno que se están creando las condiciones para que el presidente del país más poderosos del planeta “…considere la necesidad de una intervención militar”.

Disfrazar la misma, ya no es posible. El año pasado ha sido el más mortífero desde 2008. En el Irak “plenamente soberano que puede tomar sus propias decisiones” según Obama, el gobierno no ha podido consolidarse. Desde abril del año pasado, los conflictos entre las sectas se han incrementado. Todos los días hay atentados terroristas. El “oasis de paz” que dejó Estados Unidos muestra –al igual que en Libia- un país carente de Estado. Como lo señaló Serguei Lavrov, ministro de relaciones exteriores de Rusia, la situación actual de Irak ilustra “el fracaso completo de la aventura que comenzó principalmente Estados Unidos y el Reino Unido, y que finalmente ha terminado fuera de control".

Lo cierto es que la situación creada en Irak tiene su origen en la intervención militar de Estados Unidos y sus aliados en 2003 y si ahora se muestran preocupados es porque las acciones de los grupos terroristas que amenazan con apoderarse del país ponen en cuestionamiento los inmensos intereses de las grandes transnacionales occidentales de energía que tomaron el control tras el derrocamiento de Saddam Hussein.

No hay que olvidar que las supuestas armas químicas que poseía el gobierno de Hussein que sirvieron como pretexto para la invasión, nunca fueron encontradas. En esa medida, quedó claro que la verdadera causa de la intervención fue el propósito estadounidense de controlar las enormes reservas petroleras del país. Después de la ocupación de Afganistán, el ataque a Irak, perseguía como objetivo ulterior detener los avances de Irán en su proceso de transformación en potencia regional. Así, se pensaba colonizar esta estratégica zona del planeta rica en petróleo, gas, agua y minerales. 

Por otra parte, es imposible abstraer la situación actual de Irak con lo que está ocurriendo en Siria. No en vano, la organización terrorista actuante se denomina Estado Islámico de Irak y el Levante (EEIL) y opera tanto en Irak como en Siria. 

Este grupo sunita aliado de Al Qaeda ha recibido un importante apoyo logístico y financiero de Occidente, Arabia Saudita y Catar. Precisamente, el pasado 14 de junio, 4 días después del inicio de las acciones del EEIL en Irak que lo llevaron a ocupar Mosul (la segunda ciudad en importancia del país) y, a dominar casi en su totalidad la provincia de mayoría sunita de Nínive, Mohammad Abbud, uno de los nueve altos oficiales que renunció a seguir formando parte del Ejército Libre Sirio, la principal fuerza que desarrolla la guerra para derrocar al presidente Bashar El Assad, denunció que su decisión está basada en la “…mala gestión de la ayuda militar concedida por los países que financian a los grupos opositores.

En sus declaraciones, Abbud afirmó, que la decisión de él y sus compañeros se debe a que el Consejo Militar Supremo ya no tiene ninguna función pues “los países donantes nos han evitado por completo” y han resuelto enviar las armas de guerra a los mercenarios asegurando que las mismas han sido hechas llegar a “grupos específicos”.

Con sus acciones iniciales, el EEIL provocó el desplazamiento de alrededor de 500 mil ciudadanos, así mismo reivindicó el asesinato de 1700 soldados gubernamentales mediante ejecuciones masivas que han divulgado a través de redes sociales, todo lo cual está redundando en un gran desastre humanitario que ya se comienza a configurar. No ocultan su intención de ocupar Bagdad, para lo cual incrementaron el avance de sus tropas que ya se encuentran a solo 50 Km. de la capital, lo cual ha disparado todas las alertas y la solicitud de apoyo militar a Estados Unidos por parte del Presidente iraquí Nuri Al Maliki.

Esta situación amenaza con desestabilizar toda la región toda vez que un gobierno fundamentalista en Irak pondría en riesgo los débiles equilibrios políticos de la zona. De hecho, las acciones del EEIL ya han provocado que los kurdos del norte de Irak, enfrentados a los sunitas hayan aprovechado la situación de debilidad creada en el país para tomar la importante ciudad petrolera de Kirkuk. Un incremento del potencial militar kurdo crearía condiciones para un gran alzamiento de esa nación que vive desperdigada sin Estado entre Siria, Irak, Irán y Turquía. Para este último país en particular y para la OTAN y la Unión Europea, significaría un conflicto de dimensiones colosales. 

El virtual desmembramiento de Irak tornaría la situación de la región -ya de por si explosiva- en un trance que amenazaría la paz mundial y obligaría a las potencia a tomar decisiones simultáneamente de corto y de largo plazo a fin de evitar la expansión del conflicto. De ahí la inquietud del Canciller Lavrov quien manifestara preocupación y expresara con vehemencia que Rusia se solidariza con el gobierno y el pueblo iraquí que debe “… restablecer la paz y la seguridad en su país”, pero alerta en torno a que “las acciones de nuestros socios occidentales causan muchas preguntas".

jueves, 12 de junio de 2014

La otra cara del desembarco de Normandía


Entre agosto de 1942 y febrero de 1943 se desarrolló el enfrentamiento bélico de mayor dimensión en la historia de la humanidad. La batalla de Stalingrado produjo un poco más de 2 millones de bajas entre soldados de ambos ejércitos y civiles soviéticos.

La victoria soviética significó un punto de inflexión en la intención nazi de derrotar a ese país y el inicio de una contra ofensiva de las Fuerzas Armadas al mando del mariscal Zhukov, que no se detuvo hasta la victoria definitiva en Berlín en mayo de 1945. En esa medida, Stalingrado, encarnó un cambio en la correlación estratégica de fuerzas de la segunda guerra mundial y la convicción de Occidente que el poder soviético no iba a caer por la fuerza avasalladora del ejército nazi, aspiración suprema de las fuerzas aliadas que durante los dos años anteriores miraban con ambición no oculta que ese hecho ocurriera.

Intentando contener a las tropas soviéticas, en julio de 1943 Hitler ordenó el ataque de sus principales fuerzas, lo que dio origen a la Batalla de Kursk, (en territorio ucraniano), considerada la de mayor dimensión en cuanto a la participación de blindados (8.000) y de aviones (5.000) entre ambos contendientes. Los soviéticos pasaron a la ofensiva y entre julio y agosto lograron derrotar a la mayor agrupación de fuerzas alemanas sobrevivientes de Stalingrado convenientemente reforzadas por Hitler. La derrota en Kursk fue el último intento nazi de pasar a la ofensiva en el frente oriental. 


De inmediato, el mando soviético ordenó dar continuidad a la contra ofensiva para aprovechar el alto grado de desmoralización que produjeron las derrotas del ejército nazi en Stalingrado y Kursk, por lo que entre agosto y octubre de 1943 se desencadenó la Batalla de Smolensk que ocasionó alrededor de 250 mil bajas alemanas y de sus aliados y 400 mil entre soldados y civiles soviéticos. Esta contienda permitió la entrada de las tropas en Bielorrusia iniciando los combates por la liberación de esa república.

Simultáneamente, en agosto de ese año, dio inicio la Batalla del Dniéper. Al finalizar la misma en diciembre, las fuerzas nazis tuvieron un millón 700 mil bajas y las soviéticas un millón 250 mil. Este enfrentamiento también está considerado uno de los de mayor dimensión en la historia, con la participación de alrededor de 4 millones de combatientes entre ambos bandos.

Durante los últimos meses de 1943 y primeros del año 1944 el avance de las tropas soviéticas hacia el oeste se mantuvo indetenible. Fueron liberadas Kiev, Crimea, Odessa, Sebastopol y Nóvgorod, creando condiciones para romper el cerco sobre Leningrado que había durado 900 días ininterrumpidamente desde septiembre de 1941 hasta el 27 de enero de 1944 sin que el alto mando nazi hubiera logrado el objetivo de capturar la ciudad.

Así, el Estado Mayor de las Fuerzas Armadas soviéticas preparó para el verano de 1944 la Operación Bagration encaminada a desplazar a los alemanes de Bielorrusia y los países bálticos, liberar totalmente su vasto territorio de toda presencia militar extranjera y entrar a la Europa ocupada a través de Polonia. Esta batalla significó el aniquilamiento total de 17 divisiones del ejército nazi, quedando además 50 de ellas gravemente disminuidas. 

La Operación Bagration basó su éxito en el extraordinario trabajo de la inteligencia soviética que logró detectar los planes alemanes hasta el último detalle, logrando planificar de antemano las operaciones, adelantarse en las mismas y quitarle toda posibilidad de iniciativa al enemigo que se vio sorprendido y sin capacidad de respuesta ante la acometida de las tropas al mando de los mariscales Zhukov, Vasilevsky, Bagramián, y Rokossovsky y el General de Ejército Iván Chernyajovsky, muerto en combate en Polonia en febrero de 1945

De manera tal que esa era la situación en los campos de batalla cuando por fin¡¡¡¡¡, el alto mando aliado decidió abrir el frente occidental ejecutando el Plan Overlord y el desembarco en Normandía como parte de él. A partir de ese momento la mitología occidental se ha encargado de transformar el desembarco en Normandía -a través de Hollywood y su gran aparato ideológico y de propaganda- en la “batalla decisiva” de la segunda guerra mundial, adjudicándole a las fuerzas armadas estadounidenses un papel que no le cabe en la historia. No se trata de minimizar la contribución de los aliados en la contienda, pero la realización tardía e interesada del desembarco persiguió objetivos políticos vinculados a la situación que habría de crearse en la posguerra. 

Lo cierto es que el sostenido avance soviético en el este, despertó inquietud en la alianza atlántica en la carrera por llegar primero a Berlín y, en primera instancia a París, en una Francia que resistía a través de sus partisanos comunistas mientras el General De Gaulle vivía en Londres y refunfuñaba con imprecaciones de toda índole por la demora estadounidense-británica en ejecutar el ansiado desembarco, cuyo retraso amenazaba con poner en entredicho su propia capacidad de liderar el proceso de liberación de Francia. 

Debe decirse que a mediados de junio de ese año, la inteligencia soviética había logrado desinformar a Alemania acerca de sus planes en el frente oriental, por lo cual concentraba grandes cantidades de unidades en el este que jamás pudo desplazar al oeste. Además, sus tropas se encontraban diseminadas en un amplio frente de combate que iba desde el Báltico hasta el Mediterráneo, donde además de las tropas soviéticas combatían heroicamente fuerzas guerrilleras rurales y urbanas en Italia, Yugoslavia, Eslovaquia, Polonia y Grecia.

Sin desmerecer a los miles de soldados aliados y a los civiles franceses caídos durante y después del desembarco en Normandía, quienes arriesgaron su vida a favor de destruir la plaga del nazismo, la cifra de 214 mil bajas aliadas y de 300 mil alemanes entre muertos y heridos, palidece ante las dimensiones antes relatadas de las épicas jornadas de combate que sufrió la Unión Soviética durante 3 años. 

Si se pudiera comparar en términos militares, el desembarco en Normandía con las batallas en Stalingrado, Leningrado, Smolensk, Kursk o el Dniéper habría que decir que la primera fue una simple escaramuza, no tanto por la magnitud de las fuerzas militares y el armamento terrestre, aéreo y naval ocupado en las operaciones, sino sobre todo porque a diferencia de los soviéticos que luchaban por liberar territorio patrio y su pueblo sufría en carne propia los desmanes y la represión indiscriminada del aparato de guerra y represión nazi, Estados Unidos y Gran Bretaña luchaban fuera de su territorio, ocupados en una batalla geopolítica para impedir que el país de los soviets fuera el primero en llegar a Berlín y lograra la gloria de derrotar al Tercer Reich en su propia madriguera. Era parte de la guerra fría y el mundo bipolar. 

Es cierto que 45 años después la Unión Soviética fue derrotada y desapareció, que sus líderes de entonces no tuvieron la misma grandeza de los que lo condujeron en la Gran Guerra Patria y que su desvanecimiento anunció “el fin de la historia”. Pero esa es una cosa, y otra es que se pretenda por vía cinematográfica tergiversar la historia, construir falsos ídolos y esquilmar a los pueblos de la Unión Soviética el sustantivo aporte que hicieron a la libertad no sólo de ellos mismos, sino de toda la humanidad.

“Honrar, honra”, dijo José Martí y se debe reconocer la honra del presidente francés Francois Hollande cuando durante los actos en conmemoración del 70 aniversario del desembarco aliado el pasado 6 de junio, en las playas normandas destacó “el valor del Ejército Rojo y la contribución del pueblo de la entonces Unión Soviética a la derrota del nazismo en la II Guerra Mundial”. Hollande hizo patente su deseo de “…saludar el coraje del Ejército Rojo que, lejos de aquí, frente a 150 divisiones alemanas, fue capaz de hacerlas retroceder”

En el acto que contó con la presencia de 19 jefes de Estado entre los cuales destacaba Barack Obama de Estados Unidos y Vladimir Putin de Rusia, Hollande destacó "…la contribución decisiva de los pueblos de la llamada Unión Soviética" durante esa contienda.

En ese sentido, la agencia Prensa Latina recordaba que “Cuando el mando aliado decidió abrir el Frente Occidental con el desembarco de más de 130 mil efectivos de varios países en Normandía, ya el Ejército Rojo había prácticamente derrotado a las fuerzas alemanas que invadieron a su país agregando que “La confrontación costó a la hoy extinta Unión Soviética un duro precio de más de 20 millones de vidas humanas, así como la destrucción de una gran parte de su territorio”.

miércoles, 4 de junio de 2014

Pensar que ese (…) va a ser rey de España



El pasado domingo asistí a la toma de posesión del nuevo presidente de El Salvador, Salvador Sánchez Cerén. Estaba con Germán Campos. Al finalizar el protocolar acto, esperábamos para retirarnos del recinto, cuando sin querer, quedamos ubicados en el lugar por donde se retiraban los jefes de Estado y de gobierno que estuvieron presentes en el magno evento.

Era imposible abstraerse de la sabiduría del pueblo salvadoreño ya demostrada con sus cánticos y consignas a la llegada de los presidentes, las ovaciones a Rafael Correa y Evo Morales fueron ensordecedoras, al igual que las que le profesó el soberano a los vice presidentes de Cuba Salvador Valdés Mesa, de Argentina Amado Boudou y de Venezuela Jorge Arreaza. Las organizaciones sociales y populares asistentes al acto rompieron todo protocolo y recibieron a Arreaza con exclamaciones de “Chávez, Chávez”. Cuando se escuchó por los parlantes que el presidente de la República Árabe Saharaui Democrática, Mohamed Abdelaziz venía de África a acompañar al pueblo salvadoreño en su fiesta republicana, la multitud estalló en sonoras vivas al mandatario.

En ese marco de enfervorizada alegría popular, la presencia del, en ese momento todavía Príncipe de Asturias pasó casi inadvertida. Germán se preguntaba “¿qué habrá pensado cuando la multitud gritaba “Alerta, alerta, alerta que camina, la espada de Bolívar por América Latina”.

Así, observábamos con Germán la difícil salida de Correa y Evo abrazados con esa marea de pueblo que les reclamaban una foto que registrara la intimidad con el amigo venido desde lejos, cuando de repente, irrumpió el andar anodino de Felipe de Borbón que sin pena ni gloria buscaba el vehículo que lo salvara de su indeseado anonimato. Casi sin pensarlo, de manera totalmente espontánea le comenté a Germán “Pensar que ese (…) va a ser rey de España”. Lejos estaba de suponer que eso iba a ocurrir al día siguiente.

A su llegada de El Salvador (o quizá en pleno vuelo a través del Atlántico) el “principito” como solía decirle en confianza un conocido compositor e intérprete español, se enteró con alivio que no tendría que recurrir a ninguna de las argucias de su padre para llegar a ser jefe de la moribunda y corrupta monarquía española. Iba a tener que usar otras.

Juan Carlos no pudo más. El desastre electoral en las recientes elecciones europeas fue la gota que rebalsó el vaso obligándolo a un acto de sensatez a fin de tratar de salvar los retazos de una institución inviable en el mediano plazo. El avasallador avance de los independentistas en Cataluña y el País Vasco, las dos autonomías que soportan económica y financieramente al Estado español deben haber influido en la desesperada búsqueda del oxígeno necesario para conducir el intento de revivir una monarquía que flota en mares de corrupción y descrédito.

La noticia tiene muchas lecturas. Las páginas de las banales revistas consagradas a la estupidez se llenarán de crónicas y fotos que harán revivir con toda lucidez una institución medieval de países que sin embargo dicen que son ”modernos” mientras sostienen la vagancia de líderes que en el siglo XXI, nadie eligió a pesar que dicen ser democráticos. La última caca real del bisnieto de la reina de Inglaterra o el embarazo de la princesa de Mónaco pasarán a segundo plano para dar paso a la nueva puesta en escena de una farándula mediocre, hipócrita y travestida de la que por suerte nos liberamos hace 200 años.

Sin embargo, en el trasfondo de esta pretendida abdicación, subyace la situación de un país que transita por la peor crisis económica desde la muerte del dictador Francisco Franco y la reinstalación de la monarquía en 1975.

Los índices económicos y sociales denotan la profundidad de la crisis. En cuanto a la tasa de pobreza, España, con un 17% ocupa el último lugar de los países de la UE, al igual que en desigualdad y desempleo, es decir está situada incluso por debajo de Grecia y Portugal. Es el penúltimo país en fracaso escolar, -siempre con cifras del año 2010- 28,4%. En cuanto a salud, aunque el país mantiene un alto índice de esperanza de vida, tiene muy bajos niveles de salud, es decir se viven muchos años pero con una salubridad menor que en la mayor parte de Europa. Con motivo de la crisis, se ha dicho que los que menos la registran son los mayores de 65 años. Esto es cierto, si se compara a la propia sociedad española, pero una vez más cuando se mide respecto a Europa, incluso este grupo social no recibe un trato equiparable. Está entre las de peor índice superando sólo a Grecia, Irlanda y Portugal, lo cual en ningún caso es un atenuante. La tasa de desempleo para abril de 2014 fue de 25,1% y la de jóvenes menores de 25 años de 53,5%.

La transición que permitió el entronizamiento de Juan Carlos como monarca fue ilegal e impuesta por el establishment. Hay que recordar que en las elecciones de junio de 1977 que dieron lugar a unas Cortes con poder constituyente para redactar la Constitución que se aprobó en 1978 se impidió la presencia en los comicios a aquellos partidos que no renunciaran expresamente al pensamiento republicano.

Ese mismo establishment hoy formado por, –además de los militares, las grandes empresas, el clero de ultra derecha y una nobleza caduca que aún conserva su putrefacta estampa medieval- el Partido Popular (PP) y el Partido Obrero Socialista Español (PSOE) los grandes beneficiarios de la transición monárquica. De la mano del rey han logrado establecer una aparente unión indisoluble entre democracia y monarquía entendiendo tal acertijo como el instrumento que ha conseguido los más importantes negocios para las grandes empresas españolas, en particular en América Latina.

Ello explica las razones de la dimisión en este momento. La sucesión debe ser resuelta por una Ley orgánica, tal como lo fija el Título II, Artículo 57, numeral 5 de la Constitución española. El artículo 81 de la misma carta magna en su numeral 2 establece que dicha ley orgánica debe ser aprobada por mayoría absoluta del Congreso. Los resultados de las recientes elecciones hicieron surgir dudas al monarca. No quiso correr riesgos y decidió anunciar su retiro cuando aún el Partido Popular, heredero de la dictadura franquista y el domesticado PSOE se mantienen en control del parlamento. Nadie sabe qué ocurrirá a partir de ahora dado el importante crecimiento de la izquierda y de los sectores republicanos en las recientes elecciones. Juan Carlos sabe que es ahora cuando puede cobrar a Rajoy y Rubalcaba los favores recibidos, sobre todo a este último que también se va el próximo 27 de julio. La controversia viene dada porque el artículo 92 de la Constitución fija que “Las decisiones políticas de especial trascendencia podrán ser sometidas a referéndum consultivo de todos los ciudadanos” 

Una porción importante de la ciudadanía cree que esta es “una decisión política de especial trascendencia…” por lo que han manifestado inmediato repudio a la decisión de dar continuidad a un sistema a todas luces agotado. En esa medida, han salido a las calles a exigir una votación popular que refrende o no la monarquía. En centenares de ayuntamientos ha ondeado la bandera republicana. El mismo día lunes en la noche fueron convocadas manifestaciones de apoyo a la república y repudio a la monarquía en 114 ayuntamientos de 16 comunidades autónomas. 

El interés republicano rebasa las fronteras ideológicas, sectores tanto de izquierda como de derecha se movilizan tras ese objetivo. Por supuesto que el mismo pospone, pero no supera las diferencias que visiones políticas diversas plantean para el futuro las comunidades que hoy conforman el Estado español. 

El primer miembro de la Casa de Borbón en España fue un Felipe, nieto de Luis XIV de Francia, que reinó durante 45 años con el nombre de Felipe V. Tal vez, el futuro nos señale una de esas asechanzas que los anales del mundo nos hacen vivir y sea otro rey del mismo nombre, quien será monarca como Felipe VI, el último Borbón de su estirpe, cerrando una ignominiosa historia de más de 300 años.